El engendro erigido en la Encarnación -me gustaría decir obra faraónica, pero entre lo cursi y lo alejado de la realidad del caso no me cuadra-, por nuestro amadísimo ex alcalde Señor Sánchez, y que iba a tener un costo inicial de 50 millones llegó, por arte de birlibirloque, hasta los 126, además de la cesión durante cuarenta años (toda una vida te estaría mimando…) a la empresa Sacyr de su explotación. Más claro y abundante: la edificación, sus dependencias y los beneficios que produzca no pertenecen a los sevillanos, sino a una empresa. Además, y entre una más de las anécdotas surrealistas de este esperpento, la Delegación de Hacienda del Ayuntamiento, que tenía prevista su instalación en el edificio de la Gavidia, el cual debe ser derribado y vuelto a construir, se va a quedar en la Encarnación, pagando 720.000 euros al año de alquiler… ¿adivinan ustedes a quién? ¡Bingo! a Sacyr. ¿Durante cuántos años, adivinemos de nuevo… cuarenta? Dentro de cuarenta años, el Señor Sánchez, usted y yo posiblemente estemos calvos. Yo personalmente, ya ando en ello. Piense y deduzca: ¿en qué estado va a entregar Sacyr las setas dentro de esos cuarenta años? Porque otra cuestión de calado es la calidad de los materiales con los que está construida la “cosa”. ¿La echarán abajo y edificarán otro engendro con la misma brillantez en su gestión?
Indignados
Para sumarse a la fiesta, los indignados están volviendo a la carga. Ahora, según su propio comunicado, avisan.
“Además, según ha señalado el movimiento 15M en un comunicado las personas que han impulsado esta acción han explicado que "la plaza de 'las setas' de la Encarnación, donde estuvo la acampada y se celebran las asambleas de coordinación del 15M, es ahora mismo propiedad privada y de hecho la compañía propietaria la cierra al público a su antojo", por lo que han ocupado el antiguo mercado bajo el lema 'Si privatizan lo público, tomaremos lo privado'.”ABC digital 30-10-11
Una toma pacífica, temporal y simbólica del mercado de la Encarnación. Y tan simbólica. Hasta donde Sacyr, su legítima propietaria durante cuarenta años les conceda, porque en cuanto llamen a la policía, el desalojo, entre protestas y gritos, pancartas y consignas, será efectivo. ¿Cuánto querrá Sacyr por irse y rescindir ese contrato ahora mismo? Lo que no tiene el Ayuntamiento en las arcas, ni tendrá durante mucho tiempo.
Las setas, los hongos, lo que sea.
Yo he oído decir a gente que le gusta, y nunca he discutido el valor estético o innovador de la obra, doctores tiene la ciencia, pero para un sevillano criado en el rancio concepto de la belleza por el barroco de San Luis o el plateresco de la fachada noble del ayuntamiento, sirva como referencia, ir caminando por Laraña o venir por Imagen y encontrarse “eso” ahí, es chocante, por calificarlo de manera suave. No digo, sin embargo, que desmereciera en Sevilla Este, en uno de sus amplios espacios, rodeado de grandes avenidas y edificios más acordes a lo que representa. Pero recuerdo cómo era la Encarnación cuando yo era pequeño y la añoro mucho más allá de mis gustos personales, la fuente, el laurel, la redondez de su hechura, sus ovalados bancos, la estatua de Ceres…
A mi se me antoja todo un antisímbolo ese arco que va de un lado a otro de la Encarnación, y que por cierto, en la precuaresma de este año fue señalado en la prensa morada como obstáculo a salvar por algunas hermandades de relevancia, aunque al final todo se quedó en el cambio de itinerario de una hermandad, que como siempre en nuestro mundillo, dejó constancia de la oposición que deberían ejercer nuestras corporaciones, entre otras, a las agresiones urbanísticas a nuestra ciudad y de la falta de huevos y descarado servilismo del Consejo y de algunas pacatas juntas de gobierno. Y como ahora el que está es de otro partido, no hizo las setas y además es cofrade, pues no habrá caso. Y volverán a pasar todas por donde siempre y como siempre.
Y me parece también, cada vez que paso, por necesidades de traslado, peatonal o motorizado, bajo este arco de la ignominia, que debo bajar la cabeza como señal de sumisión al poder arbitrario, impositivo y paranoide que constituyó el pueblo legítimamente con sus votos en las elecciones municipales en las que salió elegido Alcalde el señor Sánchez. Y allí seguirá, como mínimo durante cuarenta años, dando testimonio de la estulticia que imperó en Híspalis durante un periodo negro, como émula y aventajada hija menor de las horcas caudinas.