Páginas del blog

miércoles, 15 de junio de 2011

EL ÚLTIMO PESCADOR

 Dedicado a D. Ángel Vela Nieto y a D. Emilio Jiménez Díaz, sin cuya colaboración no hubiera sido posible esta entrada


Grabado antiguo de la pesca con cuchara que me ha facilitado D. Emilio Jiménez Díaz

                Pertenecían a nuestro paisaje. Con sus largueros, con sus contrapesos, su vetustez y sus maderas viejas. Surcaban el Flumen Nostrum de los trianeros desde épocas inmemoriales hasta prácticamente la mitad de los ochenta. Con su cadencia vieja, sabia, de siglos, enfilaban las tardes hacia el sur dejando en su estela sabores desaparecidos y que  tristemente, no volveremos a degustar. Irisaba su carga en las luces que se encendían para que acudiera la pesca, y cuando elevaba la cuchara cargada, surgía del fondo el aroma a Triana y a su estilo inconfundible. ¿Nostalgia? Toda. 
                Asomarse entonces al río era asomarse al mar de la alegría. Estaba lleno de vida. Asomarse hoy al río es contemplar el vacío que ha dejado nuestra historia. ¿Dónde están las montañas de sal del muelle? ¿Dónde los familiares lanchones oscuros en que íbamos los niños de excursión a la fin del mundo? Fíjese usted, a la Punta del Verde. Ya no se ven velas, ni sogas, ni huele a brea, ni hay boyas ni tablas flotando. El rio está tan limpio que ha dejado de ser el Flumen Nostrum para convertirse en el rio donde desembocan todas las lágrimas trianeras. El mar de las tristezas. Menos mal que sigue estando el puente; con la vorágine renovadora de nuestro amantísimo ex alcalde Monteseirín me extraña que no pensara en tirarlo y poner en su lugar uno de aluminio, más ligero y funcional, y que le encargara el diseño a un ingeniero alemán de renombre. 
                Hoy nuestra red se encuentra entre el teclado y la pantalla, mientras resucitan recuerdos y vivencias que podemos plasmar en el ciberespacio. Nuestras tablas, el fondo de pantalla de este blog, y nuestro río agoniza lentamente bajo el puente de nuestra indiferencia.
                En internet, hay muy pocas referencias o ninguna, prácticamente a este estilo de pesca. Me han dicho que en Coria sigue en activo una barca. Iré a verla un domingo para alegrar mi corazón, y de paso, volver a contemplar este arte, aunque será difícil en domingo.
                Pero a Triana,  no volverán barcas. Hoy no es posible su recuperación porque aquellos que vivían de ese trabajo se fueron jubilando. Ya en los últimos días de su subsistencia, les era muy difícil mantenerse con lo que dejaba aquello. Los clientes de bares y tabernas que ponían el barbo en adobo y que ellos surtían se fueron especializando en dar gusto a los paladares de la gente nueva. Pizzas y hamburguesas, la mayoría; algunos, parrilla y fritos, y los más, cerveza helada en tanques de salmuera y marisco de calidad. A mi tío Antonio le costó sobrevivir aquellos últimos tiempos y tiró la toalla. Se acomodó como pudo a la construcción y al trapicheo y así pudo jubilarse dignamente.

El puente de San Telmo cuando aún se abría para dejar paso a los barcos que descargaban en los antiguos muelles. Al fondo, el convento de Los Remedios

                Mi abuelo, carpintero de ribera, algunos de mis tíos, areneros, otro, estibador del muelle, el otro, pescador. Parece que el rio lo hicieron para mi familia. La última barca de pesca con cuchara en Triana fue de mi tío, Antonio Fernández Ramos, que por desgracia, ha fallecido este mismo año. En Triana le apodaban “El Añoño”, muy conocido en la plazuela incluso cuando se fue a vivir al Cerro, porque seguía acudiendo a su barrio casi diariamente. En un diario vespertino llamado “Nueva Andalucía”, hoy desaparecido, apareció un reportaje, incluyendo fotos de la barca, mi tío y mi primo Carlos, bogando. Mi primo, capaz de llevar la barca a Sanlúcar de un solo golpe de remos de sus poderosos brazos.

Triana es la que te marca,
aunque su cuño te duela,
ella despliega la vela
para que zarpe tu barca;
te señaló patriarca
de su rio marinero;
rector del embarcadero,
capataz de su memoria
y custodio de la gloria
del puerto camaronero.


8 comentarios:

  1. Como siempre es un placer leerte, es como si estuviese escuchandote cada vez que me descubres algo nuevo, cuando estamos juntos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Y no te olvides de las trifulcas que se formaban en esa punta del verde, y esa playa...

    ResponderEliminar
  3. La playa de Maria Trifulca, que le llamaban los sevillanos. Mi padre se bañó muchas veces en ella, y me contaba el ambiente que se vivía allí. Hoy se correspondería con la orilla derecha del actual puente de las delicias, ése era el sitio. Luego, la prostitución que proliferó a su alrededor, y el mal ambiente, acabaron con ella. Gracias por tus comentarios, Rafael.

    ResponderEliminar
  4. Preciosa la evocación, José Luis. Impagables las fotos. Ahí es ná: Una barca de cuchara y el puente de san Telmo, abierto. Ya era yo cuasi sevillano en esa época. ¿Y el puestecillo en la orilla del puente que daba al Cristina, con dos botellas, una de coñac y otra de aguardiente, con dos o tres vasitos, enjuagados en un cubo, donde los currelas se pegaban el lamparillazo, camino de las obras de los Remedios?

    Como huelvano, siempre estuve más cerca de Triana que de "lo Otro". Mi primer asilo en la madre Híspalis fue en Santa Cecilia y me despertaba la sirena de los que hacían los aviones.

    Un fuerte abrazo, amigo. Lo dicho, amigos, aunque unas veces coincidimos y otras no.
    Yamayor

    ResponderEliminar
  5. Recuerdo, aunque de niño, ese puesto, y otro en la plaza de Cuba. Se podía tomar una copa, cruzar el puente y tomar otra al final. También vendían tabaquillo y alguna chuchería. Ha sido un honor recibir tu visita a este blog, ya sabes que mi maestro es José María, y espero que sigas entrando. Sobre lo de las coincidencias son efectivamente, más nunca desencuentros. Espero tomar un café un atardecer-noche contigo viendo las setas. A lo mejor acaban gustandome. Gracias y aquí tienes tu casa aunque sea virtual. La otra, también, puedes venir a mi Bar a tomar ese café cuando quieras. José Luis

    ResponderEliminar
  6. Tambien conoci lo de las botellitas que hablais ,la del coñac y la del anis...recuerdo de chiquitito en verano ir los sabados a pasar el dia de playa en autobus de la empresa donde trabajaba mi papa y donde yo estube 8 añitos de autonomo, pues el autobus no esperaba a las ocho de la mañana,en el prado donde se ponia la feria,..pues en aquellos dias recuerdo a un señor paseando con sus botellitas,..lo del cine quizas, pero no tengo ese recuerdo,,.Besitos y abrazos,..

    Bueno ya sabes que solo intento aclararte tus dudas sobre el software, por lo demas eso sale de un mundo el tuyo muy poetico, que me encanta y de esa fuente tambien me gustaria pillar algo,en este sentido no tengas dudas que solo soy alumno,.y me gusta aprender tanto de ti com de otros buenos amigos.,

    ResponderEliminar
  7. Mundo poético el tuyo, José María, qué mása quisiera yo... y recuerdo un pareado...
    Salió el alumno tan diestro,
    que daba clases al maestro.
    Gracias por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  8. ¡¡Que entrad más evocadora y nostálgica!! me trae tantos recuerdos. Yo he vivido casi toda mi niñez en un pueblo a la orilla del rio, Alcalá del rio, recuerdo los barbos en adobo que mi madre hacia y los camarones que mi abuelo me compraba las tardes del verano en un cucurucho de papel de estraza, ¡ cuanto te agradezco estos recuerdos casi dormidos pero no olvidados. un saludo

    ResponderEliminar