En septiembre de 2010 fue colocada una esfera armilar en la Plaza de Cuba, que señala la milla cero del planeta, y que conmemora la primera vuelta al mundo, iniciada por Magallanes y que consumó Juan Sebastián Elcano. ¿Por qué está en Triana la milla cero de la Tierra? Porque de su orilla, del antiguo puerto de Las Mulas salieron las naves destinadas, en principio a encontrar una ruta corta hacia las Molucas, -ruta de las especias- y que después se convirtió en la gran hazaña que desde pequeños hemos admirado como ejemplo de superación ante las adversidades.
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En astronomía, una esfera armilar, conocida también con el nombre de astrolabio esférico es un modelo de la esfera celeste utilizada para mostrar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Tierra o el Sol. (De Wikipedia) |
¿Es pronto para comenzar la celebración de una efeméride de algo que sucedió en 1519? Para 2019, faltan algunos años, pero… España es tierra de improvisaciones, de carreras de última hora. ¿Se hará esta vez también así?
Varias instituciones apuestan por derecho por tal conmemoración, como puede verse en la placa colocada en la base de la esfera.
Además, existe una fundación que está trabajando en firme, y adelantándose a la celebración a la que luego respaldarán todos los estamentos para apuntarse el tanto. Pero el tanto ya está ganado, y las cámaras de comercio de Sevilla y de Andalucía, junto con la Confederación de empresarios de Andalucía están apostando por la Fundación Nao Victoria, cuyo enlace os dejo por interesante y ameno:
El viaje: un poco de historia.
Al rey portugués no le interesó el tema. Magallanes abandonó su país y vino a Carlos I para exponerle su osado plan. Después de un primer rechazo, el rey tragó, quizá animado por los consejos de un tal Aranda, director de la casa de Contratación de Sevilla de hacerse con el control de las Molucas, islas que durante los siglos XV y XVI, fueron objeto de deseo de ingleses, holandeses, españoles y portugueses, porque era la única región productora de nuez moscada y otras especias muy apreciadas en Europa. La idea era navegar siempre por aguas de Castilla, pero queda más claro en esta ilustración que demarca perfectamente el hemisferio que correspondía a Castilla y el que pertenecía a Portugal. Las Molucas están situadas encima de Australia.
Porque Magallanes, está claro, no pretendía dar la vuelta al mundo, ni esa era su idea primigenia, sino llegar por un camino más corto a las Molucas. Fue Elcano el que decidió en Filipinas, al morir el portugués, navegar hacia el oeste para encontrar África y llegar a España. Y de aquella decisión nació la leyenda y el fundamento de esta historia.
Elcano era un marino vasco. En aquella época era capitán mercante, afincado en Sevilla, y fue liberado de una condena mediante un indulto de Carlos I, a condición de que participara en la “locura” como oficial. Fue, por tanto, ya que Magallanes sucumbió en el intento, el que culminó aquella hazaña. Se rebeló contra su almirante y cuatro meses del viaje, los hizo encadenado y haciendo trabajos forzados. Curiosamente, Magallanes recuperó su confianza y le devolvió el mando de la Concepción. Recovecos de la historia.
Volviendo atrás, el día 10 de agosto de 1519, la expedición partió de Triana, y ya con toda la tripulación a bordo, Magallanes mandó disparar unas salvas, para anunciar a la ciudad la partida, con cinco naves pertrechadas para un viaje de dos años, que luego fueron terminadas de abastecer en Sanlúcar de Barrameda, donde permanecieron un mes, en espera de buenos vientos, y en las Canarias. Eran las siguientes: la nave capitana, Trinidad, la Concepción, mandada por Juan Sebastián Elcano, la San Antonio, la Santiago y la Victoria, que fue la única que regresó.
Hay una lápida que lo conmemora en la calle Juan Sebastián Elcano. Su última frase: “La ciudad de Sevilla les erige este mármol promesa de otro digno monumento”. Antes de de que pase ese momento, empujemos entre todos, para enaltecer uno de los hechos más importante de la historia de la humanidad, y tan cercano a nosotros.
El cronista del viaje, fue Antonio de Pigafetta, del que tenemos testimonios tan dantescos como este.
“El agua que nos vemos obligados a beber esta igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas.”
Luego, sentenciaba.
"Pienso que nadie en el porvenir se aventurará a emprender un viaje parecido”.
Y una curiosidad: Llevaban un calendario, pero no habían caído en que como estaban dando la vuelta al globo de Este a Oeste, volvían con un día de retraso. Llegaron a las islas de Cabo Verde, que pertenecían a la Corona portuguesa y allí se enteraron de la fecha en que vivían.
Triana y la primera vuelta al mundo.
No hay acuerdo sobre un número concreto de los tripulantes. La formaban unos 234 hombres, según unas fuentes, 265 y 270 otras, y por cierto, gran parte de la marinería era de Triana, de donde partió la expedición. En Triana, y hasta mediados, más o menos del siglo XX ha habido mareantes, que es el nombre con el que siempre se ha conocido a los trianeros que se embarcaban, e incluso disfrutó de una universidad de mareantes, sita en la casa de las columnas de la calle Pureza, edificio actualmente en pie.
Estas pasadas fiestas de Navidad, y en la actuación del coro de campanilleros de “Nuevo Sábado Club” en la Parroquia de Santa Ana, el párroco les enseñaba el retablo donde se venera a la Virgen de la Victoria, y les decía que era la misma imagen ante la cual se habían postrado Magallanes, Elcano y su tripulación y a la que encomendaron su viaje. Entonces, la imagen estaba al culto en el convento de los Remedios, junto al Puerto de Mulas. Pero la encomienda no debió surtir mucho efecto, pues de 234 sólo volvieron 18, y se quedaron en Sanlúcar porque traían las fuerzas justas. Allí, en el Ayuntamiento, hay otra lápida con el nombre de los dieciocho. Además, parece ser que embarcaron trece indios de los que sobrevivieron algunos, llegando a puerto.