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domingo, 11 de marzo de 2012

DOMINGO DE RAMOS, HERIDOS DE TU AMOR


       La Semana Santa es la superación de muchas dificultades. No es la fiesta fácil de  adorno y cadeneta; hay más arte en la calle en estas fechas que en algunos museos. Su diversidad la hace grande: mi Semana santa, la tuya, la nuestra, la suya. La Semana Santa de la Universidad y la de los toneleros, la de los cuarteles y la del esparto. La Semana Santa de las madres sevillanas, cuando con la aguja y la plancha coloca sobre las túnicas de sus hijos, su nietos, su marido, el amor más puro y transparente que ningún batihoja, orfebre o bordador puede conseguir para nuestro deleite de cofrades y sevillanos. Y como ellas, tantas y tantas madres y esposas que sin formar parte activa de nuestras hermandades ponen cada Semana Santa en la calle ese desvelo y  ternura, que no salen de talleres, que no tienen presupuestos ni diseño, y que son la exaltación de la Semana Santa de los barrios y del pueblo de Sevilla.

       Existe la Semana Santa culta y la de llevar por casa y hay una para ascetas y otra para el bullicio y el entusiasmo. La del patio de las pilistras con la batea de pestiños y torrijas que no se la salta un gitano y la cafetera jirviendo. Una de revuelo de capas blancas en el parque el Domingo de Ramos, de terciopelo en San Roque de Gracia y Esperanza plenas,  Vera cruz de ruán y esparto, pebetero de Martes Santo en San Lorenzo, luz de luz, cuando Desamparo y Abandono arrastra un barrio entero a la gloria de las piedras catedralicias, olor a brea y salina en la marea de Pureza, dolor por el que muere el Viernes Santo por Bustos Tavera.

       Pero hay una muy grande y mayúscula y es la que Sevilla da a sus niños, porque Cristo siempre quiso que se acercaran a Él. Esa es la Semana Santa del futuro, la que va a perdurar en los tiempos. Este año, la Borriquita saldrá, a ser de nuevo el primer contacto de muchos sevillanos con el mundo penitente, la ilusión de tantos padres por acercar a sus hijos al amor del nazareno, a la felicidad de la palmitas en las manos de estos niños, tan lejos de la calamidad y la desgracia de otros niños que hoy, ahora mismo, están siendo privados de su infancia por gente sin alma que en el nombre de Dios destruyen su país… ¡¡asolados, bombardeados, masacrados en su propia tierra!!

       Pido al Cristo del Amor que a tantos niños cobija en su Hermandad que derrame sobre oriente medio su bendita carga, que el pelicano de su paso extienda las alas, vuele sobre todo el mundo y arroje bombas de solidaridad, cohetes de comprensión y misiles de amor al prójimo.


Cuando el pelícano no tiene nada que dar de comer a sus hijos, se abre el pecho y les da su propia sangre. Ése es el símbolo del Amor y ningún otro.

2 comentarios:

  1. DESDE LA URA MACARENA APRENDEMOS A SEGUIR LA SEMANA SANTA EN BLOG COMO EL TUYO lUIS, CRACIAS

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  2. Hola José Luis, preciosa tu entrada de hoy. Me alegró mucho conocerte ayer, gracias mil por tu amabilidad y generosa presencia. Un abrazo.

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