Manuel Melado me envía la siguiente nota. Vivir
para ver.
PARKING ALAMEDA
Sr. Director: Leo con cierta perplejidad, como
un colectivo denominado, "Plataforma no Parking Alameda”, que:- Cuando aún
no existe un estudio riguroso de esa zona por los arquitectos, se dirigen
exclusivamente a los vecinos y comerciantes del entorno animándoles a que
voten en contra. Los que así se manifiesten, lo "distinguirán"
instando al vecindario a comprar en sus establecimientos; es decir, los que no,
intuyo, que quedan condenados comercialmente al ostracismo.
En este estudio, pienso, (que no lo sé) si
fuera viable su puesta en marcha, tendrían derecho a ese voto todos
los sevillanos que con ello se beneficiarían de sus compras en el centro. “Por
ello, si se demuestra que no existe para su ejecución fines especulativos, si
no el deseo de beneficiar a la ciudad, y no afecta a la estética ya
antiestética del entorno, ni dificulta la fluidez del tráfico,
las autoridades podrían decidir llevarlo a efecto, o no.- ¡De ahí mi
asombro, ya que si este colectivo sesudo y democrático, llegara a regir en
alguna institución los designios de los sevillanos no afines a sus
"ocurrencias", como lo pasaríamos.
Si
tecleamos en el google la palabra “ayeo”, van a surgirnos las definiciones, en
varias páginas, en lo referido al espacio de tiempo que emplea el cantaor en
decir “ay”, de una manera bastante vaga o difusa. Unos ejemplos de estas definiciones,
las encontramos en la página “Cyberpeña”, en la que ofrecen las opiniones de
los usuarios. Estas son algunas e ellas, a modo de ejemplo:
“Ayeo es una sección de introducción al cante que sirve
al cantaor para ubicarse en la tonalidad y calentar la garganta. Javier Sáramo, México
Ayeo es una introducción hecha por el cantaor antes de
que el cante comience. ‘Ayeo’ viene de la exclamación ‘ay’, que es un llanto
prolongado sin palabras hecho por el cantaor, que añade un carácter trágico,
apenado y dramático al cante. Sheba D. Bergman, Israel
Ayeo es la forma que tiene el cantaor de templarse y además de sugerir la
profundidad o la cadencia del estilo que va a interpretar. Gonzalo Franco, Uruguay”
En la tercera podemos discernir algo de luz y la
frase nos ofrece una idea un poco más ajustada de la utilidad del ayeo en el
cante. Todo esto, si no fuera porque en ninguna de ellas se ofrece unas distinción
clara entre lo que es el ayeo, que es cada vez que el interprete dice ¡ay!, en
una sola vez con varios melismas, o la repite sucesivamente, y el temple.
PERO ¿QUÉ ES EL TEMPLE?
Otra
cosa muy distinta, que puede contener ayes, tiritirí, lerelere, yayaya, o
cualquier otra forma personal o adquirida y que precede a la letra propia del
palo, a su cuerpo específico o, como dicen los flamencos, a los tercios. Es,
técnicamente, lo que sirve para entonar; un tiento directo al vibrato de la
guitarra, la forma de acomodar el diapasón natural del cantaor, que supongo se
aloja en alguna parte del cerebro, en conexión directa con el oído y hace que
se ajusten las cuerdas vocales para arrancarles la nota exacta. ¿Complicado? Se
ha hecho toda la vida, estamos acostumbrados a escuchar a los cantaores y
cantaoras desde antiguo y forma parte del cante.
Como
veremos a continuación, hay cantaores que ya traen el temple de fábrica, y no
lo necesitan.
Caracol
lo obviaba en multitud de ocasiones, he tenido oportunidad de escucharle
empezar a cantar directamente, sin calentar. ¿No se sentiría sobrado, como para empezar sin
dar un tiento alprimero soplo de
cuerdas?
Sin embargo Tomás se
templaba casi siempre; solía hacer una especie
de lerelereayayayay que ya sonaba a mágico antes del cante. Sea esta la
excepción a la regla, en la que Tomás entra directo al cante sin templar.
“Cuando tú me eches de menos”
Lo de bulería por soleá o soleá por bulería merece un capítulo
aparte y tiene su razonamiento y desarrollo histórico y desde el punto de vista
de la lógica. Ya llegará el tema al blog.
Mi teoría personal es que el flamenco
nace en el campo. Allí, bien en trabajos continuos o temporeros, los braceros
terminaban la jornada en el cortijo y, a la luz de la candela,se escuchaban unos a otros, que esa es la
forma de aprender los cantes. Los recién llegados aportaban cosas, los
conocidos las establecían. Es por tanto en los pueblos donde arde la primera
llama; en la historia queda que, Pastora Pavón, si bien nacida en Sevilla, descendía
por una rama de su madre, nacida en Arahal, igual que su hermano Arturo, y por
la otra de su padre, fragüero al que apodaban “El Paiti” y natural de El Viso
del Alcor. Parece que su abuelo materno dejó huella sobre Arturo cantando por
tangos, así como su padre en los estilos de fragua.
Luego, el paso de estas tonadas y melodías
por la urbe (aquí en Sevilla por Triana) los enriquecía y refinaba, tanto como
para ofrecerlos como espectáculo en cafés cantantes, de moda en aquella época
(Siglo XVIII). Se sabe que también Silverio salía al campo a buscar gitanos que
supieran cantar y bailar para ofrecerles trabajo en su legendario café. Silverio,
el primer profesional de cante reconocido -documentado-, también tomó afición
al flamenco en el medio rural, en una etapa en que su familia se traslado a
vivir a Morón de la Frontera.
Un tipo de siguiriya denominada
“playera” tiene su origen en los ayes, posiblemente declamados, de las mujeres
que detrás de los pasos en las procesiones lloraban amargamente, por la muerte
de Cristo. ¿En qué lugares se producía este fenómeno? Es posible que en los
pueblos, ya que no me consta que en las capitales –al menos en Sevilla- se
diera ese tipo de cantos, bien a la cantinela o en letanías.
CANTES DE CREADOR
Escribir de flamenco siempre me lleva a
Tomás. Por eso, no quiero dejar de citar que, a pesar de de ser un gran escuchador
de cantes, tanto por la estela que a la fuerza le impuso haber nacido en la
casa de los Pavones y haberlo mamado desde niño, o bien después, cuando lo hacía
en el gramófono de su hermana Pastora, en el que se pasaba horas y horas
escuchando y asimilando cantes. Pero Tomás no era un copista, como algunos que
hoy están viviendo de este arte, sino que mejoraba, como un Rey Midas gitano,
todo lo que tocaba imprimiéndole su personalísimo sello. Mucho del flamenco que
se está haciendo en nuestros días se lo debemos. Y como pasaba tantos ratos en
las iglesias “tomando el fresquito”, no es de extrañar que adquiriera influencias
de los cantos sagrados para –claro- mejorarlos en su incorporación a lo que
cantaba.
Esto puede ayudar a
la teoría de que algunos cantes, incluso de los más básicos o importantes para
el flamenco, pueden tener una clara influencia o asimismo tener sus raíces en
los canticos que a la luz de las velas y entre el aroma de los inciensos
escuchaban los flamencos:
Alfredo Arrebola, el llamado “Profesor
cantaor”, nos indica en su página “Folklore y flamenco.com:
“…Todo esto nos
demuestra el substratum religioso del flamenco. Quiero creer que fuera este substratum
religioso el impulsor de Enrique el Mellizo para crear su famosa “Malagueña”,
inspirándose -según es tradición - en el “prefacio” de la misa gregoriana.”
Aqui la podemos escuchar en la version del Chato de la Isla
LA MISA FLAMENCA
Es corto su recorrido, y escasa su
historia, si no se pudiera reducir a alguna docena de discos grabados
aprovechando el momento de esplendor y algunas misas que se anunciaban a bombo
y platillo porque las cantaba Mairena, Meneses o Naranjito, que dejaban en un
segundo plano a los predicadores para pasar a ser protagonistas de la ceremonia.
Es una consecuencia del Concilio Vaticano Segundo, que entre otras cosas
permitió las misas en lenguas vernáculas, así como la liberalización de la
liturgia, que desde ese Concilio, importantísimo y que pone a la iglesia
católica en el siglo XX -o mejor, por poco pone- en casi todas sus estructuras,
morales y de razonamiento, admite la incorporación de músicas y danzas propias del folklore del lugar. En la actualidad, se dan algunas misas flamencas,
pero con carácter esporádico y por motivos señalados.