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viernes, 7 de febrero de 2014

CALLE LUMBRERAS, FLAMENCA Y HEBREA


Francisco Morales Padrón, “Sevilla insólita”:

<<Hace unos cincuenta años, en la calle Lumbreras, había una buena comunidad de judíos. Eran hebreos pobres, que vendían dátiles y babuchas con unos pregones tenebrosos y profundos, nada parecidos y a los triunfales y alegres de los cristianos que Azorín tan bien ha recogido. Había otros que eran turroneros, que hacían las delicias de chiquillos por sus alfajores, avellanas y almendras tostadas, amén de otras golosinas. Eran humildes, nadie les temía ni perseguía, y ellos vivían en sus silenciosas casitas de la calle Lumbreras. Ya no los hay allí; lo que ahora hay son unos corrales de vecinos, sobre todo el llamado de los Chícharos y el de la Bomba, donde todavía vivieron no ha mucho tres hebreos, de apellido Benassaya Benjira, cuyos padres procedían de Tetuán, se dedicaban al calzado y a tener once hijos, casi como las tribus de Judá, de los cuales sólo quedan tres. Una, afable y orgullosa de ser hebrea, es una viejecita llamada Merima… “Merima” parece escapada de la Biblia.

Torre de Don Fadrique

Un día, la Torre de Don Fadrique, que se ve desde el patio en su cresta airosa llena de orgullo guerrero, se enterará que se ha muerto, y Merima irá al cementerio hebreo que Alfonso XII, por gracia especial, concedió a la comunidad judía sevillana cuando desfiló ante él vestida con trajes berberiscos.>>


Manuel Chaves Nogales, “La ciudad”:

<<En las Lumbreras viven los hebreos. No pasarán de una docena, pero toda la ciudad los siente vivir muy cerca de ella.  Son gentes silenciosas, a las que únicamente se conoce, a través de la uniformidad cosmopolita de las ropas actuales, por cierto sentido arquitectónico de sus vestiduras, que no ha podido perderse todavía. Estos hebreos son pobres; venden dátiles y babuchas por las calles más viejas, complaciéndose en oponer a las notas cálidas y triunfales de los pregoneros sevillanos, el sentido tenebroso de sus pregones profundísimos.



En las tardes de Agosto, los hebreos traspasan sigilosos los zaguanes, y a través de la cancela y el biombo hacen que el patio, adormecido, se conmueva y atribule con su pregón lúgubre, como mandato ultraterreno, como recuerdo imborrable de la voz del Sinaí. Quienes han pasado algunos años de su infancia en Sevilla, saben únicamente la trascendencia de estos hebreos que venden babuchas, y su influencia en la ciudad.>>




José Luis Tirado Fernández

4 comentarios:

  1. Aquella Sevilla de gratos recuerdos, con sus señas de identidad que marcaron una larga y fructífera época en: los cantaores, bailaores, toreros, cafés cantantes, las Murgas Sevillanas en la Alameda, literatos, las velàs y cruces de mayo...El Trovador de Sevilla: "El Pali", en una de sus famosísimas sevillanas, nos cita: -"En la puerta de Correo tú me has citao pá ì a Las Lumbreras por bacalao"-...(Cuando Correos estaba en la calle Amor de Dios), y había freidores las cercanías de la Alameda y los sevillanos frecuentaban mucho ese tipo de consumo y se cenaba el los bares cercanos con cerveza o vino los "pescaítos" con aceitunas y, a veces, con rábanitos...¿Quién en Sevilla con el calor del verano se ponía a freir?

    Mientras se mantengan vivos los recuerdos, ninguna tradición se pierde definitivamente...La memoria es muy valiosa y tú te encargas de eso.
    Gracias, José Luis.

    Mari Carmen.

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    1. En Sevilla existen todavía las huellas de los judíos que durante tantos siglos estuvieron por aquí y que el vulgo las llamó: La Sevilla de las Tres Culturas, por convivir con la cristiana y mulsulmana durante un lago periódo de tiempo. ¿Conoces la leyenda de la Bella Susona?, La calle donde pasó está por el Barrio de Santa Cruz, quizás la incluya en mi blog.

      Saludos.

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  2. Muy interesante Jose Luís, probablemente esa pequeña comunidad judía se quedó en Sevilla por no tener medios para salir a otros territorios. Todos conocemos más o menos la azarosa historia de este pueblo. Sevilla, como otras ciudades andaluzas tuvo su judería que convivió con otras religiones, o eso queremos pensar. Creo que su expulsión no benefició en nada a la sociedad y menos aún a los propios judíos, pero la historia es así o así nos lo cuentan. Vete tú a saber.
    Un abrazo.

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  3. Me interesa mucho la historia de la calle Lumbreras pues vivo en ella hace unos años. En concreto la casa donde vivo,me comentaron que fue vivienda de un matrimonio judío con hijas,se dedicaban a elaborar turrón.

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