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sábado, 2 de enero de 2016

VIENTOS ENEMIGOS


                En el autobús venia, más alegre y más contento que un pensionista que cobra su pensión del mes de enero, cuando reparé que al lado, por el aledaño izquierdo, se me aproximaba un tipo un poquito ancho de huesos que despacio  y sigiloso llegaba a ocupar su puesto, tanto que pensé que era nazareno del silencio, y como no estaba libre ninguno de los asientos, se agarró a la misma barra en que yo estaba sujeto.
                Todo bien, pero de pronto, escuché de sus adentros -cancioncilla taciturna premonitora del trueno que al terror pasa factura y al ayuno pide tiempo-, íntimos y familiares, unos soniquetes quedos; como a tripa me sonaron o a  tonos de vientre suelto, que cualquiera  sabe ahora si eran de hambre o de miedo.
                Lo mismo que el barco zarpa en busca de nuevo puerto, entre pitidos y flautas, adiós, panza, y adiós cuerpo, que voy a entregarle al aire lo que del aire me llevo, lo cierto es que aquel ciclón vino a abandonar su hueco y salió por la trasera de aquel hombre, sin quererlo, (supongo) pues vive Dios que liberando ese preso no le arrendó la ganancia a quienes cerca tuvieron que soportar el ataque brutal de aquel pozo ciego,  pues se le escapó un suspiro de lo más hondo del ciezo que bajó primero a tierra para después coger vuelo y remontar con la fuerza que embiste un torito negro, hendiendo las pituitarias de todos los viajeros.
                Y como servidor era el más cercano al terreno me llevé la mejor parte del furor de su veneno, y recibí una estocada que me entró por el costero cristalino y despejado de las nacles, para luego incrustarse en mis sentidos y amordazar mi cerebro como un abrupta maroma con nudos de marinero.
                Ni pensar claro podía, y respirar, mucho menos, por el riesgo de tragarme aquel fármaco tan denso, de fumarme aquel pitillo sin comerlo ni beberlo, que adormecía las ideas y oprimía el pensamiento, tampoco puedo explicar cómo pude estarme quieto y aguantar la puñalada el rato que pude hacerlo.
                Ya todos disimulaban de aquel acontecimiento eludiendo las miradas y haciéndose los discretos, como si no fuera cierta tan gran falta de respeto, aunque alguna que otra arcada se sintió, y algún mareo, que los que mejor fingían llevaban la cruz por dentro.
                Cuando al fin se presentía el declive del tormento se separaron las aguas otra vez, de aquel mar muerto, y la  fosa del diablo retornó al febril progreso, hundiendo su aguda espina en aquel ambiente tenso, recuperando su fuerza para irse a morir al centro de los ánimos, que andaban patinando por los suelos.
                Yo andaba en el paroxismo de un aturdimiento intenso, y antes de males mayores, decidí poner remedio e intenté ponerme a salvo antes de caerme muerto, así que opté por la fuerza de pagar billete nuevo y bajarme en la parada sin un destino concreto; como a la segunda carga no perdí el conocimiento, me volví, saqué el pañuelo y tapándome la boca le eché valor a mi empeño y caminé los tres pasos hasta la puerta de en medio, pulsé el botón, decidido, y el conductor frenó presto, pues también le habían llegado los rumores del siniestro, abriendo de par en par las tres puertas, por completo.
                Impetuoso salté, de aquel infierno salí, bien mis pulmones abrí y tranquilo respiré. ¡Oh, mañana de hermosura, oh, bendición de aire fresco, no me abandones, oxígeno, oh, gran regalo del cielo, que no me falte tu auxilio tu  fragancia y tu consuelo!
                Moraleja: si no quieres padecer este atropello, te aconsejo para ello:  no se te ocurra tomar un autobús en Sevilla y olvides la mascarilla que te ayude a respirar.


José Luis Tirado Fernández

9 comentarios:

  1. Querido José Luis, Muñóz Seca estaría partiéndose de la risa, y mi admirado Serafín diciemdo: coño, que bien organizada la redacción... ahora si que estoy seguro de que con tus cosas el 2016 sera un año feliz. Abrazos.

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  2. José Luis, ante todo desearte lo mejor en este año que empieza para ti y los tuyos. Y luego al leer este articulo tan bien contado ( como siempre lo haces) me he acordado de una anécdota que le pasó a un taxista. Resulta que entró al taxi una mujer parecida al hombre del autobús y al entrar se le escapó uno de esos vientos y el taxista dijo:( como una exclamación muynuestra ) Vamos al turrón !! No, no...al turrón no, al tardón, al tardón!!. Saludos.

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  3. Como siempre me encanta tu buen hacer, el humor y desenfado. Que no falte la amistad.
    Feliz y prospero año.

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  4. Efectivamente un toque de humor bien es recibido y si además tu pluma certera magnifica el evento, nos haces como siempre disfrutar que es lo que intentas y por supuesto consigues...

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  5. Tengo conocidos -a los que no les gusta la Literatura- que manifiestan que 'éso de escribir y no contar nada, es lo mismo. Que lo tangible son las matemáticas'. Pues bien, a ellos, les voy a trasladar este y otros escritos tuyos para que se den cuenta que el arte en la escritura existe, aunque se trate de un acto tan 'de todos los días, y poco poético' como el que narras hoy, pero que está plagado de lirismo, humor y finura.

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  6. Debes pensar en recopilar tus excelentes trabajos en un libro.
    Enhorabuena, maestro.
    M. Filpo

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  7. ¡¡Vive Dios, maestro!! lo pones an explícito que me parece haberlo "saboreado",me has hecho pasar un gran rato de risa, lo malo que mi bronquitis no ha tenido piedad de mi y con la risa me ha entradotal golpe de tos que me ahogaba, han acudido a atenderme mi marido y mi yerno, le he señalado tu entrada y han reido tanto como yo. ¡qué maravilla reir a pleno pulmon( el que pueda)











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  8. Con su permiso Jose Luis vengo a conocer su blog por recomendación de Mari Carmen ,después de admirar su poesía y prosa. Como bien dice usted el flamenco es un arte y pertenece a los artistas...y si me lo permite le diré que estoy ante uno de los grandes. Aprovecho para desearle un Feliz Año.
    Un Saludo cordial.

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  9. es buenísimo Luis. a mi me pasó una cosa parecida en los ascensores del corte inglés. da igual si es emn el autobus, en el tardón o si te coge resfriado. en el bar tambien nos paso y nos tragamos el sinsabor de la amargura gracias a un señor simpatiquisimo y educado. feliz año y que estre venidero te traiga lo mejor a ti y a los tuyos

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