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domingo, 29 de enero de 2012

RETORNO A MOGUER La búsqueda del poeta (3)

         Esta entrada, la anterior y las posibles venideras, no pretenden ser un reportaje fotográfico ni un reporte comparativo entre nuestras visitas a Moguer en dos épocas distintas, más bien pretenden ser un acercamiento al poeta, en primer lugar, a sus pagos y a su obra, con un sentimental acercamiento a Platero como raíz principal de la aproximación que todos hemos tenido hacia Juan Ramón y su mundo. 

         Llegados a la plaza del Marqués, contemplamos el monumento a Zenobia, bronce sobre una base de travertino, que contiene algunos símbolos dignos de destacar. Es obra de tres artistas, José Luis Rosado, Javier Diez, y Pablo Vallejo.

Sólo tú, mujer mía, puedes ser tranquila estrella de mi tarde, estrella inquieta de mi amanecer
     De esbeltísima figura, sostiene sobre su brazo las obras completas de Rabindranath Tagore, autor hindú que Zenobia tradujo; además, su madre también nació en la India, por lo que su conocimiento del idioma y los autores ingleses fueron factores determinantes de su trabajo. Tiene a sus pies una maleta, símbolo de la mujer viajera y universal, que emprendía cualquier actividad que le proporcionara la estabilidad económica y así hacer que Juan Ramón se dedicara en cuerpo y alma a su obra. Alquilaba pisos, los decoraba y los realquilaba a insignes inquilinos, creó una empresa de artesanía y antigüedades en Madrid, con una sucursal en Filadelfia, a donde exportaba arte y libros, así como una intensa actividad intelectual, abandonó la escritura, aunque mantuvo un diario. Fue profesora en las Universidades de Maryland y Puerto Rico.


      ¿Qué hubiera sido de la obra de Juan Ramón sin su compañera, su musa, su aliento, sus cuidados, su apoyo?

     En la misma plaza del Marqués, un azulejo recuerda que

"Era negro, con tornasoles granas, verdes y azules, todo de
plata, como los escarabajos y los cuervos. En sus ojos nuevos
rojeaba a veces un fuego vivo, como en el puchero de Ramona, la
castañera de la plaza del Marqués. ¡ Repiqueteo de su trote corto,
cuando de la Friseta de arena, entraba, campeador, por los
adoquines de la calle Nueva ! ¡ Qué ágil, qué nervioso, qué agudo
fue, con su cabeza pequeña y sus remos finos !"
Platero y yo, - XV - EL POTRO CASTRADO

Allí, lo único que rojea ahora son los indicadores de tráfico y la señal de prohibido aparcar.




         Entramos en la casa del poeta, donde vivió hasta los veinte años, 1900, en que murió su padre y se marchó a Madrid, la vimos un poco más blanca que en 1980. A pesar del cenizo del cielo, la casa lucía más lozana, igual de auténtica, pero era evidente la huella de la restauración a que había sido sometida entre 2001 y 2007, y que tuvo que ser complicada, ya que la madera había sido atacada de carcoma, desde las vigas hasta los marcos de puertas y ventanas.


         La planta de la casa es típicamente romana: el patio, y alrededor todo lo demás. En el centro, el aljibe y su brocal, donde se asoman los niños y los mayores a ver el agua limpia de su fondo. Ahora le han puesto un cristal. Arriba, la montera de cristales de colores; enfrente la presencia de Juan Ramón hecha retrato, serio, joven, con su personalidad fijada en el semblante, como sólo Sorolla era capaz de hacerlo. A la derecha, el acceso al corral, con cristales, también de colores; a la izquierda, la amplia escalera que accede a la primera planta. Hay una instalación eléctrica a la antigua usanza, como debió tenerla la casa en tiempos, no funciona por motivos de normativa, aunque por debajo corre otra que es la buena.
         En principio, y llegada la hora de la visita, nos pusieron un documental, que claro, en la primera visita no existía, en una habitación que han acondicionado como sala de proyecciones y en la que estaba, en 1980, la biblioteca. Allí, en vitrinas, un recorrido por la vida y obra del poeta, desde la primera edición de “Platero y yo” 

hasta el telegrama donde le comunicaban que había sido distinguido con el premio nobel de literatura


         En la primera planta, su despacho, con su máquina de escribir (él solía escribir a mano con una letra muy particular) y su atril. La solería, que puede apreciarse en esta foto, es casi por entero original, en las dos plantas. Los muebles pertenecen al piso que Juan Ramón y Zenobia tenían en Madrid, y que fue asaltado y expoliado durante la guerra civil.

         En el dormitorio hay muebles también traídos de Madrid, en una vitrina pueden verse el ajuar de la boda de Juan Ramón y Zenobia, celebrado en Nueva York, en la iglesia católica de St. Stephen. El certificado de matrimonio, los pasaportes, un abanico, los zapatos de raso de novia de ella y una vieja cámara Kodak con su manual de instrucciones.

         En este aposento se muestran también una vieja maleta con etiquetas de distintos destinos, y un cuadro que Juan Ramón pintó en Sevilla, durante su etapa de aprendizaje de pintura, del Cachorro, el Cristo trianero.

         En 1980 no estaba colgado allí, sino en una habitación dedicada hoy a Zenobia, donde además de fotos de su familia, enseres personales, recuerdos de su tienda, se encuentra esta vitrina, donde se muestran un jarrón de Talavera y un atrevido –para aquella época- corpiño de lentejuelas.
 

         En el corral, un poco distinto al que conocimos, la escultura en bronce de Platero, que antes estuvo en un pedestal y ahora, al alcance de los niños.


        






Y también dos azulejos con poemas de Juan Ramón
     Salimos de la casa del poeta con el regusto de haber conocido cosas nuevas, que a pesar de serlo, también agradecimos , como añoramos otras que no están a la vista o han cambiado.

José Luis Tirado Fernández

3 comentarios:

  1. querido amigo..aún estoy por aquí.. por la escena de tus ensoñaciones y recuerdos juanramonianos..Me he permitido sin tú permiso llevarme la foto del pozo, de brocal acristalado..Extraordinario tu afán de documentarte y sentir cercana la obra de este poeta grande..

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  2. HOLA, YO TENGO UNA PRIMERA EDICION DE 1914 DEDICADO A ZENOBIA,DICE ASI, “A Zenobia, Juan Ramón, Diciembre 1914″, ESTE ES UNO DE LOS PRIMEROS LIBROS DE LA PRIMERA EDICION DE PLATERO Y YO FIRMADO Y DEDICADO , ME ATREVERIA A DECIR QUE EL PRIMERO, POR LOGICA, EL PRIMER LIBRO SALIDO DE LA EDITORIAL SERIA ENTREGADO A JUAN RAMON JIMENEZ Y POR LOGICA ESTE SE LO DEDICARIA A SU AMADA ZENOBIA EL MISMO DIA DE NAVIDAD QUE FUE CUANDO SALIO A LA VENTA, ES MI LOGICA PERSONAL YA QUE YO HUBIESE HECHO ESO, SEA O NO SEA ASI, EL LIBRO ES UNA AUTENTICA JOYA UNICA EN EL MUNDO ENTERO, DIGNA DE CUALQUIER MUSEO O DEL COLECCIONISTA MAS EXIGENTE, UNICAMENTE LE FALTA LA UNION TRASERA DE LA PORTADA (el lomo), ALGO QUE CUALQUIER RESTAURADOR O UN BUEN MANITAS SUBSANARIA SIN EL MAS MINIMO ESFUERZO, EL LIBRO FUE COMPRADO EN SAN ANTONIO (TEXAS) Y A SU VEZ ESTE TEXANO SE LO COMPRO AÑOS ANTES A UN PORTORRIQUEÑO, PARECE SER QUE A ESTADO EN VARIAS MANOS HASTA LLEGAR A MI PERO SU ESTADO ES MUY BUENO, A EXCEPCION, COMO YA DIJE ANTES DE LA SEPARACION DE LAS CARATULAS. UN SALUDO

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  3. ¡Qué gran joya has adquirido, Federico, digna de un museo! En la casa de Juan Ramón se pueden admirar obras suyas de primeras ediciones y toda su biblioteca personal o lo que queda de ella. Cuando estuve en los ochenta, incluso se podia echar un vistazo a algunas, hoy estan todas en vitrinas. Un Saludo.

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