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viernes, 27 de enero de 2012

RETORNO A MOGUER La búsqueda del poeta (2)


Visita a Moguer

         Pasamos por delante de un portalón; dentro de la estancia, unos amplios arcos de mampostería encalada delineaban un ambiente que se me hizo familiar. Me paré enseguida; dentro, un hombre estaba lavando su coche y le pregunté si aquello había sido con anterioridad una taberna. “Hace más de treinta años”, me contestó. Sí, eso más o menos es lo que yo calculaba. Me dijo que había comprado el edificio y que lo utilizaba como garaje, pero yo recordaba sus rincones, sus paredes, sus botas de madera en la parte derecha, la chimenea encendida, el sitio que ocupó el lagar, a la izquierda, y el espacio donde los  clientes bebían el vino, sacado directamente de los toneles; allí no existía la barra. Sentí una enorme tristeza al ver aquel sitio tan acogedor y tan auténtico convertido en un aparcamiento. Otra de las cosas que fuimos buscando pero que ya no existen, ni volverán. Esta foto es la que conservo de las que hizo Pepe en 1980.



         En 1980 fuimos buscando la casa natal del poeta. Estaba en obras, pero tenía aspecto de abandonada, daba la impresión de que allí no habían puesto un ladrillo ni amasado mortero desde hacía mucho tiempo. Como éramos jóvenes  y atrevidos y los responsables de aquella casa no habían puesto mucho empeño para impedir la entrada, aprovechamos una rendija de la puerta para colarnos. Recorrimos las deshabitadas estancias, más en la promesa de encontrar la aventura que en la de ilustrarnos en la vida de Juan Ramón. Llegamos a un jardín interior, también en estado de abandono, con mucha maleza; recuerdo que había un árbol del que arranqué un membrillo, con la intención de llevármelo de recuerdo. Me lo comí.






LA CASA DE ARREBURRA
“La casa de enfrente” Platero y yo, CAP. 16.



LA TORRE

No, no puedes subir a la torre. Eres demasiado grande. ¡Si fuera la Giralda de Sevilla!

¡Cómo me gustaría que subieras! Desde el balcón del reloj se ven ya las azoteas del pueblo, blancas, con sus monteras de cristales de colores y sus macetas floridas pintadas de añil. Luego, desde el del Sur, que rompió la campana gorda cuando la subieron, se ve el patio del Castillo, y se ve el Diezmo, y se ve, en la marea, el mar. Más arriba, desde las campanas, se ven cuatro pueblos y el tren que va a Sevilla, y el tren de Riotinto y la Virgen de la Peña. Después hay que guindar por la barra de hierro y allí le tocarías los pies a Santa Juana, que hirió el rayo, y tu cabeza, saliendo por la puerta del templete, entre los azulejos blancos y azules, que el sol rompe en oro, sería el asombro de los niños que juegan al toro en la plaza de la Iglesia, de donde subiría a ti, agudo y claro, su gritar de júbilo.

¡A cuántos triunfos tienes que renunciar, pobre Platero! ¡Tu vida es tan sencilla como el camino corto del Cementerio viejo!

Platero y yo Cap.129

La torre, según la vio Pepe en 1980

La torre, según Mari Reyes y el Photoshop, en 2012

La torre de Moguer de cerca,  parece una Giralda vista desde lejos…

José Luis Tirado Fernández
Fotos 2012: Mari Reyes Fotos 1980: José Luis Guisado

2 comentarios:

  1. Bueno, pues haré como en el Face y pulso:

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    Gracias por avisar al oído de la nueva entrada

    ¿ Sabes ?, en un juego que hicieron en uno de los múltiples trabajos que he tenido, había que identificar a los compañeros con un animal, pues a mi me identificaron con Platero, al día de hoy aún sigo pensando si eso fue bueno o malo

    Besitos de Mariquilla

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  2. Me llegas al alma con tu empecinada búsqueda al poeta paisano..Te hace grande, esto, en tiempos que a la ciudadanía no interesa la poesía..
    Yo sin embargo soy más de los hijos de Demófilo..Paisanos tuyos por cierto..Me sigo quitando el sombrero con tus sentires , amigo Antonio..

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