Cuando vienes a buscarme
siempre me encuentras dormido,
rescatando de mi sombra
el surco de los abismos.
Cuando te espero no vienes,
nos mueven vientos distintos:
tú, las llaves de la jaula,
yo, las alas de Cupido,
tú, las ventanas abiertas,
yo… los crepúsculos limpios.
La ilusión y la quimera
te identifican conmigo,
porque un pobre ser humano
de perfil malavenido
está junto a tÍ en la brega:
seguir haciendo camino
como viejos camaradas,
soñar mi empeño contigo,
en tu arrogancia y ejemplo,
Silvestre, gatito lindo …
tú vives en esa senda
y yo persigo suspiros.
Cuando nos dejan a solas
el saber y el raciocinio
reconforta nuestro aliento
el bálsamo del delirio.
Quien te mira solo ve
un dibujo divertido
que no atrapa ni una pluma
del perverso pajarito,
mas encuentra en la derrota
la razón de otro principio,
como yo convierto en armas
el fracaso y los vacios,
mientras disparo a la luna
los truenos de mis instintos.
Ambicionas merendar
tu bocado preferido
y siempre muerdes el polvo,
¡Qué cruel es tu destino!
Te sientes languidecer
y tu estomago vacio
te pide con sus lamentos
sus llantos y sus ruidos
que llenes con el canario
el hueco de sus gruñidos,
pero jamás desfalleces
y nunca te das por vencido,
que si malas son las hambres
peor los sueños podridos.
No cedas, no retrocedas,
no sufras, noble minino,
que aunque tu vientre sea plano
-y no de hacer ejercicio-
tienes a honra el coraje,
la constancia y el ahínco;
busca tú por las rendijas,
y acecha por los resquicios,
que pronta será la hora
de ver tus deseos cumplidos,
cuando vengan a buscarte
los flujos del infinito.
A mí sólo me importunan
frialdades y cuchillos,
y me acechan los temores
de conocerme a mí mismo;
me buscan por los rincones
donde duerme mi equilibrio,
desordenan mis moradas,
mi espejo y mi distintivo,
la espina de mi ilusión,
mi forma de ser de siglos
y busco refugio en ti,
la calma de tu cobijo,
te llamo a voces, Silvestre,
llévame, gato, contigo,
cazaremos al canario,
a tus miedos y a los míos,
a la tropa de ansiedades
que enmudecen nuestros gritos.
Déjame seguirte ahora,
déjame, Silvestre amigo
trasladarme a tu universo
de ilusiones y espejismos...
que intento ser de este mundo
pero no encuentro mi sitio.
José Luis Tirado Fernández