Páginas del blog

miércoles, 2 de enero de 2013

CUATRO CONSIDERACIONES SOBRE LA ARQUITECTURA DEL HIERRO (I)


         Los recientes anuncios sobre la habilitación de la nave del Barranco como mercado gourmet, me han hecho reflexionar sobre este edificio, al que han querido endosarle también usos varios, como por ejemplo un “espacio de acogidas de información turística”, buen sitio, sí señor, en Sevilla y al lado de Triana, o bien un “Centro de interpretación de la Semana Santa”, como si la Semana Santa fuera susceptible de ser interpretada fuera del contexto de su celebración en su fecha y en las calles sevillanas. Interpretar, ¿Para quién? Ya de hecho fue utilizado como oficina de información turística, luego de haber sido morada de gatos e indigentes, y ha sido también alojamiento de una oficina de información turística.
 
         Con respecto a este uso, el de mercado gourmet, término que está de moda y que parece tener su antecedente en una experiencia gastronómica llevada a cabo en el Mercado de San Miguel madrileño, debo hacer alguna parada obligatoria en lo que se cuece –valga la expresión- en torno al término, en la contienda por su comercialización y en lo que opino sobre esta vaina.

         Se supone al gourmet como una persona de gusto exquisito, que distingue, valora y consume productos comestibles, preferentemente embutidos, salazones o crustáceos, o bebibles, que también los buenos caldos y licores pueden considerarse como objeto del deseo del gourmet. Yo creo que es una variante del sibaritismo, asociada al concepto de lo que entra en el cuerpo y produce digestión, ya que hay otras cosas que entran pero no son digeridas, y no piensen ustedes mal, me estoy refiriendo, por ejemplo, a los cepillos de dientes, a los bastoncillos, a la goma de mascar, etc., y a todo cuanto entra por vía parenteral, que es la manera de administrar medicamentos más rápida y de mayor eficacia.

Foto del diario ABC de Sevilla
         Pero, acudiendo de nuevo a la nave, que parece ser, definitivamente, va a estar destinada a este uso, a albergar este mercado, he leído y releído que hay dos empresas que han participado en el proceso de adjudicación de su  –por usar un sutil eufemismo- gestión, como son la formada por los socios Carlos Herrera y el torero Francisco Rivera, que parece va a ser la que se lleve finalmente el gato al agua, y otra, detrás de la cual están otro torero, José María Manzanares, y el futbolista Sergio Ramos.

         ¿Qué me dicen? Cuatro triunfadores–cada uno en lo suyo-, que movidos por el amor de entregarnos y ofrecernos el placer de degustar productos de elevada calidad y demostrada excelencia, se asocian o alían para meterse en fregados como este,  del que, que yo sepa, el único que hasta ahora ha dado muestras de algún que otro conocimiento gastronómico ha sido el periodista, así que yo me huelo que esto es una mina… pero ¿Por qué no se arrojan empresarios sevillanos de la hostelería, de los que tan buena y archiconocida profesionalidad tenemos muestra? La inversión debe ser fuerte, he leído números, pero soy malísimo con ellos, así que no me meto en esas consideraciones económicas.

Templo del gourmet de los sevillanos de mi tiempo
          Volviendo a la cuestión… ¿Puede ofrecernos Herrera en su mercado mejor loncha que la que nos cortan en cualquier abacería sevillana, o mejorar con sus conservas los garbanzos con acelga que sirve en Bormujos Pepe Girón? ¿Qué queso viejo tiene que venderme Sergio Ramos que yo agradezca más que el que le compro a Cristóbal en su modesto establecimiento de chacinas? ¿Qué mágico caviar va a traernos Manzanares que mejore el sabor de una sardina arenque recién sacada de su caja redonda de madera puesta a la puerta de cualquier tiendecita de ultramarinos del casco antiguo? Y ¿Acaso sabe Fran Rivera de los grados de aquel aceite de oliva que venden donde usted sabe y que amarga, pica y da sabor, como Dios manda? ¿Venderán allí torta de chicharrón, que no encuentro en ningún sitio desde hace varios años? A saber...

Esto si que es un mercado gourmet
         No me resistiré a dar una vueltecita por allí cuando lo tengan montado, pero me temo que el paladar del sevillano, a base de cosas sencillas, es muy exigente. Algo habrá para mí, y seguro que a buen precio. En la próxima entrada, abordaremos más ampliamente el tema de la nave del barranco. Y otras consideraciones, sí, sobre la arquitectura del hierro.
 
José Luis Tirado Fernández

5 comentarios:

  1. Muy buena tu entrada, José Luis. Felicidades en el año nuevo y felicidades por tu aportación al mundo de nuestra cultura sevillana.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como siempre, José Luis, muy acertado. También me uno al agradecimiento por tu aportación Cultural. Por cierto, en el Mercao de Triana se ha abierto una nueva "Cuartelá" dedicada, precisamnte, a ese tipo de Gastronomía y, ciertamente con un gusto exquisito. Un abrazo y que los reyes te traígan muchas cosas buenas.

      Eliminar
  2. Amigo José Luís,no se puede decir más clarito.El sevillano es muy suyo y mucho me temo que le gusta más un morconcito bien partío de la calle Baños.En fin,ya veremos...Feliz año nuevo y un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Toda una invitación a la reflexión.
    Con mi familia, me gusta ir mucho a la tiendecita o bar del barrio sevillano que se distinga por alguna especialidad, conocidos de toda la vida, donde disfrutamos de lo que tienen, con trato atento y cercano y campechano, donde no resulta eso de: -"casi nada en el plato y todo en la factura-".
    En fin, es una manera de ver las cosas, como otra cualquiera, naturalmente.

    Una entrada tan buena como acertada, aportas mucho, José Luis, enhorabuena.
    Un saludín.

    ResponderEliminar