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domingo, 6 de enero de 2013

CUATRO CONSIDERACIONES SOBRE LA ARQUITECTURA DEL HIERRO (II)

LA ARQUITECTURA DE HIERRO Y SU ÉPOCA

         Cuando, para deshonra del patrimonio arquitectónico de Sevilla asolaron el Teatro San Fernando, los niños tuvimos que cambiar de acera cuando pasábamos por la calle Tetuán; allí, donde entrabamos a mirar las carteleras o a aporrear el teclado del piano de pared que había en el recibidor, se alzaban las ignominiosas vallas metálicas que a lo largo del siglo XX hemos padecido los sevillanos y que han acabado con buena parte del legado arquitectónico que sobrevivió hasta los cincuenta. Al pasar por enfrente, podíamos ver desnudas las vigas de hierro que formaban su estructura. Efectivamente, fue el primer edificio de la capital con estructura metálica. Ello fue producto de aquella efervescencia que supuso para el mundo civilizado el dominio sobre los metales al que había accedido la técnica de los humanos, y que se tradujo en la proliferación de edificios, puentes, estructuras industriales y toda clase de construcciones de exterior, que gracias al descubrimiento del galvanizado, eran sólidas, resistían el paso del tiempo y eran todo lo bellas que les permitía el material con que estaban construidas.

SEVILLA Y SU CUOTA ARQUITECTONICA

         Si antes hemos citado el mercado de San Miguel madrileño, y que es imposible no ver si se pasa por la calle Mayor en dirección a la Almudena o el Palacio de Oriente, a la izquierda según se avanza, que por cierto es el último testigo en Madrid de aquella  moda, hemos de señalar que en Sevilla, aparte de la reseñada nave del barranco, siguen en pie algunos testigos mudos de esa arquitectura, como el garaje Laverán, de la calle Baños, que por si ustedes no lo sabían, fue la primera gasolinera estable de la ciudad, las dos estaciones de tren ya en desuso y que albergan comercios, las de Cádiz y Córdoba, otros desaparecidos como la Pasarela, los antiguos kioscos de hierro y cristal, como los de la Alameda, el parque o el paseo de las Delicias.
 
Kiosco en laAlameda,hierro y cristal
La pasarela o"pasadera"
          Y, por supuesto,  nuestro puente, el puente más universal, el de Triana, fruto también de aquel movimiento.

Puente en Estrasburgo (No sólo se construyeron puentes a imitación del Carrusel de Paris en Sevilla)
         A nivel internacional, el más claro prototipo y representación ideal, modelo y universal ejemplo de la arquitectura del hierro, es la torre Eiffel parisina, construida con la técnica del remache en caliente, arte que merece página aparte.

LA NAVE DEL BARRANCO, MERCADO CENTRAL DEL PESCADO
         Esta nave, proyectada también por Eiffel, el diseñador de la famosa torre parisina, aunque algunos años antes, fue construida como lonja de pescado; los que por su edad aun puedan recordarla cuando estaba dedicada a esa venta, seguirán teniendo impregnada en su pituitaria el fuerte olor a pescado que despedían la nave y su entorno. Recuerdo en su fachada un gran bullicio y gran movimiento los días laborables, con los vehículos de carga aglomerados en la acera, esperando su carga. Muy cerca, el mercado central de abastos, en Pastor y Landero, ocupaba el solar del antiguo convento del Pópulo, y que posteriormente fue utilizado como prisión.
 

Entorno del Barranco en los treinta. Los edificios que están entre la nave y el rio fueron viviendas hasta principio de los años setenta. Lo sé porque en ellas vivía un amigo mío. Se ven arriba a la izquierda la estación de Córdoba y abajo a la izquierda, ya construida, la capilla del Carmen del Puente, símbolo de otro estilo arquitectónico en el que predominaron el ladrillo visto y la cerámica.




El edificio está compuesto por cuatro naves cubiertas por bóvedas de cañón. Curiosamente, en los años treinta existían en el muelle de la sal unas naves de almacenamiento sospechosamente parecidas a la del barranco. ¿Serían también obra de Eiffel. No lo sé. Para el que disponga de mucho tiempo, un buen tema de investigación

 
          En la acera de enfrente, de la misma calle Arjona, varios quioscos de bebidas, de los que ha llegado a sobrevivir uno, que continua abierto al público,  daban abasto a la sed y al hambre de los trabajadores de aquel mercado, entre los que se encontraba un tío de mi padre llamado José y apodado “El Larguiri”, por su estatura. Cuentan de él que quitó mucha hambre a la familia en los años de la escasez.
 

Así se quitaban el frio los trabajadores del barranco las mañanas intempestivas.
        Y por ahora, no se me ocurre nada más, sólo añadir que ojalá la UTE (unión temporal de empresas) que se adjudique la gestión del mercado gourmet del barranco, conserve el edificio tal cual y que en el nombre del progreso no haga una “gracia”, que supongo el Ayuntamiento que entre todos mantenemos se encargará de impedir. Me refiero a añadidos “estéticos” que “mejoren” lo habido. Y basta de comillas. Ustedes me entienden.
 
José Luis Tirado Fernández

 

3 comentarios:

  1. Buenísima esta página, José Luis.

    Un abrazo.

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  2. ¡¡¡Excelente!!!
    Sí, José Luis, se te entiende estupendamente. Pones el alma en los escritos, es una verdadera delicia pasear por tus logradísimas páginas.
    Tenemos que defender lo que nos queda, ojalá hubieses estado en los 50-60, en que tantísimas atrocidades se cometieron por los que estaban llamados a proteger y defender el patrimonio sevillano.
    No podemos consentir más destrozos. La primera en manifestarse ten la seguridad que será una "múa"
    ¡Enhorabuena!

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  3. Muy buena esta 2ª entrega, José Luis pero, no te fies mucho del pesonal, y, sino nos remitimos a la torre, tu ya me entiendes, y el resto, también... Por cierto: cuando mencionas el derribo del San Fernando, y aquellas moles de hierro, me viene a la memoria de otro derribo como fuera el del Palacio Central en calle O´donell, y donde tras mucho escabar para la nueva cimentación se encontraron resto de palos, origen de aquellas primeras viviendas (Lacustres) que tuvo la actual Sevilla.

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