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domingo, 31 de marzo de 2013

LA RADIO


         Si los olores de ajonjolí y canela, antes de que se inventara el mantecado de chocolate, y el incienso y el azahar o los puestos de melones y sandias, o los humos de las castañas asás marcaban nuestras primeros fundamentos sobre los ciclos estacionales, también la duración de los días, las lluvias y sus épocas, nos enseñaron a distinguir fechas, el calor y el frio, diferentes sentimientos y distintas sensaciones  de temporada.
          La radio nos ofreció las primeras nociones sobre el paso del tiempo. Sabíamos que los lunes a la hora de almorzar, el tío pepe y su sobrino se batirían el cobre en Radio Sevilla comentando  los resultados que el día antes sus respectivos equipos habían obtenido sobre el césped. Claro que con el arte, la guasa y la sabiduría con la  que los siglos nos dotaron a los sevillanos.
          Sabíamos también que luego, llegarían las novelas que expropiaban la siesta a nuestras madres, Ama Rosa, obra de Guillermo Sautier Casaseca, el mismo autor de la posterior y más recordada por las generaciones vivas “Simplemente Maria”, folletines melodramáticos precursores de los culebrones de la televisión.
          Que de noche, Alberto Oliveras nos conmovía el alma con su programa “Ustedes son formidables”, programa solidario basado en otro francés y que en la riada de 1961 en Sevilla recaudó tres millones de pesetas, una cantidad más que considerables para la época, y que también fue vivida por los sevillanos a través del micrófono de Bobby Deglané, artífice de la “Operación Clavel”, que remedió tanta desgracia en nuestra ciudad
          Intuíamos la hora de comienzo de “Matilde, Perico y Periquín”, serie inolvidable en la que el argumento central giraba en torno a las travesuras de un niño, Periquín al que prestaba su voz Matilde Vilariño, cuyos padres estaban encarnados en la voz por Matilde Conesa y Pedro Pablo Ayuso, a cuya muerte -1971- dejó de emitirse.
          Y en tiempo cuaresmal, “Cruz de guía” de Radio Sevilla, o “Saeta” de Radio Vida, de Carlos Schlatter, y en el que colaboraba el fallecido José Manuel del Castillo -a quien tuve el gusto de conocer e incluso de hacerle una presentación en uno de sus pregones-, programas cíclicos que nos sumergían en un mundo amable, que hoy se ha masificado, cuyas riendas han tomado costaleros y músicos y donde todo se vende, que ha perdido el encanto, la discreción y la elegancia y se ha cargado de estridencias y excesos.

         Aquella vieja radio de madera, confidente de tantas cosas, amiga en tantas incertidumbres, que vencía a la soledad -telefunken barnizada que enmudecía cuando se iba la luz-, que tenía su trono en el mueble principal y alrededor de la cual se sentaba la familia, sucumbió a la basura que vomita la caja tonta, al descrédito de lo humano, a la sátira despiadada y al todo vale que se empeñan en que consumamos, y que tristemente han impuesto como tobera de escape donde verter nuestras ansiedades.
 

2 comentarios:

  1. No, José luis, aquella radio pervive en nuestros recuerdos, y tú, una vez más rescatas de la memoria aquella radio tan entrañable y nombras la diversidad de programas que tanto nos divertimos, emociomamos, aprendimos...soñamos.
    Sí que la añoro, no voy a negarlo, y me daría una alegría que repusieran aquellos programas de: Matilde, Perico y Periquín, Los Porretas, La Zarzuela, Teatro de los Quinteros, El teatro en el aire...

    Gracias mil, por este valiosísimo escrito, que me has trasladado a mi más tierna infancia y a la juventud...de eso hace ya "taítantos" años, por lo menos...

    ¡Me has emocionado!


    ¡¡¡GRACIAS!!!

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  2. ¡Ah! no podía quedarme en el "tintero" aquellos programas:

    "conozca usted a sus vecinos"

    "El no de Lirola"

    "El Mago tralarán"...

    ¡Qué de recuerdos divertidos!

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