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miércoles, 16 de diciembre de 2015

LA ESTRELLA BEBE EN EL POZO

                Dice a Dios sus oraciones de noche, cuando se acuesta; antes de cerrar los ojos a su bondad se encomienda y El le da sus bendiciones desde su atalaya excelsa porque lleva en las entrañas un viril de vida eterna.  En un rincón de la estancia José duerme a pierna suelta para levantarse pronto que un largo viaje espera; dio de comer al borrico, preparó viandas frescas y dos  pellejos de agua  por si la calor aprieta, que el invierno admite a veces los rigores de esta tierra. Mientras, Maria, dormida, campiñas de raso sueña y al verde de su capote extiende ilusiones nuevas; en lo mejor de sus sueños, extrañas luces la inquietan y mira por la ventana guiada por la extrañeza. Los faros del universo  han venido a su presencia y alumbran la majestad  y el  garbo de su silueta astros, planetas, luceros,  y todas… todas las estrellas bajaron a su morada, abandonaron su estela dejando el  hueco en el cielo y se acercaron a verla; pero la estrella de Dios, la que a los magos orienta, la que señala el camino, quiso estar más cerca de ella y vino hasta su brocal a iluminar su belleza.
                La estrella bebe en el  pozo… Maria con gran sorpresa acude fervientemente, se sube sobre una piedra y se asoma como puede porque el vientre no la deja.  Cuelga del tul de su velo un canasto de varetas  y lo desliza hasta el fondo  a ver si puede cogerla.  Hasta arriba lo levanta, pero no viene la estrella… sino un colosal prodigio que boquiabierta la deja… Allí… se le presenta la vida, se le aparece la prenda ansiada de sus amores, el don que le prometiera el Arcángel San Gabriel,  anuncio de su grandeza,  un querubín de hermosura  de rizada cabellera y los ojos como un cielo de dulzura marinera.
                Ella le coge en sus brazos y con ternura  le besa, él  sonríe y le dedica  la miel de su boca fresca, con cuatro dientes que asoman jazmines de primavera, le va devolviendo besos como caricias de menta.  Ella retoza en el patio  con su cachorro juega, caballito al trote largo, al corro de la morera… vivan los guardias civiles que van por la carretera… al colmo de la alegría con cinco lobitos llega, y como no puede hacerle la sillita de la reina,  le brinda para mecerlo el columpio de sus trenzas.
                Ella y su niño en el patio colmados de dicha plena, ¡Qué maravilla de cuadro y qué estampa más risueña! ¡Qué sueño tan prodigioso, qué fantástica quimera! Pero, ay, dolor, poco duran esas hermosas escenas, porque los sueños son sueños, acaban igual que empiezan, y pasan a ser recuerdos cuando uno se despierta.
                -¡Maria, que ya es la hora, Maria, Maria, despierta! Vaya por Dios, qué oportuno su marido la desvela. Tiene el borrico cargado y la está esperando fuera, para ir a empadronarse a Belén, porque es su tierra.  Ya gozará de su niño pronto, nada más que vuelvan y llenará su carita de besos de madre nueva; ya jugará con los rizos de su bendita cabeza,  a disfrutar su perfume de florida rosaleda y acariciará la amable serenidad de su seda.
                Mañana será otro día y cuando acabe el sendero mantendrá el goce certero del sol de su compañía, ¡Qué suerte, tienes, María, que el Señor, a su manera, encontró la verdadera concesión de su cariño… ¡No te impacientes, que el  niño, nacerá cuando Él lo quiera!


José Luis Tirado Fernández

1 comentario:

  1. Te envidio, de veras envidio esas palabras tan hermosas con las que describes el sueño que tiene la Virgen soñando con el Niño que espera, que maravilla, y como me has emocionado, ya me imaginaba que tendríamos este regalo en estas fechas tan señalsdas, gracias pr eso un abrazoy buenas noches.

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