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lunes, 27 de octubre de 2014

PARQUE




Foto de José Luis Galván

Qué mejor sombra que tu sombra
para techar la incertidumbre de mi  infancia,
qué alfombra mejor que tu hojarasca,
qué mejor lienzo que la gama de tu flora.
Colgué mi pubertad de la corteza
del árbol patriarcal de tu paisaje,
un corazón que sangra savia,
un dardo agudo que atraviesa,
mi nombre, el nombre de ella.
Pajareando elipses en aludes.
viene más luz, más, y más intensa,
¿qué nueva rebelión en las alturas
remite a nuestros ojos
el solemne estallido de su fuerza?
¿Qué serán esos trinos que bajan de tus copas?
¡Qué huecos los rincones de tu estancia!
Si añoro los silencios de tus tardes,
aún más el  rumor de tus fontanas,
mi ánima, fatal, amigo parque,
envuelta en tus mañanas,
señalarte debo, un pero:
sólo te faltan manzanas.

Foto de José Luis Galván



José Luis Tirado Fernández

martes, 21 de octubre de 2014

VUELVE LA PLUMA NEGRA

              

  Hace tiempo que La Pluma Negra, seudónimo que utiliza mi amigo Pedro Sánchez Morilla, no interviene en el blog. Diversas causas han aplazado esta nueva entrega en la que, como todos saben, volverá a volcar emociones, conflictos y decepciones sobre sus personajes, transmitiendo al lector sus padecimientos y sus sentires. Espero que les guste, se la recomiendo.

***


     Nicolás estaba enamorado de su prima. Eso suponía un problema porque habían crecido juntos y ella era como una hija para sus padres. Aun habiendo compartido la niñez como hermanos, la pasión se había desatado en su corazón y lo que sentía por Emilia era amor. Nadie podía quitarle ese sentimiento El deseo era mayúsculo. Además mientras más lo sufría en silencio más evidente se volvía. ¿Cómo solucionar eso? La disyuntiva era clara. Evadía sus sentimientos e intentaba hacer una vida infeliz o seguía lo que su corazón le dictaba y desvelaba su secreto. Por supuesto que era un misterio. A nadie conocido se había atrevido Nicolás decir lo que sentía. Ni a sus primos, ni a sus hermanos ni tan siquiera a sus padres. A estos últimos no se atrevería jamás, pensaba.
     La naturalidad con la que Emilia le trataba era más caótica para él. Ella mantenía una relación de absoluta confianza. No hacía nada malo. Lo veía como a un hermano y su trato era cordial. Intimo sería lo  correcto.
     Emilia tenía un año menos que  él y ambos era los mayores de los hermanos. Pablo era como se llamaba el hermano de Nicolás. Y era este el primero que lo sabría. Estaba dispuesto a contárselo para saber cuál era su opinión. Si este lo aceptaba bien se atrevería a pedirles a sus tíos la mano de su prima.
     Pero, ¿qué opinaba Emilia de  Nicolás? El se lo preguntaba cientos de veces al día. Pensaría de él que es un chico atractivo. Fuerte. Simpático. O quizás no se habría fijado en esas cualidades y no veía más que lo evidente. Lo simplón y rasante que era. Porque Nicolás, cuándo tenía momento en los que la debilidad le podía pensaba de él que era del montón. Demasiado simplón y rasante. Tenía  una estatura media. Con el pelo rizado y encrespado. Más bien encrespado. La nariz era gorda y achatada y la piel oscura. Sin embargo, Emilia tenía una piel clara como el agua. Trasparente, pensaba Nicolás. Fina cómo las plumas de un cisne. Y sus ojos eran de una belleza inefable. Estaba tremendamente enamorado de Emilia.
     Su desdicha continuaría en silencio. No se atrevería a romper la armonía que existía entre las dos familias por un capricho. ¿Capricho? Pablo tenía que saberlo y opinar. Su hermano era la primera barrera que romper. Y además una opinión importante. Nicolás respetaba mucho las ideas de Pablo aunque este tuviera tan sólo quince años. Con un miedo tremendo. Como si estuviera hablando con su padre habló con él.
     No sabía por dónde empezar. Lo primero que hizo fue decirle que tenía que contarle algo en lo que le iba la vida y Pablo se asustó. Pensó que había tenido problemas con el juego o con alguna mafia. Su temor  era tremendo. Se aterró bastante. Tuvo el corazón cogido en un puño hasta que su hermano habló. La verdad es que cuando escuchó lo que Nicolás tenía que contarle  pensó  que una deuda de juego, si era pequeña, le hubiera caído mejor. ¿Cómo puedes ver a una hermana como a una mujer? Fue lo que le preguntó. Se dan muchos casos en los que los primos se casan y tienen hijos. Hay infinidad de ejemplo de esto. No es tan grave. Lo único es que haré daño a todos, ¿no?  Entonces, ¿qué puedo hacer? Le preguntó directamente al hermano. Habla con ellos, con nuestros padres. Y sobre todo habla con Emilia.
     Nicolás se armó de valor y fue a casa de Emilia y la invitó a que se sentara en el jardín con él. Primero le había dicho que tenía una cosa muy importante que contar. Ella dejo claro que no era una mujer para las cosas transcendentes. Nicolás le dijo que era la mujer ideal para esto y que la confianza que tenía en ella era ingente. Emilia dudo de lo que le decía de manera tan sería Nicolás. Entonces hizo lo que había venido a hacer. Confesó su amor a Emilia. Esta se quedo algo perturbada. No esperaba la confesión. Era lo último que hubiera pensado en este mundo, porque ella estaba destinada a Dios. Era la decisión que había tomado en secreto y que tan solo conocían sus padres. Nicolás quiso morir. Lo llevaba madurando desde hacía mucho tiempo y la decisión estaba tomada. Compartiría su destino con el rezo y la plegaria. Y con más hermanas. Tu, para mi serás un hermano al que le tendré un cariño especial pero mi vida está en la manos de Dios. Por supuesto que era una decisión sobre la que no discutiría con él. Había hecho bien en confiar en ella y haberle contado su secreto. Había hecho bien ella y ser sincera con la proposición de Nicolás. Por lo menos sabía que no competía con otro hombre sino que nada más y nada menos  que contra Dios.
     Nicolás volvió a casa y se acostó en la cama. Pasó algunas horas pensado en Emilia y en su decisión. Estaba impresionado. No le había notado nada en especial que hiciera presagiar su futuro. No era sencillo aceptarlo. Quizás no lo aceptaría nunca. Ella era especial para él. No tenía nada más que ofrecer en la vida que su amor a Emilia. Pero se le ocurrió una cosa y llevaría su determinación hacia el extremo. Haría carrera en el ejército. Así que hablo  con su padre. Espero la bendición de la madre y la comprensión de Pablo.  En esta breve historia de amor Dios y la patria habían ganado.

lA PLUMA NEGRA

sábado, 18 de octubre de 2014

NANCY, DOCTORA EN GITANERÍA


                Suelo seguir los twiter del crítico de flamenco del diario El Mundo, Manuel Martín Martín, porque algunas de sus citas, frases y letras son dignas de ser tenidas en cuenta, por su calidad, originalidad o desparpajo. Hace unas horas hizo la siguiente:

 "El flamenco está formado por muy escasas verdades y bellas mentiras que merecerían ser verdades" (Francisco Vallecillo)

                Y, casualmente, hace unos días se me vino a la mano un delicioso librito de Ramón J. Sender, llamado “Nancy, doctora en gitanería”, y que me regaló mi neoyorquino amigo Pepe, antes de asentarse definitivamente en U.S.A.


                Se trata de una secuela del anterior en la serie, “La Tesis de Nancy”, cuya trama desvela desde su condición de narrador un traductor, que es amigo de Betsy, una norteamericana que recibe  cartas de Nancy, su prima, quien, instalada en Alcalá de Guadaira, prepara una tesis sobre el habla andaluza y las costumbres de los españoles. Para ello, trata de documentarse ampliamente devorando libros y haciendo continuas consultas al diccionario intentando concordar los significados con lo que ella cree que significan, vive intensamente su singladura andaluza, y se enamora, naturalmente. Lo hace de un gitano, Curro, con quien entra en continuas colisiones por la diferencia entre sus culturas y maneras de ver las cosas, dándose a lo largo del texto divertidas situaciones o malentendidos. Ella trata de penetrar en el mundo gitano, pero traduce algunas veces, literalmente los giros o modos, de lo cual extrae sus propias conclusiones, que comparte con Betsy. Veamos alguna de ellas, referidas a lo flamenco.

LA SOLEÁ Y LOS GITANOS DE TARIFA

                >>Se dirá que son muchas complejidades ésas para poder vivir con los demás y consigo mismo, pero los gitanos tienen muchos más problemas que nosotros, ya que carecen de hogar fijo. Y esos problemas no los dejan día y noche. Y como no tienen leyes, tienen que tener costumbres, supersticiones mitos y brujeríos para cada caso.

Te dije que me esperaras
y vine y no estabas ya
marditos sean los duendes
que te me han hecho orvidá
y una queda en los caminos
y tú vas a la ciudad…
¡No eres un gitano fino!

                >>Esa es una soleá. Alrededor de la soleá hay todo un mundo también. Un ejemplo de soleá que a mí me parece  casi sublime es la de la “Verbena de la Paloma” y está directamente relacionada con un duende que se llama el sarnoso. Me extrañó ver un tipo de agente tan aparentemente vulgar y rústico incrustado en la delicadeza de la soleá.
                >>Pero eso forma parte de lo que decía antes sobre la dialéctica de los calés. Más adelante se verá un caso prodigioso en el que actúan todos esos elementos contradictorios o coincidentes, ofreciendo un ejemplo de los enormes peligros -con consecuencias trágicas- que puede haber en una manipulación equivocada de esas fuerzas semiocultas. Lo digo en serio y espero poderlo probar.

…que ya me han dicho los mengues
que no me sabes querer
eres poco hombre para eso
o yo soy mucha mujer…

                >>Pertenece la soleá al género de música que debía ser alegre como la seguiriya, pero es triste. No sé cuál es la causa. El mismo nombre soleá quiere decir soleada, es decir, sunny, como decimos en inglés, y eso quiere decir en nuestro idioma alegre…

                Así que Nancy, toda una doctora –pensará Betsy-, no sólo en gitanería sino en flamenco, hace un ejercicio de pragmática investigadora, y, a partir de lo que va adquiriendo, según su particularísimo punto de vista –por su formación, cultura, aficiones, etc.-, establece una definición de la soleá, su fundamento, y a la que concede incluso un carácter esotérico - elementos contradictorios o coincidentes, fuerzas semiocultas- para terminar con una rematadamente divertida conclusión sobre su etimología. Vamos, lo que hacen los flamencólogos.
                Les dejo un delicioso fragmento con el que remata el capítulo, dedicado a las malagueñas:

            >>El gitano fino sabe encender fuego con una mirada si el agente de la malagueña le es propicio. Pero eso no es posible en tierras como Vizcaya o Guipúzcoa, donde he dicho llueve cada día.
                >>Con el duende de la malagueña, un gitano puede hacer hablar también a un caballo sin domar. Pero no lo hacían a causa de la Inquisición, aunque en general la Inquisición no los molestaba, porque, como dice don Francisco de Moncada, en tiempos de Felipe III eran gente baja y sin medios para responder a los gastos del proceso.

                Verdad que sí, Don Francisco, que en gloria esté, escasas verdades y bellas mentiras. En este caso, graciosas y ocurrentes.


José Luis Tirado Fernández

lunes, 13 de octubre de 2014

PATIO

PARA CARMEN LEDESMA

                Tiene el duende una comadre que vive aquí, en Pelay Correa; es dueña de un aposento cerquita de la plazuela, y de vez en cuando y sin querer, ambos compadres se encuentran;  casualmente, esta noche, tenían ganas de fiesta. Los dos, vestidos, él de aguja y de guardainfantes ella, escucharon el compás que retumbaba en un corral que estaba por allí cerca. Llegaron por el zaguán y a través de la cancela, miraron las contraluces y escucharon lo que suena cada vez que dice un flamenco: “s´a terciao”, cuando se oficia una juerga. Invitados a que entraran, se dirigieron donde plateaba la hoguera.
                Sonaban palmas, guitarras, el patio se anegaba de belleza. Crepitaba en estallidos de tizones la candela, hendía vanos y rincones de sus húmedas pavesas y salpicaba el lugar de luces con diminutas esferas. Bailaba la gitana y brazo a brazo rescataba la neblina y apagaba las lucernas; con la noche de sus manos retorcía los luceros, y al recelo de su estela, hería de negros fruncidos los cuartos de la pelea.
                Picaba entonces palillos, pulgar, corazón, palmeta… y sus dedos eran llaves que cerraban y que abrían postigos y contrapuertas. Sus pies eran meteoritos que caían sobre la tierra, allí se estaba dejando los tacones y las suelas, verdugos de lo concreto, enemigos de las piedras. ¿Quién te manda, mujer, quién gobierna los pliegues de tus enaguas y el tintín de tus pulseras? Que el baile ha de ser formal… ¡No señora, ni pensarlo! no venda la burra vieja, no busque a viejos legados culturas, leyes ni reglas, que el baile no es un vestío para ponerle etiquetas…
                Ella siguió con lo suyo en su plantación de estrellas, su corazón no paraba de impulsar su sangre vieja, sobreponía al cansancio la plenitud de su fuerza y llevaba como faros sus clisos, siempre en estado de alerta. Bailaba, cierto, bailaba…  pero sin meterle prisa al tiempo; al momento disponía la gárgola de su inercia para acabar dividiendo las aguas de su marea, porque sabía, como saben las expertas, bailar sin rumbo preciso, pero siguiendo la estela, no se aislaba de los planos terrenales, ni traspasaba los límites de la loseta, pero era la espiritual alhaja del alma de quien la viera.
                Cantaron viejos gitanos coplas y cantes sin fecha,   gargantas  como cañones soltaban llantos de queja, de los jóvenes, que ansiosos, esperaban otra rueda. Hasta los niños cantaban con las narices en vela, y seguían las mocitas la brújula de sus trenzas, hasta que llegó el final, como todas las cosas llegan, tendiendo su sombra fría, e imponiendo su sentencia.
                Allí se quedó el rescoldo, las cenizas y sus huellas,  quedaron zapatos rotos y hasta camisas deshechas, Febo encendió sus fanales y se colocó a las riendas de la luz y los colores, dándole a Triana el gozo de otra mañanita fresca.
                Así que los dos compadres, cuando llenaron la cesta de tantas cosas vividas, apuntaron la receta y se fueron, entre risas, cada uno por su senda, pero la gracia y el duende, que eran dos almas gemelas,  se juraron mutuamente volver de nuevo a la hebra.
                El duende dijo a la gracia: ¡Comadre, que buen ratito,  vaya una noche completa! Condió, compare, hasta otra, y que sea pronto, contestó ella, ya sabe dónde está el arte, ¡y vuelva usted cuando quiera!


Con mi agradecimiento a mi amigo Pepe Montiel, por haber plasmado en tan bella foto todo el arte de Carmen


José Luis Tirado Fernández

sábado, 11 de octubre de 2014

EL CHÍCHARO DE TRIANA


              

                En esta ocasión, traemos al blog  el glosario de un cantaor modesto, poco conocido y que, a pesar  de tener documentada su familia otros cantes,  sólo se prodigaba como intérprete de saeta, difícil asignatura para un cantaor, dado que el desamparo musical al que se somete – ausencia de cualquier referencia sonora en la que apoyarse- desemboca no pocas veces en crestas imposibles de sostener o falta de lucimiento por bajadas de tono que casi siempre se deben al miedo escénico. Y es que es “mú” difícil cantar bien a una imagen devocional desde un balcón o a pie de calle, cuando miles de oídos se conjuran para escuchar lo que uno dice.    
                Como digo es cantaor poco conocido, y solamente en un libro, “Triana, la otra  orilla del flamenco  (II), 1931-1970 ” de Ángel Vela, he podido encontrar la referencia a su nombre. Dice: “Excelente saetero que cada Domingo de Ramos le cantaba a la Virgen de la Estrella en la Cava de los gitanos, imagen de la que era muy devoto, desde un balcón frente a la iglesia de San Jacinto y en franca competencia con la Niña de la Alfalfa y, más tarde, con su amigo Pepe Huelva; aquel cantaba saeta por martinete y Pepe por seguiriya y gregoriana. Todo un espectáculo. Chicharito vivió frente al colegio Reina Victoria, el gran edificio de Aníbal González (1909), y solía reunirse con amigos cantaores de la otra Cava como Manolo Oliver, El Teoro y, muy especialmente con Paco Taranto.”
                Por el mal estado en que me entregan el documento, tecleo y transcribo una entrevista de José María Gómez para “El Correo de Andalucía en 1981, año en que falleció.



Un popularísimo intérprete de la saeta “por martinetes” (SIC) –dentro de ese estilo moderno que se canta en sustitución de las antiguas (1) desde la segunda decena de este siglo, es Francisco Ponce Durán “El Chícharo de Triana”. Lo encontramos en la comida de hermandad de La Estrella. Está contento nuestro hombre porque hoy tiene “un buen día de garganta”

VIVIR LA SEMANA SANTA

-Los críticos, amigo Chícharo, le digo-, dicen que cantar la “saeta por martinete” es lo mismo que cantar un martinete con palabras propias de la saeta.
-Yo no quiero entrar en polémicas de esas, yo las canto “por martinete” y “por seguiriya”, tal y como lo hacía uno de los mejores cantaores de saetas del mundo: El Niño Gloria.
-¿Aprendiste de ese artista?
-Sí, señor. Yo me arrimé al Gloria cuando contaba diecinueve años de edad, y hoy tengo sesenta y nueve.
-¿No ha podido usted evolucionar y haber variado el estilo? (2)
-¿Variarlo, dice usted? El Chícharo cantará la saeta “por seguiriya y “por martinete” hasta que se muera.
-¿Cuántas ha cantado usted en tantos años de andar por la  vida, de ver la Semana Santa?
-Tres o cuatro mil. Por cierto, que llevo cantándole a la Estrella más años que la Niña de la Alfalfa.
-¿Y qué número canta usted en cada Semana Santa?
- Ciento cincuenta en Sevilla; luego las que canto en los pueblos.     
           
LOS QUE PERDURAN

-¿Tienes cofradías fijas?
-Si, hombre, mire: la Estrella, el Domingo de Ramos; Santa Marta el lunes; Javieres, el martes; Panaderos, el miércoles; los Caballos de Santa Catalina, el jueves; la Esperanza Macarena, la “madrugá”, y la O, el viernes por la tarde.
-¿Dejaste algún año de cantar tus saetas?
-Bueno, como dejar, creo que nunca, aunque sí lo he tenido que hacer con una faringitis o con un resfriado.
-¿Cómo es que un trianero canta a la Virgen de la Esperanza Macarena y no a la de Triana?
-Sí que le canto, ya lo creo que le canto. A la Macarena le canto en la madrugá, pero a la de mi barrio lo hago en la comida de hermandad. Son cosas del oficio ¿sabe? (3)
-¿Qué me dice de los artistas actuales?
-Que estamos quedando muy pocos, Peregil, Angelita Yruela y Pili del Castillo, refiriéndome a los que seguimos al pie del cañón, porque el Rerre se prodiga muy poco, y Rogelio, su hija y Pepe Cárdenas se han retirado.
-¿Has ganado premios?
-No, no, porque no me he presentado a ninguno. Mi cosa es cantar en las entradas y salidas de las cofradías.
-¿Cómo conserva usted tan fresca la voz?
-Cuidándola, no fumando ni bebiendo en exceso.
-¿Cantas más saetas a los Cristos que  a las Vírgenes?
-Igual por igual. Para que la saeta tenga ambiente depende del capataza, de los costaleros y, naturalmente, de la gente.
-¿Cuándo empieza usted a vivir ese clima?
-¿El de la Semana Santa? Pues dos mese antes, desde que comienzan las comidas de hermandades.
-¿Qué porvenir tiene la saeta?
-Muy penoso, porque faltan artistas, porque no veo jóvenes valores. Ya verá, ya verá cuando terminemos los tres o cuatro que quedamos. (4)
¿Por qué el Chícharo de Triana?
-Primero por devoción y con el fin de ganarme unas pesetas, aunque gracias a Dios no necesito darme esos ajetreos; claro que también pica la afición.


NACIDO EN LA CAVA DE LOS GITANOS

-¿Qué recuerda con más cariño de su vida de su saetero?
-Fue en la Semana Santa del año 1960, en que nos reunimos para cantar Manuel Mairena, Rerre y un servidor, para cantar a la Macarena. Como canté yo aquella noche, no he vuelto a cantar en mi vida.
-¿Inspirado?
-Aquello fue la gloria, mire usted
-¿Se puede decir que el Chícharo es gitano?
-No, porque no lo soy. Nací en la cava de los gitanos y me he criado entre ellos, pero no lo soy.
-¿Quiénes han sido los monstruos del cante de Triana?
-Gordillo, Oliver, Abadía y el Goro. Este último no ha estado por encima de todos. (SIC)
-El Chícharo, pese a la noche excepcional aquella de 1960, ha cantado hoy con gran inspiración, con una voz fresca y vigorosa increíbles.
Ya veremos cómo está el Domingo de Ramos cuando la Estrella trianera llegue a su capilla, después de repartir su gracia por las calles de la ciudad.

Tenemos, por tanto, la semblanza flamenca de un cantaor trianero, Francisco Ponce Galván, nacido en la Cava de los gitanos en 1912 y fallecido en 1981, discípulo, según sus declaraciones, de Rafael Ramos Antúnez, Niño Gloria, llamado “El Chícharo de Triana”, apodo heredado de su padre, por ser éste de baja estatura y de rolliza complexión, de profesión albañil, aunque en su juventud trabajó en los tejares de la vega y que terminó sus días habitando en la barriada del Carmen. Su familia guarda grabaciones caseras que me han prometido, para colgarlas en este blog, una vez salvadas las dificultades de pasar cintas a formato digital. Desde aquí mi agradecimiento por su colaboración inestimable y la aportación a la historia de nuestro arte.



(1) El periodista habla de las saetas por martinetes que han sustituido a las “antiguas”, y die bien, pero no aclara que las saetas antiguas eran demasiado planas como para haber sobrevivido a estos tiempos (mediados del XX y hogaño)
(2) El estilo lo varía cada intérprete que lo canta, el periodista quiere decir “personalizar”, pero Chícharo contesta de forma categórica.
(3) Una ramificación del “cuartito”, y que aún perdura en algunas hermandades, es la amenización, por lo general a los postres, de dicha comida anual, contratando a saeteros de prestigio. En ese año, 1981, estaba en candelero “Peregil”, quien, por supuesto, cobraba por su cante.
(4) Aquí vaticina Chícharo lo que actualmente está pasando, que la cantidad se está comiendo a la calidad, y escasos artistas del flamenco se aventuran con la saeta, al menos en la calle, salvo honrosas excepciones, como Chiquetete o Paco Taranto que de vez en cuando ponen su pica alta.


José Luis Tirado Fernández

martes, 7 de octubre de 2014

TRIANA VS BIENAL - EL MANTONCILLO DE TRIANA

        Aviso: yo no soy un crítico de flamenco, sólo escribiré mi opinión sobre lo que pude ver y escuchar



       El pasado sábado, tuve el gusto de acudir al teatro Quintero, local que todos los sevillanos recordaremos con añoranza por haber sido durante tantos años el cine Pathé, primera sala estable de proyección de cinematógrafo en Sevilla, y cuyo edificio fue diseñado por D. Juan Talavera y Heredia. El público se entreveía más flamenco de lo habitual, contando con algunos artistas que fueron a ver cosas buenas; cerca de donde me senté se hallaba Pepe Torres, que nos dejó tan buen sabor de boca en el hotel Triana hace unos días.
           He querido titular esta entrada así, porque me parece una respuesta adecuada a la poca cancha que le han dado en la bienal a los artistas de Triana; se ha llenado el local, compitiendo con tres eventos de la Bienal. Un éxito. Cuando estrenaron la obra, no pude acudir, en aquel caso, al Lope de Vega, porque lo programaron un martes de Enero, pero esta vez no quise dejarlo atrás.


SELECTA NEVERÍA

El espectáculo toma el nombre del local de José Lérida sito en Alfarería, cuyo ambiente recrea sobre el escenario. Mostrador, mesas, sillas y las paredes decoradas con motivos flamencos y taurinos. Encendió las luces José, que era el oficiante, aunque intervino posteriormente en una pataíta, dispuesto a abrir el establecimiento, y encendió la radio. Sonó entonces la voz de Tomás cantando su debla, que a mí personalmente, y por la debilidad que siento por el hermano de Pastora, me hicieron estremecerme. En esa escenificación, fueron llegando los “clientes”, Chiquetete, su hijo Fran Cortés, Emilio Caracafé, Guillermo Manzano, Manuel Molina, Antonio El Cordobés y por ausencia de Paco Vega, accidentado, intervino al baile el joven Luis Peña, que me gustó. Carmen Ledesma y Joaquina Amaya tomaron asiento junto a los guitarristas, quedando en pie los varones, junto a la barra. Comenzó Caracafé con unas fantasías a compás de tango con Camarón asomado a su guitarra, ya que recreaba en sus cuerdas viejos aires que el de la Isla cantaba.


LA LOTERA


Era mi primita hermana
una lindísima lotera,
se manda a jasé un vestío
y no le paga a la costurera...
(El Titi)


Salu vega hacia el papel de vendedora; nos traía flores y cupones y bailó unos graciosos compases trianeros en dos ocasiones. Todos brindaban y se felicitaban, entonces Antonio Cortés se sentó junto a su hijo y nos dejó unos tientos sutiles, aunque noto que Antonio no respira como cuando en el ochenta le escuché en el Lope; volvemos siempre a lo mismo. El tiempo, que no perdona. Marcó entonces unas bulerias para que Luis Peña y El cordobés se lucieran, para volver a la calma de la soleá alfarera que Antonio bordó, y que Carmen señalaba esmeradamente sobre la tarima como puntos cardinales sobre los que debe discurrir el baile. Ese baile. Entonces es cuando nuestra lotera acentuó los tangos del Titi cn esos movimientos antiguos, pausados, etéreos, y que cada vez son más raros de ver.


¿SEVILLANAS?


Chiquetete inundó el mercado discográfico en los ochenta de singles con sus sevillanas. Poca gente sabe que es el intérprete que más discos de ese tipo ha vendido en España, por encima de Julio Y Raphael, que no es poco. Pero su sencillez y bonhomía le llevan a amar sus raices por encima de todo, y no olvida sus cantes, incluidas las sevillanas, que nos dejó para que las bailaran en parejas, Carmen y Luis y Antonio y Joaquina.
Antes, y para dar paso a este estilo, Emilio Caracafé tocó con firmes y bien consentidos punteos cuatro y otras tantas Fran Cortés.


UNA VOZ DE TIEMPOS PASADOS


Guillermo Manzano hizo una salida sin referencia musical alguna, cosa muy dificil y que pocos cantaores consiguen, para enmarcar unas bulerias en las que las guitarras entraron a la perfección. Buen oido, mejor voz, profunda, de otro tiempo. Bailaron entonces Antonio y Luis unos ensayados pasos al unísono y Carmen Ledesma bailó unos tangos de Triana en los que volvieron a aparecer Carmen la del Titi y la Calzona; sabe esta bailaora dónde pisa. El espectáculo avanzaba sin que nos diéramos cuenta.

¿TE ACUERDAS?


Entablaron, sentados, Manuel Molina y Chiquetete un diálogo sobre sus correrias de chiquillo, de concursos de radio, del Pegaso número cinco (Tardón), de chistes de toros que se arriman a las tablas (carpinteros), que me evocaron las charlas que manteníamos mi amigo Paco y yo cada uno con su guitarra y con el remoquete de ¿te acuerdas? Cantaron los dos amigos vieja canciones por cuplé por bulería que jalearon desde las butacas.
Manuel Molina, en su línea, agarró la guitarra, se la pegó a la oreja izquierda y entonó sus bulerías, las que él mismo escribe, las de siempre:


Imagínate que un día
se te acabara el dinero,
dime, ¿qué te quedaria?


Estoy en Triana
y sólo al cruzar el puente
se me cambia el panorama.


En una orilla Triana
en la otra orilla Sevilla
a ver qué rio en el mundo
tiene mejores orillas.


Vi después el pie izquierdo de Caracafé, que era la batuta que dirigia todo aquel entramado de compás. Guillermo cantaba tangos, todos bailaban. Luego su fandango, templado, ajustado, sobrio:


Criticando a los demás
la gente se divierte
criticando a los demás
si yo no he criticao a nadie
ni lo pienso criticá
porque yo vivo a mi aire.


Pararla ahí. Por cierto, esta tarde le he felicitado en la gasolinera, donde hemos coincidido. -¡Guillermo, no cantas bien! -¿Te ha gustao?, yo me alegro. Adiós.


MOMENTO MÁGICO


Y los pelos como escarpias. Fran le dedicaba a su Padre unas bulerias de su propia cosecha donde le elogia, acompañándose él mismo, cosa que a mí personalmente no me sale, o me cuesta muchísimo trabajo. Le decía que era un gigante, como persona y cantaor, y entre la letra, le deslizaba con todo el amor filial: “una estrella que no se apaga”, intercalando trozos de sus antiguas canciones. Un momento que valió por casi todo.
Se dieron dos finales de fiesta, uno en el que bailó Salu Vega y Joaquina que sacó a Molina, que también se marca sus patás, como Dios manda. Y el definitivo, entre todos, al que el público dedicó una ovación por bulerías que hizo salir varias veces a saludar a los artistas. Ojalá vuelva a repetirse. Volveré.

José Luis Tirado Fernández


viernes, 3 de octubre de 2014

OIDO EN LA BARRA DEL BAR VIII


Dos hombres razonan delante de la barra, tomando café.
-Criterio comercial es lo que falta, hombre. -Pues diga usted que sí…
-Mercadona monta un supermercado en el cementerio y…
-Va la gente…
-No, se levantan los muertos a comprar.
***
Los mismos, continúan la conversación.
-¿Qué clase media, si eso ya no existe? Eso era antiguamente, él, corbata y caballo y a gozar del campo y el casino, ella se quitaba el vestío, lo lavaba y se lo volvía a poner…
-Mejor que ahora, que ven llegar al pariente y dicen: ese Mercedes último modelo que está en la puerta es de mi cuñao… qué güena gente… o a veces, ¿quién, ése, el de los remiendos en los pantalones? No lo conozco de ná… si te pide pa´ comer le das una cuchara…
***
Creo que las setas de la Encarnación son ejemplo claro para esta ciudad como la circunstancia de alguien que compra un televisor de última generación, el más avanzado y de mayor tamaño del mercado, y luego no tiene para pagar la luz y se la cortan.
***
-Pasé por la velá y vi a la policía que tenía parado a un chaval, le reconocí, era un gitanillo con el pelo ensortijado, mú gracioso, familia de los Amador, de los Pata Negra y de Juan José, me parece que le llamaban Joselito, no me acuerdo bien, a lo mejor era Currito.
-Y ¿por qué lo tenían parado?
-No sé, llevaba una bicicleta con la muela de afilar, la tenía apoyada en la pared. Uno de los agentes le pedía el carné de identidad y éste le decía señalando a las casetas:
-¿El carné? ¿Y el carné pa´qué, si aquí me conoce tó el mundo?
***
Un cantaor acaba su actuación y el público, en pie, le grita: ¡Otra, otra, otra! El cantaor hace el bis y le vuelven a pedir otra y otra, hasta que el hombre se disculpa, alegando que mañana tenía que cantar en otro sitio. Desde las primeras filas, escucha una voz: ¡Tú vas a estar cantando aquí hasta que aprendas!



José Luis Tirado Fernández