El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

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jueves, 27 de febrero de 2025

DE TRIANA AL POLIGONO


La casita donde yo habitaba 

como era de polvito y arena 

el vientecito se la llevaba

Los que hemos nacido en la época justa para haber vivido los coletazos finales del arte de los corrales trianeros y a la vez haber podido comprobar la evolución de los trianeros llevados a habitar barriadas tan lejanas a Triana, somos testigos de toda una revolución, si bien no inherente al flamenco, si a la forma de vida y convivencia de la gente que abandonaron su barrio y fueron llevados a pequeñas casas o pisos, donde se alejaron de sus vecinos, considerados familia solidaria en momentos malos, y donde adquirieron, porqué no, una mejora de su calidad de vida en lo que respecta a habitabilidad, ya que aquellas habitaciones donde podían llegar a dormir tres generaciones a la vez, no eran el mejor sitio aunque se hallaran en el barrio más famoso del mundo, el de más arte, de más solera, con más buena gente, pero también con un índice superior de pobreza. En mi caso, con retretes comunes a los que mi abuela no me dejaba ir, porque había ratas como borricos. Me ponía en la sala un cubo con agua donde hacia mis necesidades y luego ella iba a vaciarlo. El pilón de agua, donde se hacían los fregados y se cogía agua, era el sitio donde estaba el único grifo de todo el corral. Los lavaderos también eran compartidos, y allí discutían las mujeres mientras hacían la colada, y donde también se solía escuchar algún cantecito, alguna copla, o una vueltecita por tangos.

Estos apuntes de aquella vida, en casas donde se producían derrumbes o  caídas de tejas frecuentemente, y donde nacía una higuera por accidente en la cornisa de la azotea,  podrían hacerse extensivos también al barrio de San Julián, formidable núcleo de viviendas de familias humildes y que sufrió una transformación brutal en poco menos de diez años. Recuerdo Baturone y a su alrededor los grandes solares que habían dejado los derribos, que incluso fueron utilizados en mi niñez para ubicar un pequeño parque de atracciones, hasta que empezaron las obras que conformaron las calles Corinto y Aceituno tal como hoy podemos verlas. O a la Macarena y su arrabal, donde nacieron El Pinto y Vallejo, también cuajada de este tipo de viviendas, y, en general, toda Sevilla, San Bernardo, las puertas históricas, la Calzada, el centro, la Alameda…

De allí, de sus casas, sacaron a tantos sevillanos que me resulta difícil entender cómo alguien nacido en esta urbe no tiene ningún familiar afectado por aquella diáspora. El término no es una cursilada, se trata de un inmenso movimiento de familias a las cuales llevaron a vivir a sitios muy distantes de donde habían nacido y crecido, donde habían amado y procreado, donde habían aprendido a cantar o a bailar, a tocar la guitarra, a recitar. Comenzó a mediados de los sesenta y su final vino a coincidir con la época de la reforma democrática; la muerte del dictador (1975), a la que curiosamente, y aunque no sea razonable ni ético justificar ese sistema de gobierno en el que se obliga a pensar de manera uniforme a todos los seres humanos, se puede anotar como tanto a su favor, la construcción de tantos y tantos pisos como se entregaron a trabajadores de bajos ingresos y poco -por tanto- poder adquisitivo, a los que se ofreció la posibilidad de adquirir una vivienda, pisos en su mayor parte, pagando módicas cantidades mensuales y haciendo un pago inicial de una entrada asequible.

Mientras se construían aquellos pisos, todo el Polígono Norte, las Tres Mil, las nuevas zonas de San Pablo, etc., había que alojarles en algún sitio. Para ello se inventaron los “refugios”, lugares provisionales y fabricados a toda prisa, y que luego fueron destruidos y asolados. Sobre algunos se edificaron pisos de lujo, y en uno muy significativo que recuerdo, se levantó un ambulatorio, el de Maria Auxiliadora, que anteriormente había sido cochera de los tranvías de Sevilla, en cuyo viejo y vetusto edificio de ladrillo visto, y haciendo unas separaciones algunas veces con mantas entre las infraviviendas, se alojaron muchos sevillanos. También les llevaron a sitios como La Corchuela –yo viví allí-, también hoy asolado refugio para los desalojos por ruina o desahucios de aquellos entrañables patios de brocales y macetas, un lugar de casitas sencillas, con patio interior compartido con otros tres vecinos y con agua de pozo en los grifos, aunque el Ayuntamiento acarreaba a diario agua potable a unos depósitos situados en el centro del poblado, de donde se aprovisionaba las familias.

Calle de la Corchuela

Anterior y efímero, el refugio de “Los Merinales” acogió también a algunos habitantes de patios, cuya anécdota más significativa es que había sido un campo de concentración y lugar de dormitorios de los presos republicanos que construyeron el canal del bajo Guadalquivir, conocido entre nosotros por el “canal de los presos”. Recuerdo los barracones, divididos por tabiques que conformaban las viviendas, que se reducían a una sala y un dormitorio interior sin ventanas, con luz pero sin agua corriente, y la antigua capilla del campamento, junto a la fuente del agua, hoy también desaparecida, con una imagen de la Virgen.

José Luis Tirado Fernández 




lunes, 30 de septiembre de 2024

ALEJANDRA

 

ALEJANDRA

 



                Llegó. Como una exhalación de abril, sigiloso y sorpresivo, como un gorrión que no se atreve a tomar la miga pero al final se decide y pica. Paró sus andares y dudó por un momento, Me preguntó que si podía sentarse a comer. En el banco, al sol, se estaba bien. Primavera, día laborable, no había mucha gente, en fin.

                San Jacinto sin turistas, tiene más encanto, aunque prefiero que los haya. Por los bares, por los buscavías. Enfrente, más a la derecha, estaba Jesús Heredia, sentado en un velador con otro flamenco, y le entonaba por lo bajini  alguna tonailla. Nubes altas y desabridas aparecieron de golpe, el  hombre miró hacia lo alto y movió  la cabeza.

                Yo, que estaba más pendiente del cante de Jesús,  no le prestaba demasiada atención, hasta que abrió una bolsa y sacó un envase de plástico  que contenía un guiso.  Creo que lentejas con habichuelas. Le miré. -¿Las monjas? Asintió mientras daba un gran mordisco al bollo que tenía en la mano izquierda. De bocado en bocado, me contaba su historia.

                Me vinieron al compás las canciones de Triana y el “Encuentro fugaz”:


Quería hablarme de la luna

 

y no había visto nunca el mar

 

no tenía más fortuna

 

que unos sueños que quería

 

dejar volar.

                No quería venderme ningún reloj. Me dijo que su último empleo fue en la Feria. Hace dos años que no se celebra. Me fue narrando, mientras trasegaba aquel pan de cielo, como la rueda dentada del tiempo se había comido su vida, la cruz de esa soledad que padecía, la añoranza de su arraigo y la dura ausencia de seres que amaba.

                Con lo que recibía de las ayudas, no llegaba para alquilar una habitación y sostenerse. No me dijo que su casa era la calle, pero lo presentí. Vivía con sus sobrinos y su hermana, hasta que ella le puso los trastos en la calle. Sesenta y uno. Solo. Lamenté no poder hacer nada por él, o de alguna manera, aliviar su desesperanza. Nada me pidió.

                Después de un rato de compartir incertidumbres, llegó la hora de despedirnos. Le dije adiós y me dirigí a suspirar al mar del Altozano. Cuantas lágrimas desembocaron allí, y a veces, cuánta esperanza. Jesús, el ecijano, el cantaor, quedó también atrás, sentado con su amigo. Creo que lo último que le escuché fue la cabal trianera, ahora, más pura, más autentica, más real.

Mi hermana Alejandra

a la calle me echó.

Dios se lo pague a mi primo el gallego

que me arrecogió.

 

José Luis Tirado Fernández

lunes, 12 de junio de 2023

FLAMENCOS VS. COFRADES. NO HAY COLOR.


 

                Así te dije, Rafael. El enunciado sería “El arte se come al arte”.  El mundo cofrade gira dentro del universo del arte, y en él alarga sus tentáculos.  Se desarrolla, no ya como un planeta autárquico y alejado de las disciplinas simultáneas, sino como una enfermedad invasiva que impone su ley.  Y lo hace libremente, sin medida y sin freno, porque no lleva caminando detrás suyo ninguna otra actividad que pudiera sustituirlo o recortarlo.

FLAMENCOS CONTRA VIENTO Y MAREA

                El arte flamenco se nutre de múltiples y diversas actividades, las consabidas y fundamentales cante, guitarra, piano, baile, sobre todo baile, donde se tienen en cuenta otras tales como poesía, pregones, percusión, teatro, pintura, etc. El ámbito de los núcleos familiares de siempre, trasladados a otros barrios, a otros pueblos, en el caso de Triana y Sevilla, es el que sigue aportando la calidad en todas esas disciplinas. Llámense Granaíno, Fernández, Moraos, Vizárraga, Reyes, perdón por las omisiones, y poco más.

Farruquito y familia.

Se han dado débiles intentos por ampliarlo hasta el rap, fomentados por académicos y gente de cátedra (dibújese aquí un icono de admiración), que llegan a comparar a ¿artistas? que desafinan descaradamente con Pastora. *(Aquí los alegatos contra la pureza, pero mejor en Navidad, para que os feliciten). Sólo han conseguido el asombro de la afición y la desazón y el desaliento entre los que luchan por lo nuestro. 

El flamenco sí tiene feroces competidores. Desde la ópera –Sevilla es una ciudad que llena teatros cuando hay funciones, y hay muchas- al rock, el funk, el pop, tantas y tantas… Viene Bob Dylan a Sevilla y me agrada, pero me meto a ver las entradas ¡y sale por 130 pavos la más barata! Y se llena.

Compite también con otras,  que se suponen pertenecen a nuestro mundo. Como es el caso de los grupos que son llamados “nuevo flamenco” y los que más grima me dan  los “flamenkitos” y esa puede ser una competidora más feroz aún porque trabaja desde dentro.

COFRADES VS. TODO

                El primer cofrade, admirador de todas sus facetas, entusiasta y militante, sería yo. A mi me gusta hasta el olor de la cera en el suelo cuando ha pasado una cofradía. Pero los capillas somos legión, y hemos vendido tanto y tan bien nuestro espacio, ritos y costumbres que hemos creado una fiera, una soguilla que se enreda al cuerpo sin saberlo.

                Es muchísimo más antiguo que el flamenco, pero aunque ambos están vivos y coleando, su cuerpo luce joven y ágil y se encuentra en un momento de reproducción activa.  Ha sobrevivido al tiempo y las modas y crece en aspectos conocidos y tradicionales como orfebrería, bordado,  talla y dorado, costura, carpintería artística, lencería, pintura religiosa, floristería, música.

Además se está colando en otros aspectos tales como la moda, el merchandising, la asistencia social y sanitaria, construcción y mantenimiento de hospitales y escuelas en el tercer mundo, bolsas de trabajo propias. Y en política incluso, ya que los políticos no se olvidan visitar hermandades en épocas electorales, y cada cual pertenece a una, incluido los de izquierda, Kichi del nazareno de Cádiz, Susana Diaz de la O, en fin una hornada diversa y fiel hasta los huesos.

Si la historia del flamenco fuera una naranja, la historia de las cofradías se aproximaría a un edificio de muchísimas plantas. Sus raíces se hunden en el XIII, ya que San Fernando entró en Sevilla y existían unas hermandades de santones que a pesar de no tener demostración científica, se supone que virando en sus creencias, sustentaron algunas, existentes hoy en día o no, pues esa sería la ápoca hermética y menos conocida de su protohistoria. Diversas, porque ya en el XIV se fundaron hermandades de negros y otras de mulatos, existentes. Democráticas, porque en todas las épocas las decisiones se tomaron en cabildos con los hermanos levantando el dedito.

Pedro el Granaíno se entrega al Señor de los Gitanos

"Que se callen las cornetas
y que espere la mañana
porque está entrando en Campana
Jesús con la cruz a cuestas
y tiene sangre gitana.


Y poseen los cofrades un cante, inscrito en el árbol del flamenco, que les pertenece por derecho. ¿Qué sería si no de las saetas sin cuaresma y sin Semana Santa? Y lo mejor, o lo peor, según quien lea, es que no tiene quien empuje, como indicamos al principio. Las otras religiones, son mucho más estrictas en esos sentidos. Austeras, adustas y como Dios manda. Así que ni flores. ¡Ah! además tienen detrás a la Iglesia, ¿me has entendido, Sancho?

 

Jesús Despojado. La Esperanza de María.

La imagen de Jesús Despojado fue realizada en la cárcel de Sevilla, durante la posguerra, 
por un preso político llamado Antonio Perea.

José Luis Tirado Fernández

miércoles, 9 de marzo de 2022

LA PRIMERA BOFETÁ

                Este año la recibí en la Magdalena. No sé si entró por el costero izquierdo o por su contrario. Supe que en mi tierra se puede oler la luz y concederse uno mismo ese derecho. Venían en sus rayos voces de añoranza y de recuerdo. Fue un golpe eléctrico, un fogonazo intenso y cegador.

                Me hizo cambiar el paso, regresar a donde siempre, asomarme a los balcones del sueño.

                Fui consciente entonces de lo imperceptible, y maduré los pasos para hacerlos leves, suaves y pausados, para no dañar un segundo de tan descomunal momento.

                Y volví atrás a recuperar ese tiempo, a ese noviciado que nunca debemos renunciar, y volver a andar los viejos caminos; así supe quien soy o quien quiero ser, en esa enseñanza, en esa forma ineludible de entenderlo.

                Pasé otra vez por su sendero, mágica proporción del amor y su universo. Y viví de nuevo lo amado.

                Volver a tu morada, saber de Ti

                Complacerme en tu color, tu mirada, tu bramante, ser nuevamente el niño que iba a verte a San Antonio, y ser feliz de nuevo.

                Si la belleza está en los ojos de quien mira, la poesía está en el corazón de quien la siente. Creo saber por dónde, y por dónde no. Mi tiempo no ha pasado y me siento libre. Creo saber porqué, y porqué sigo insistiendo. Y creo que hallaré más luz allá donde la adivino. Lento. Y mi dolor es también entender que existe gente que no sabe de qué va la primavera.



José Luis Tirado Fernández


domingo, 7 de noviembre de 2021

 


Tú, delante, caminando,
y yo, detrás, porque creo.
Tú delante, marca el paso,
que yo soy el cirineo.

José Luis Tirado Fernández

miércoles, 20 de octubre de 2021

PRESENTE

 


Yo no voy a San Lorenzo
que yo voy donde tú estés,
porque me dijo mi padre:
quien no quiere al Gran Poder
no puede querer a nadie.

José Luis Tirado Fernández

jueves, 15 de abril de 2021

LA SOLEDAD DEL TRANSEÚNTE


                Lo que no sabía es que la soledad se contagia. Sentirla. Padecerla, o mejor, estar dentro de ella. Ni una brisa siquiera que te advierta de la realidad presente. Ni la sombra de una golondrina que rompa el monótono discurrir de los pasos, el fino paño del lienzo que configura tu mirada, por mucho que te acerques.

                O por más que te acerques.

                Entonces te acunas en tus recuerdos. Tus viejos paseos, tus sueños pasados o cumplidos, en tus suspiros, viejos, pasados u olvidados. La vieja fuente, el mismo escalón, el puestecillo de tabaco de la esquina, la torre y sus jaramagos, el mirador, el balcón, la reja y los caliches.

                La soledad no engaña. Ahora también solos los arriates, las flores y la hojarasca, y solas las fuentes que sucumben a las patas de los vándalos. Qué miedo de soledad.

                Una ciudad tan sola no es la mía. Es su fantasma. Sola, vencida por un diminuto bacilo oriental, inesperado e inoportuno. No es ciudad, sino ruina, espectro que entrega su belleza a las ausencias, que no es nada sin la gente. Bella, si, pero vencida.

                Soledad contra espíritu. Martillo que se estrella en los credos, sombra que corre por las paredes como una lagartija, ceniza que invade sus callejas y sus templos.

                Soledad feroz que aísla y acota las devociones, los mitos y las costumbres. Que niega la pasión, los abrazos y las sonrisas.

                Que manda sobre los sitios, los ambientes, las huellas y los rincones.

                Que no es paz, sino tristeza, que pinta la emoción con la nostalgia, y lastima el corazón con la distancia. Péndulo que marca la derrota y presta a la conciencia la huella de otro tiempo.

José Luis Tirado Fernández

 

 

 

jueves, 11 de marzo de 2021

NO LO SABEN ELLOS BIEN

Voy por San Luis y me encuentro en la pared semejante dibujo:


    Creo que se trata de una plantilla. Una de esas de chapa que se troquela y a la cual se le pasa un rodillo con pintura y el resultado es este. Recordé los tiempos de clandestinidad de los rojos de aquel tiempo, más honrados, más comprometidos y más coherentes que los actuales. En nuestro caso, usábamos una imprentilla que llamábamos la "vietnamita" y con la cual se imprimían las octavillas de manera artesana y más rápido que una por una.

Pastora con Luisa Ortega
EL ICONO

    Seguramente sea una promoción de la exposición pictórica que se ubica en la calle Cardenal Spinola, donde por cierto estuve la semana pasada. Me asomé tímidamente y un jambo con una guitarra en la mano... ¡¡¡óle!!! me invitó a pasar. La primera intención que tuve fue pedirle que me acompañara una siguiriya, pero entre la mascarilla, el ambiente de desconfianza del cov19, y el frío, lo dejé pasar. Pasar, pasé, y estuve viendo los cuadros. Me regocijaba ver tanta y tanta imagen de Pastora, y alguno en los que se reproducia las caras de mujeres flamencas, como Fernanda, Serrana, Serneta, la Niña de la Puebla, etc.





    La verdad es que me ha gustado; no entiendo la intención, pero me agrada mucho ver que uno o muchos se acuerdan de Pastora y hacen una demostración icónica de su rostro. Han retirado del original la peineta y le han puesto otra con una leyenda: ARTE. No lo saben ellos bien-

José Luis Tirado Fernández

miércoles, 20 de enero de 2021

MI ABUELITO VENDIA BORRICOS

    Ese que usted ve ahí, Paco, el trajinero, el marido de Manolita, él, de La Algaba, ella, sevillana de la Alameda, Ciegos y Peral, casados y con domicilio en Butrón 19... ¡¿Cómo, pero que dice usted?! ¿Donde vivia con su familia y dicen que nació Pastora?. Pues sí, ahí mismo, en el mismo corral, cerquita de la Puerta Osario y de San Román. Esos son mis tatarabuelos.


    Francisco, el último de la fila, el herrero, estuvo preso cuatro años por atentado a la autoridad.

    El otro, Salvador, el cuarto de la lista, ése mismo, el que se casó con mi bisabuela Rosenda, el que estuvo en Cuba y regresó forrado de oro y tenia tierras de cultivo en la Cartuja. Si, el mismo que aparece en la lista de pasajeros de la isla de Ellis en 1905, el dueño del anillo con el indio Jerónimo y sus plumas en oro y piedras preciosa ¿Dónde andará?


José Luis Tirado Fernández

martes, 25 de agosto de 2020

FLAMENCO Y GRAN PODER

 

                Es el icono religioso y popular del pueblo sevillano. Aquí resulta difícil mirar para cualquier lado sin encontrarnos con su imagen; azulejos estampas, cuadros, figuritas, medallas, tatuajes, platos, llaveros, y así multitud de objetos que forman parte de nuestro día a día y que hemos incorporado al paisaje de nuestra mirada como algo familiar y cotidiano.

Foto de la Cadena SER

                De mi infancia, las personas vestidas con su hábito, camisa o vestido morado y cordón amarillo al cuello. Llevaban ese atuendo por una promesa o por una gracia concedida. Han dejado de usarse.

                Su influjo, no sólo religioso sino como imagen de gran influencia emocional, ha motivado desde siempre a artistas de distintas ramas, desde músicos a pintores, poetas, directores de cine, y como no podía dejar de serlo, numen y aliento de cantaores.

                Muchos han sido los que le han invocado en sus letras, por eso será tarea ardua nombrar todos y cada uno de los que lo han hecho. Se incluirán solamente los más trascendentes, siendo ya de por sí una lista amplia y significativa. En el flamenco está muy presente, no sólo en saetas, sino en soleares, siguiriyas y fandangos, incluso en bulerías, como estas de Fernanda y Bernarda, que lo nombraban mucho:

 bulerías cané

El Gran Poder este año está enfadao

no escucha las trompetas de los armaos

mira que pena

que este año no sale la Macarena

Todo el mundo nos separa (Bulerías)

Lo que tú haces conmigo

el del Gran Poder es muy grande

y te va a mandá un castigo

Inéditas

Si lo salvas Padre mío
en silencio te juré
en tus manos lo confío
que eres el del Gran Poder

 

LA DEVOCIÓN DE MANOLO CARACOL

                Caracol cantó a muchas imágenes; solía cantarle al Cristo de los Gitanos desde el balcón del Uno de San Román las mañanas de Viernes Santo, y fue hermano de la corporación junto a su hija Luisa y su yerno Arturo. Parece ser que también fue miembro de una gestora que dirigió la Hermandad  de los Gitanos a principios de los cincuenta, pero vivía en Madrid y fue poca su aportación a la misma. También cruzaba el río y se daba baños de arte entre sus gitanos de la Cava, le cantaba a la Esperanza en la calle Pureza, como puede apreciarse:

                Cuestionada su sevillanía en algún medio, donde pude leer con ojos de plato que Caracol nació en Sevilla porque casualmente su padre estaba de mozo de espadas de su primo Joselito, me resulta necesario hacer algún alto en este tema. Para nacer se necesita una madre ¿bien?, y la suya vivía en Sevilla, en la Alameda, donde conoció a Caracol el del Bulto. ¿O es que Manuel Ortega Fernández tenía el carisma de poder parir?

                Tres pasiones fundamentales, junto a su familia y seres queridos tenía Caracol:

* El flamenco, del que no se vistió, sino al que dejó vestido.

* El Sevilla Fútbol Club, equipo al que veneraba; suya la anécdota de que cuando ganó la Liga, cogió una papa que le llevó al hospital. Ello le impidió invitar a cenar los jugadores que habían lograda la hazaña. ¿Qué hubiera hecho Manuel en la actualidad, con su equipo coronado con seis copas de la UEFA?

Calles de Sevilla engalanadas

* El Gran Poder, Señor de Sevilla y al cual tenía tal respeto, que, cuando iba a cantarle desde un balcón en Conde de Barajas, fue agasajado por la dueña de la casa antes de que llegara el Señor.

-Manué, ¿se le apetece una copita de coñac?

-No, muchas gracias.

-¿De whisky?

-No gracias.

¿De vino, de champán, una torrija, un pestiño?

Caracol negaba y negaba, hasta que decidió pedirle a la señora una cosa muy curiosa.

-Tráigame un poco de colonia.

-¿Colonia? ¿Pero… porqué?

-Porque quiero oler bien cuando tenga que enfrentarme con El.

Sevilla duele. Y su marca jamás desaparece. Manuel Ortega Juárez, bautizado a sus plantas, casado ante su divina presencia, debió, más de una vez cuando cantaba y no podía de dónde le llegaba el poder para continuar. En ese y en otros momentos del “Señor, por dónde tiro”, en el que todos hemos sufrido el desaliento, siempre en la espera de su Gran Poder.

En esta saeta, de altísimo registro, Caracol dibuja el ambiente callado y fervoroso de la plaza, pendiente entera de la cara del Señor.

Pinceles y al lienzo,

no hay un pintor que traslade

la plaza de San Lorenzo

ni tu carita, Gran Poder,

en tan profundo silencio.

                En esta otra, más técnica y más caracolera, donde Manuel abraza el nombre de Dios como suyo, expresando lo que siente dentro del corazón ante la imagen que venera el pueblo de Sevilla.

Entre las dos y las tres

el corazón se me para

cuando yo le veo la cara

a mi Jesús del Gran Poder

como se le para al pueblo sevillano

cuando te ve la cara, Gran Poder.

 

                Y la letra de un fandango magistral, que dejó grabado.

 

Le tengo ofrecío al Gran Poder

dos candelabros de oro

si me hace aborrecer

tanto como se lo imploro

pa´ los restos a esa mujer.

                                                                                 

MANUEL VALLEJO                                                                         

…excepcionales fueron sus actuaciones por saetas en la semana santa de su Sevilla natal, sobre todo ante el Cristo del Gran Poder, en la Plaza de San Lorenzo, del que era fervoroso seguIdor… (de Wikipedia)

Fandango de Manuel Vallejo:

A la Virgen de la Esperanza

yo mis penas le conté

y como esta señora es buena

me mandó a ver al Gran Poder

y ese me alivió las penas


El Liberal de Sevilla marzo de 1932


PANSEQUITO

                Le conozco dos fandangos, uno aparece en YouTube:

Le pregunté al Gran Poder

porqué miraba pal  suelo

Le pregunté al Gran Poder

y me contestó: pa´ oír

las pisás del costalero

 

                Y otro con más enjundia y más calidad literaria, más métrico:

 

Gran Poder, tira la cruz

y bájate ya del paso

Gran Poder… tira la cruz,

que aquí está el pueblo andaluz

que quiere darte un abrazo,

bastante has sufrío tú.

 

MANUEL AGUJETAS

                Nos dejó este fandango:

Como si el Gran Poder fueras
tú tienes que llevar una cruz
tú no sabías inocente
que yo valgo más que tú
anda y pregúntaselo tú a la gente

PEPE PINTO

                José Torres Garzón, aunque macareno de nacimiento, también profesaba gran veneración por el Señor de Sevilla. Saetero de balcón, dejó impresionadas algunas saetas magistrales. Presente:

Ahí tenéis presente al Gran Poder,
con la cruz sobre sus hombros;
fijarse despacio en él.
El mirarlo causa asombro
de santo y bueno que es.

                Y en el estilo martinetero, también:

Ya estoy viendo al Gran Poder

saliendo de su capilla

del silencio profundo

que guarda aquella placita,

que cuando asoma el madero

únicamente se oye

el pisar del costalero.

 

GABRIEL MORENO

                Un fandanguero de enjundia, cantaba una levantica con la siguiente letra:

Yo vi una mujer un día
pidiéndole al Gran Poder
por un hijo que tenía
que de su casita se le fue
y muy sola se sentía.

LA PAQUERA

                Nunca pongo de Jerez porque  ella es universal. Diciendo Paquera lo demás sobra, porque no tiene igual. Cantaba el siguiente fandango:

 

La Esperanza Macarena

y el Señor del Gran Poder

son los que alivian mis penas

y me corre su querer

por la sangre de mis venas.

 

CARMEN AMAYA

                Dejó grabado este fandango:


Llorando yo me vi un día

a los pies del Gran Poder

yo lloraba arrepentía

porque me engañó otra vez

el hombre que más quería.

 

NARANJITO DE TRIANA

                Es la devoción universal, pero en lo referente a Sevilla, todo sevillano es del Gran Poder. Podrá ser macareno, pero del Señor, o de san Bernardo, lo mismo, o de Triana, nacido en la calle Fabié, pero con este fervor, estilo Gloria:

               

Cuando entres en la iglesia,

fíjate en el Gran Poder

tiene agachá la cabeza

y se está mirando el pie

pa´ no verte cuando rezas.

 

LA NIÑA DE LOS PEINES

                No podía faltar Pastora, quien habitó la Alameda hasta la muerte, tan sevillana como sus devociones, Santa Lucía, en la iglesia de Santa Catalina, y el Señor del Gran Poder. Cantaba y dejó grabada estas colombianas:

Al señor del Gran Poder
le alumbran cuatro faroles
y a mí me están alumbrando
tus ojitos que eran dos soles
y al Señor del Gran Poder
le alumbran cuatro faroles.

EL NIÑO GLORIA

                Rafael Ramos Antúnez, que posee uno de los fandangos personales más bellos del flamenco, vivió en la Calle de Jesús del Gran Poder, junto a su hermana Manuela la Sorda, muy cerquita de donde vive el Señor. Era uno de los asiduos en los balcones, junto a su hermana Luisa “La Pompi” y tiene numerosas letras de saetas al Gran Poder. Por fandangos, este, uno de los más conocidos de Gloria.

Por tus condiciones malas

te tiene que castigar

aquel que está en San Lorenzo

con la túnica morá

y la cruz del sufrimiento.

 

ANTONIO NUÑEZ CHOCOLATE

                Dejamos para el final la figura de Antonio Núñez, por ser, posiblemente, quien más letras ha dedicado al Gran Poder. Una muestra amplia:

 

Fandangos de desengaño:

Ya no voy al Gran Poder

que yo me voy a otra iglesia

porque me acuerdo, mujer,

de toas tus falsas promesas

y me da vergüenza de él.

 

A San Lorenzo a rezar
va los viernes una mujer
y le píe a El Gran Poder
lo que no le puede dar
porque lo engañó una vez.

Oraciones

Al Señor del Gran Poder

yo le vi rezarle un día

y le oí cómo decía

cuando le besaba el pie:

No quiero ser de la vía.

 

De las cosas de la vida. El Gran Poder también es la imagen del sufrimiento.

Este se lo escuché en La Rinconada a Pedro el Granaíno, atribuido también a Chocolate:

Va llorando El Gran Poder
que está en tu cuello colgado
porque hasta el pan le has negado
a la que a ti te había dao el ser
a la calle tú la has tirao.

Entre sueños el otro día

me lo dijo el Gran Poder

qué equivocación la mía

es cargar con esta cruz

pa ´que la gente se ría

 

También se los cantaba a pares, como en esta grabación:

Yo le pedí aborrecerte

y El Gran Poder me escuchó

porque de tanto quererte

yo iba a perder la razón,

y ahora que Dios te de suerte.

 

Mira lo que estoy yo sufriendo

Gran Poder, fíjate en mí,

desde que te conocí

estoy viviendo un infierno

del que no puedo salir.

 

José Luis Tirado Fernández