El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

LUCERO


LUCERO
Suelta de apuntes.

            Llegamos aquella tarde del colegio, como una más de tantas.  Entonces el horario de los escolares era un poco diferente al actual, teníamos clases vespertinas, hasta las siete de la tarde. Traíamos el tiempo justo, antes de que se hiciera de noche, de llegar a casa, soltar el babi, coger la lima o el balón, correr, correr hasta la plazuela. Una tarde, una de tantas.  Pero Lucero no estaba. De siempre, los hermanos Laguna le llevaban la cena, y terminaba con los restos de los bocadillos que no nos apetecían. Sí, nos apetecían, pero se los guardábamos. No usaba su rabo tanto por eficaz espantamoscas, que como palmaria manifestación de que era llegada la hora de comer, o mejor, la salida de colegio, y nos veía llegar. Aquella tarde, no.
            Nacieron los seres humanos para ser libres; los perros, para tener dueño y ser fieles. Este no lo tenía, aunque todos y ninguno lo éramos a la vez.
            Este era blanco y negro… o negro y blanco, que el negro estiliza y el blanco no ofende, o mejor, era un pálido sabanil picado de polilla o un capuz nocturno en un callejón oscuro con manchas de estrella. Es igual, para nosotros, era santo y seña de la ternura.

Una espina que no cabe en mi memoria.

El mayor orgullo de su genética
era un ligero aire a cincuenta cruces de raza,
perro Lucero, negro y blanco.
Un día, se lo llevaron los laceros;
era un sin papeles;
dormía en la calle;
no lo vi, pero de seguro sé
que cuando se le acercó el hombre del lazo,
movió el rabo.
            El viejo vagabundo que le hizo compañía durante tantas lunas, siempre lo decía; lo miraba y lo decía: menea más la cola que una cometa.
            Corrimos y corrimos y llegamos al laboratorio municipal antes de que cerrara. Nos atendió un funcionario, nos llevó hasta las jaulas construidas sobre la pared, como se fabrican los nichos en el cementerio, y nos informó de los requisitos para que Lucero no fuera gaseado. Allí estaba, en estado de

Ansiedad o  agitación
Confusión
Mareos, vértigo, desmayos
Sudoración profusa, piel húmeda
Pulso rápido pero débil
Respiración superficial


            Al vernos aparecer rompió en llanto, un llanto perruno que nunca olvidaré, agudo y penetrante y que hubiera enternecido el corazón de un verdugo si no fuera porque aquel hombre estaba allí ganando el pan de su gente y nos ayudó en todo lo que pudo, aunque pienso que en un momento dado iba a coger las llaves de la jaula y nos lo iba a devolver. No fue así. Nos escribió en una hoja de papel las obligaciones:

-Una persona mayor de edad que se declare dueña del animal.
-Una serie de vacunas que le deberán ser puestas antes der abandonar el laboratorio.
-Un plazo, pasado el cual, será sacrificado.
-Un dinero que penaliza el hecho de que el perro carezca de todo lo anterior.
-La aclaración pertinente de que la leyenda popular mediante la cual se cree que los perros sacrificados son convertidos en salchichas, es mentira.


recogemos cartones, un plazo, hay que entregar antes del día tal
laboratorio municipal…. perrera…
Contábamos las monedas en secreto a la luz de una vela dentro del derribo de la antigua fundición

las mariposas cumplían años en el barrio, porque todas se acercaban a la hora de soplar la vela,
            No recuerdo cuantas tardes dedicamos a recoger cartones, amontonarlos en una fundición abandonada y llevarlos a la calle Alberto Lista donde los recogían y pagaban mezquinamente.
un moreno Nestlé, enano y maloliente, mal encarado y desagradable, nos pesaba el género, y por si acaso le colábamos un adoquín, lo examinaba atentamente.
magnifico inquilino del barrio; pudimos conseguir que Lucero pudiera morir de viejo.





Digo nuestro perro porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad…

José Luis Tirado Fernández

6 comentarios:

  1. Cuánta ternura, José Luis, y cuántos recuerdos me traes; te pongo el comentario con un nudo en la garganta. A mi última perrita me la mató un coche, ya esta bastante sorda, y lloré como mucha gente no se puede imaginar. Le escribí un libro no sé si lo habrás leído (Etiqueta la Poética: "Mi Chica Carry) y en la Etiqueta "La Presentación", precisamente con la música -Callejeros_"Perros abandonados" para la Asociación El Buen Amigo de los Palacios. Como siempre felicidades y abrazos.

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  2. Desde pequeña,creci al lado de un perro. Primero en casa de mis padres,,mas tarde en mi casa . El ultimo se llamaba Beethoven. Era MI perro,recuerdo su mirada,tenia conmigo una compenetracion extraordinaria,. El sabia con solo mirarme que paso habia que dar,,que era lo que yo queria. Salia con él de paseo y no hacia falta atarle,era respetuoso con la gente y con el ammbiente,tal y como yo le habia enseñado. Tuve que sacrificarle ya de mayor por una enfermedaad grave que cogio. Aún recuerdo su mirada,su ultima mirada. Le lloré igual que se llora a un ser querido,porque para mi fué alguien que me dió calor y amor durante e tiempo que 3estuvimos juntos.

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  3. Verdaderamente emotivo.

    Gracias José Luis.

    Un abrazo: Pepe Gómez

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  4. La sensibilidad que manifiestas al relatar esta historia de tu niñez señala que tuviste una infancia plena de felicidad. Las peripecias y aventurillas porque Lucero se quedara hasta el fin de su tiempo con vosotros, ya mozalbetes,indica responsabilidad y nobleza.Las amarguras sufridas, te curtieron para soportar las penas que habrían de llegar después. Enhorabuena por ser así.

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  5. Una historia muy emotiva, profunda, desgarrada, a veces, sobre todo didáctica. Propia de un alma altamente sensible como la tuya...
    ¡Que Dios te bendiga!

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  6. Querido hermano .que grande eres no me canso de alabarte,yo no puedo seguir escribiendo tu sabe mi cariño por los animales y los perros son mi faboritos gracias poeta ,garan hombre abrazos

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