El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

lunes, 29 de octubre de 2012

MI HOMENAJE A MANUEL PAREJA OBREGÓN


Dedicado a Manuel Pareja Obregón

… pero como tú, ninguno.

 

I

Sevilla tiene una cosa

que solo tiene Sevilla,

la flor de la buganvilla

que sube por sus puntales,

la risa de los chavales

y la mujer de mantilla.

Y tiene además Sevilla

en la mismísima orilla

la Maestranza,  su clamor,

y el muelle de Nueva York,

que también es de Sevilla.

Y al vestir de nazarena,

música de muñidor

que conmueve cuando suena

los centros de su dolor.

II

Sevilla tiene una cosa

que solo tiene Sevilla,

susurro de tonadilla,

la musa de los poetas,

el bordón y la falseta

el rasgueo y la cejilla.

Y tiene además Sevilla

bañada de manzanilla

una fiesta de colores

y las gitanas con flores

que también son de Sevilla.

Y  es que Sevilla en abril

pinta sobre pañoletas

volutas rojas y añil

del frontón de sus casetas.

 

III

 

Sevilla tiene una cosa

que solo tiene Sevilla,

y en infantil seguidilla,

la ternura y los detalles

en navidad por sus calles

al son de la campanilla.

Y tiene además Sevilla

debajo de su toquilla

purísima y  blanca luz,

las hermanas de la cruz,

que también son de Sevilla.

Y Sor Ángela se asoma

al zaguán de su convento

cuando salen las palomas

a aliviar los sufrimientos.

 

IV

Sevilla tiene una cosa

que solo tiene Sevilla,

expirando en la otra orilla,

muere al amor de Triana

con su imagen sobrehumana

el Cachorro en su capilla.

Y tiene además Sevilla

también en calle Castilla

una O color moreno

y a Jesús el nazareno,

que también son de Sevilla.

Y cautiva en su belleza,

y afligida en su dolor,

tiene en la calle Pureza

la Esperanza de su amor.

 

Estos poemas son de mi autoría, sobre el esquema de las sevillanas “Que también es de Sevilla”, de mi admirado Manuel Pareja Obregón.

 
 José Luis Tirado Fernández

domingo, 28 de octubre de 2012

PEDRO RICARDO MIÑO Y ANOUSHA SHANKAR


         De Pedro Ricardo Miño queda poco por decir, no soy yo el más indicado, sólo que es hijo de Ricardo Miño, el gran guitarrista trianero, y de Pepa Montes, la bailaora. Sirva esta entrada para dejar constancia de la calidad de nuestro flamenco actual, capaz de doblegar exigencias musicales allí donde se presenta, tanto como de su intérpretes, su sentimiento, su técnica y su esfuerzo. En este video pueden ustedes aprovechar tres minutos de autentico lujo.
         Y apreciar de paso la forma de tocar el sitar de  Anoushka Shankar, hija del famoso y recordado, por su amistad con George Harrison de los Beatles, Ravi Skankar. También, la "dificultad" que tiene para seguir el compás de la bulería. ¡Anda que no! Gitana, gitana.
        Siempre me ha parecido un instrumento complicado; aquí en España lo popularizó el trianero Gualberto, y al inconveniente de su larguísimo mástil debo añadir que su afinación también debe ser complicada, dado el gran número de registros que tiene su clavijero. Me gustaría tocarlo algún día. Mientras, me quedo con este video, creo que merece la pena.



 José Luis Tirado Fernández

martes, 16 de octubre de 2012

TRIANA


Azotea de las delicias

que nuestra infancia cruzó;

mirador de los corrales,

pipas de melón al sol.

 

Quincalla de espejos nuevos

que a los sentidos engaña,

nostalgias que se quedaron

pendientes de la cucaña.

 

Calle del río,

novia de mis inquietudes,

amiga de mis suspiros.

 

Barquitas que por el agua

son como lienzos de azúcar;

nardos que flagela el viento

caminito de Sanlúcar.

 

Y a paso lento

se ven entre los geranios

serenos sus movimientos.

 

Mirada de ojos de niño,

dardos de esperanza blanca,

flecos de los mantoncillos

que asoman por la baranda.

 

¿Qué tiene el puente

que le disputa la torre

la orilla que tiene  enfrente?

 

José Luis Tirado Fernández

 

lunes, 8 de octubre de 2012

SOLEARES DE ALCALÁ


Cupido andaba cortando

las rositas del jardín

y se quedaba escuchando

la soleá de Joaquín.


Las horitas del reloj

nadie las espera, prima

como las espero yo.


La luna blanca en el cielo;

en la venta de platilla

le daba forma al modelo.


Callejuela de San Juan

ni adoquines ni poyetes,

unos vienen y otros van.


José Luis Tirado Fernández

LOS TERCIOS EN EL CANTE


         Para cada entendido del cante, para cada aficionado, los tercios son una cosa distinta. Será por tanto, una reflexión personal y una opinión libre sobre este arte en el que me criaron, el concepto en el que he venido a “istinguí” qué, cómo pueden ser o cómo se disponen los tercios del cante flamenco.

         Encasillar las formas del cante flamenco es tarea de locos, y si alguien ha conseguido alguna vez definir de una manera precisa alguna de sus particularidades, luego ha venido otro a desmentirlo con unas formas nuevas y más formales. Difícil y complicado.

         Lo que he estado leyendo hasta ahora, no me aparta de la idea que tengo  forjada sobre el tema. Por lo general, y en búsquedas intensivas en internet y otros textos en papel, se considera a los tercios como uno de los versos que forman una composición flamenca.

Lo que opinan los investigadores

          Carmen González-Amor Sánchez, una cantaora y ponente en un congreso de investigación del flamenco de la Universidad de Sevilla, y bajo el título “Del verso escrito al tercio cantado: una reflexión sobre la bulería” define los tercios de esta manera:

          La copla o letra flamenca corresponde en su parte literaria a una estrofa métrica, que está compuesta normalmente por dos, tres o cuatro versos; estos, cuando están referidos a la copla cantada, se llaman tercios.”

         Si dos versos pueden quedar encadenados por un “ligao”, entonces, ¿en qué se queda el tercio? ¿serian dos versos?

         También circula la opinión que amplía el concepto de tercio a toda una estrofa; lo deduzco por esta afirmación, contenida también en la página “Didáctica del flamenco”, de la Junta de Andalucía. Dicen los responsables de esta web que las falsetas de la guitarra son “Ejecuciones a la guitarra que efectúa el tocaor para completar los espacios entre los tercios del cante”.  Y lo deduzco porque si el guitarrista tuviera que hacer una a cada verso que remata el cantaor, no tendría falsetas preparadas para tanto parón, y los cantes se harían interminables. Está clara entonces la idea  de la estrofa considerada como tercio, y tampoco coincide con mi intuición.

                  Si alguien sabe de cante, si alguien ha escuchado mas cante que nadie, si ha conocido flamencos, si ha investigado nuestro arte y su historia, ese es Pierre Lefranc. Sin embargo, en este caso, me deja como estaba. En su libro “El cante jondo.  Del territorio a los repertorios: tonás, siguiriyas, soleares", apunta sobre el tema, con tal rigurosidad y esmero como caben a su entendimiento y buen criterio, lo siguiente:

         “El  texto – llamémosle estrofa, letra o copla- constituye el pedestal del cante y proporciona un primer punto de apoyo, pero para la descripción su utilidades desigual. Ora se suceden en orden normal los tres o cuatro versos que lo componen sin que ninguno de ellos se repita, ora unas repeticiones, omisiones de un verso o vueltas para atrás siembran en él una dosis variable de imprevisto, ora es objeto de una suerte de trituración vehemente que lo hace añicos. En ese caso como en otros, topamos con la zona de lo accidental, que una vez superada permite, sin embargo, percibir fenómenos relativamente estables de encuadre recíprocos entre un texto y un cante, es decir entre los versos que componen el texto, el orden y las eventuales sorpresas de su secuencia, la o las pausas y la sucesión de las frases melódicas  que van a ser evocadas. Tal encuadre puede aclarar la fórmula de una familia de cantes o el esquema de un cante particular.

         En cuanto a frases melódicas, demuestra la observación que los cantes del tipo más frecuente descansa siempre sobre dos, tres, rara vez cuatro grandes frases estructurales –con el sentido de enunciados textuales cantados-, que son los pilares olas columnas de soporte del cante, y que pueden aislarse sin artificio ya que están separados por una, dos, a veces tres pausas, en general claramente señaladas. Son esas grandes frases las que hace falta alcanzar, en particular por medio de una indispensable distinción entre las repeticiones que son obligatorias, estructurales y consecutivas de un cante, y los redoblamientos, que son libres –por consiguiente accidentales y del orden de las variables- y que dependen a la vez de la estética y de la expresión del cantaor. Dicha diferenciación acarrea entre otras la constatación siguiente: en los cantes de tipo más frecuente, la cuarta”. Aquí, Lefranc inserta una nota al pie que dice: “De ahí la necesidad absoluta de comparar interpretaciones distintas para aprehender lo que  constituye un cante. Dentro de este enfoque no cabe la palabra “tercio”, puesto que un uso más extenso y más flexible de la palabra ha permitido descubrir hasta ocho llamados “tercios” en un cante. Como esos tercios incluyen tanto las repeticiones (estructurales)  como los redoblamientos (facultativos), la palabra “tercio” deja de ser útil dado que, para que cada descripción quede clara, habría que indicar antes que nada en cuál de esos dos sentidos la palabra se va a utilizar”.

         Así que, fíjate por dónde, después de toda una vida refiriéndonos a los tercios, llega Lefranc y los niega; o al menos propone distinguir cuándo y en qué contexto debe utilizarse. Pero yo le entiendo, o creo entenderle. Es tan corto el amor y es tan largo el olvido, como decía Neruda, que después de haber utilizado el término durante toda la vida, habrá que prepararse para utilizarlo cuando cuadre y nada más. Pero el alma del flamenco no admite encasillamientos, y el amor a mis tradiciones me lleva a seguir utilizándolo, y siempre desde el respeto fundamental que nos debemos los flamencos. Vamos allá.

         No sé de donde recibe el nombre, si por la frecuente costumbre del uso ternario en el flamenco, o por otra razón desconocida; lo cierto es que lo hemos recibido así.

         Para comenzar, lo que el poeta escribe, -a veces se trata de la misma persona-, el cantaor lo transforma en suyo. Quiero decir que ni el texto será el mismo en el papel que en la voz de quien lo hace, ni el ritmo literario será respetado en todos los casos. Cuántas y cuántas letras del flamenco antiguo, heredadas de la tradición oral familiar o popular, no se ajustan a la métrica ni a los cánones de la poesía si esta los tuviera, que esa es otra.

         A mi me parece que el tercio obedece a un golpe de pulmón. Ahí puede caber una de esas frases estructurales de la que nos habla Lefranc, pero también una o más secuencias melismáticas, el “ligao” de dos o más versos, algún “embuste” y varios ayes. Creo que si se para a respirar se puede dar por concluido el tercio.

         Escuchemos esta soleá de Manuel Torre. La letra, en términos literarios, sería:

Pérdidas que aguardan ganancias

son caudales redoblados;

estoy tan hecho a perder

que cuando gano me enfado.

         Los tercios, según los canta Manuel:

Tercio: Pérdidas que aguardan ganancias

Tercio: Pérdidas que aguardan ganancias>>>son caudales redoblaos

Tercio: estoy tan hecho a perder ayyyay>>>que cuando gano me enfado

Tercio: estoy tan hecho a perder ayyyay>>>que cuando gano me enfado


          El tercio es lo que se acaba a cada paso, lo que el cantaor va dejando a lo largo de la composición, o mejor, una de sus partes, y que viene determinado por su capacidad, bien pulmonar, o por el “ligao” que es capaz de ejecutar. De impecable belleza tonal y llenos de compás eran los de Tomás.

         En esta soleá no sólo podemos apreciar el talento artístico de Tomás, sino su potencial de armonización flamenca. En la segunda estrofa, apreciaremos primero, la letra, la siguiente:

Yo nunca a mi ley falté

que te tengo tan presente

como la primera vez 

         Tomás enuncia primero, para acabar haciendo de un tirón todo el cuerpo de la estrofa, mediante su “ligao” mágico. Un lujo.

Tercio: Yo nunca a mi ley falté

Tercio: Nunca de mi ley falte>>>que te tengo tan presente>>>como la primera vez

  

         No sólo se alargan los versos; así como puede alargarse todo un verso, dos o tres como hemos comprobado, también se puede cargar sobre una única vocal toda una estructura melismática que puede acabar con todo el aire acumulado, dar lugar al alivio respiratorio y representar entonces un tercio. Por ahora, no se me ocurre nada más. Me voy al inicio: esto es una reflexión personal y una opinión libre, y también comencé con un: “Encasillar las formas del cante flamenco es tarea de locos”. ¿Y qué hago yo aquí? Pues me clareo.

sábado, 6 de octubre de 2012

DESENCUENTROS


Foto de José Luis Galván

 
Cuando  te subordino / la inspiración, te  entrego

el cofre donde vela / nuestro  adorado  sueño,

el ansia con que sopla / la vela de mi empeño

se rasga. Al abanico / de  la  ilusión me pliego

y cicatrizo heridas / de cuchillos sin dueño.

Primavera pujante, / gigante que doblego,

sombras y vendavales / cuando a tu tiempo llego.

Jardín de la alegría, / oxigeno abrileño.

Mis esperanzas, todas; / ¡Qué darte, sin medida!

si vas cuando yo vengo, / absurdo desatino,

vuelve hacia mí tus ojos, / pues soy tu prisionero.

Cada vez que en tu vientre, / lugar  tan placentero,

viví el amor de nuevo / y hallé nuevo camino

a tus entrañas, huerto / donde sembrar la vida.
/
 

José Luis Tirado Fernández
Foto de José Luis Galván