El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

viernes, 17 de febrero de 2012

LAS HERMANDADES APÓCRIFAS DE SEVILLA


    Dentro de nuestro mundo cofrade, y considerando las nuevas formas que éste, desde mediados del XX hasta nuestros días va adoptando -capítulo aparte merece y sería digno de un estudio pormenorizado, aunque creo que alguien ya lo está haciendo-, no sólo han proliferado las hermandades de barrio, establecidas y consolidadas alrededor de una imagen de Cristo (preferentemente un cautivo), o bien la honrosa excepción de alguna instaurada en pleno casco antiguo, o también el caso muy particular de alguna hermandad creada a partir de una devoción antigua que, según sus reglas nuevas se trata de aquella otra extinguida u olvidada en los anaqueles de los archivos de una vetusta parroquia, sino que se dan otro tipo de "hermandades" que han ido apareciendo de manera espontánea y que son coetáneas a estas otras antes mencionadas.

       Estas otras hermandades a las que voy a referirme no tienen reglas, cultos, Hermano mayor, Juntas de gobierno ni sede canónica. Están en la calle, algunas viven y mueren en los bares, y otras se desarrollan en Cuaresma y mueren el Domingo de Resurrección, con el último golpe de tambor en Santa Marina.

       Puede tratarse de gente que se “colegia” para desarrollar tal o cual actividad siempre a tiempo parcial, que se trata personalmente únicamente en esas fechas y que se olvida con la facilidad de la lectura del termómetro hasta el año próximo. No conozco todas las que son, pero sí hablaré de las que están, y de las que conozco, y a las que pertenezco.

       Igual que los costaleros y capataces -o cada uno por su lado- mantienen un mundo propio y distante del sentido catequético y evangelizador que preconizan las Santas Reglas de todas las Hermandades, es verdad y tengo que decirlo, que conozco a muchos costaleros comprometidos con esas premisas, núcleo fundamental de la propia existencia de estas corporaciones religiosas, también grupos de afinidad en artes o disciplinas relacionadas con la Semana Santa, de igual manera consonantes -o no- con los fines para los que fue concebida, se reúne alrededor de esas actividades sin ningún ánimo de lucro y sin otra intención que la de satisfacer unas inquietudes que a muchos sirve (nos sirve) para llenar un vacío intelectual o artístico que, lejos de este ambiente sería difícil de satisfacer.

       En el mundo de la saeta debería hacer un apartado entre grupos de saeteros que se relacionan a través de un conocimiento personal de muchos años, porque suelen encontrarse en eventos organizados por Colegios profesionales, asociaciones, Distritos, o por las propias hermandades, y otro distinto y distante, el formado por alumnos de cursos impartidos en talleres de centros cívicos, grupos parroquiales o incluso dentro de una hermandad. Dentro del primer grupo, aunque de todo hay en la viña del Señor, se pueden encontrar grandes saeteros y siguiriyeros cabales; dentro del segundo es más difícil, aunque también los haya. En ninguno de los dos, existe una estrecha relación con el flamenco. Se canta en cuaresma y en Semana Santa, y hasta luego. ¿Canta usted por soleá? ¿malagueña? Alguno, un fandanguito de Huelva, otro más avanzado, un cante de Caracol, la mayoría, ná de ná, sólo saeta. Cuando se escucha a un gitano asomado a un balcón extender la mano a un Nazareno y acunar una siguiriya, se le rizan a uno todos los pelos del cuerpo. Ese no pertenece a ninguno de los dos grupos, pero tiene flamenco y sentimiento. Y sabe.

       Otra muestra de “hermandad” sería la de los pregoneros. No me refiero a la “gauche divine” de los que han subido al atril del pregón de los pregones, el que hoy se da en el Teatro de la Maestranza. No sé si mantienen reuniones periódicas entre ellos, creo que sí; en una ocasión me invitaron a cantar en un acto en el Mercantil y allí estaban al menos ocho de estos pregoneros, elegidos por el Consejo en función de su calidad literaria (los menos), por su impacto social o por la cuota debida a las hermandades y a las relaciones de cordialidad entre el Consejo, que a su vez es elegido por sus miembros, y los  cofrades que manifiestan su deseo de dar el pregón de Sevilla, esos, sin calidad literaria -salvo algún caso aislado- y sin impacto de ninguna clase. Además, pasa la cosa por el tamiz del arzobispado, aunque la práctica totalidad pasa.

       Los que acudimos a pequeñas asociaciones literarias, de vecinos, iglesias,  clubs, colegios y hasta tertulias, tenemos relaciones que, al igual que los saeteros se limitan al tiempo de pasión y poco más, e incluso nos avisamos de dónde hacerlos el año próximo. Cuando nos vemos, nos roneamos: “Este año tengo dos”, pues yo tengo tres, y además me han encargado para el año que viene el de Matalascabrillas del Duque, y así vamos viviendo el año a año pregoneril, con la ilusión de que un día nos llame Manolo Nieto y nos haga el encargo. ¡Qué largo me lo fiais!



“… el talento no es nada, (…) el talento abunda. (…) lo que importa es el trabajo duro.” (Charles Chaplin, según su hija Geraldine Chaplin.)



José Luis Tirado Fernández


sábado, 11 de febrero de 2012

LUCERO TENA, LAS MANOS DEL VIENTO


La gracia de tus manos, vendavales

del cielo, que a la tierra venturosas

primaveras descienden. Luego, ociosas,

se asoman por los amplios ventanales



del proscenio, trocando en diez varales

tus dedos,  para un palio en primorosas

mecidas, arrojadas, caprichosas

travesías por auroras  boreales.



Los trinos de tu alma me enardecen,

invaden  mis sentidos, me parecen

sombrillas de elegantes damiselas,



y tú, grácil  mujer, cisne rampante,

ceñida de Gabriel y de su cante,

haces llorar de amor tus castañuelas.




José Luis Tirado Fernández

sábado, 4 de febrero de 2012

LAS HERMANAS DE LA CRUZ

Palomas de hábito tosco
 de calle en calle volando
 y de sus manos dejando
 el mejor don que conozco,
 que allí donde está sangrando
 la herida que necesita
 de vuestra mano bendita,
 alcanza apoyo y favor:
 la señal de vuestro amor
 a aquel que la solicita.

Obstinadas criaturas
 que trocáis lo malo en bueno,
 pues si el cielo inventó el trueno
 vosotras ponéis ternura
 con ese porte sereno
 donde ruge la tormenta,
 pues vuestra entrega sustenta
 la paz para muchas almas,
 entregáis de vuestra calma
 paz que al anciano apacienta.

La gloria os tiene presentes
 debajo de la toquilla,
 lleváis metida a Sevilla
 como devoción ferviente
 y ella dice en seguidilla,
 que sois ángeles del cielo
 convertidos en pañuelo
 para empañar la amargura,
 y lleváis más que dulzura
 al cendal de vuestro velo.

Como siempre hacen el bien,
 el cielo nos las devuelve,
 y aunque la duda resuelve
 todavía hay para quien
 nunca al origen se vuelve.
 Si Dios es luz, también vida,
 y el día que me la pida
 es porque antes la dio
 ¿La puedo administrar yo,
 aunque nada me lo impida?

Yo quiero seguirlas viendo
 revolotear sus calles,
 por no perder el detalle
 de lo que van adquiriendo
 en la humildad de su entalle,
 por los sentimientos bellos;
 y compasión por aquellos
 que no creen en el mañana:
 no lo dudo, las campanas
 están doblando por ellos.

 
José Luis Tirado Fernández

CONOCIMIENTOS MUSICALES QUE AYUDAN AL CANTE

                No es preciso que un cantaor  sepa solfeo o haya estudiado piano o armonía para cantar flamenco. El cante, en mi concepto, es algo que va más allá de lo que pueda estudiarse o asimilarse en una academia o aula de flamencología. De ahí podrán salir alumnos perfectamente adiestrados en lo que es el compás, la estructura y los tercios de cada palo, pero ¿dónde se queda el ángel?

                Antes, los cantaores no sabían explicar lo que estaban cantando. Lo cantaban y ya está. Pero lo que hacían lo habían aprendido en noches encantadas, a la luz de la candela, o en las tabernas, haciendo compás con los nudillos en la barra. Hoy, ya no se canta en los bares. La última vez que lo intenté, me miraban los clientes como si les molestara, y el dueño me pidió que dejara de hacerlo. Hay que buscar los sitios. No obstante, hubo flamencos que, apenas sabiendo leer y escribir y las cuatro reglas, tenían altas nociones musicales y gustaban de otros estilos e incluso de música clásica. Tomás escuchaba a Chopin, y era un gran admirador de su obra.

                Paco Cepero cuenta que afinaba la guitarra con la voz de Camarón. Se trata de un don que algunas personas poseen y suelen nacer con él. Es una especie de memoria psico-melódica que almacena sonidos en perfecta afinación. Una especie de diapasón interno que proporciona a la voz la nota justa que el intérprete necesita, sin necesidad de escuchar antes la referencia de ningún instrumento musical. Pero José era un genio, y no creo que actualmente haya ningún genio en activo en lo que se refiere al cante flamenco.

                Camarón, además,  tocaba la guitarra e incluso lo he podido ver acompañándose él mismo. Y no es que dominara el toque, pero distinguir mínimamente,  proporciona además al cantaor una ayuda que acompaña a sus facultades, naturales -o adquiridas mediante la técnica- y facilita la ejecución del cante. El cantaor que conoce el mástil, tiene mucho andado. Sabe el significado del toque “por arriba” o “por medio”, sabe en qué traste hay que poner la cejilla para cada palo cuando él canta. Si no conoce al guitarrista, puede decirle: “Maestro, ¿tiene usted la sonanta al cuatro cuarenta? vale, vamos a hacer un poquito de soleá al cuatro por medio”. También puede no encontrarse bien ese día y decirle al guitarrista: “Maestro, baje usted un semitono”, supongo que todas esas cosas son las que se aprenden en las academias de cante, porque yo nunca he estado en ninguna ni de visita. 
                Y yo no doy lecciones; si fuera capaz de darlas quizá viviría de eso, espero que, como cantaor aficionado, pueda aportar algo con estas opiniones, que no dejan de serlo, al desarrollo técnico e interpretativo de quien quiera escucharlas, ya que no puedo llevarle a las antiguas tabernas de Triana o a los corrales al atardecer para que, empapado en los calores de las candelas de patio, presumiera luego del duende del flamenco.