No
es preciso que un cantaor sepa solfeo o
haya estudiado piano o armonía para cantar flamenco. El cante, en mi concepto,
es algo que va más allá de lo que pueda estudiarse o asimilarse en una academia
o aula de flamencología. De ahí podrán salir alumnos perfectamente adiestrados
en lo que es el compás, la estructura y los tercios de cada palo, pero ¿dónde
se queda el ángel?
Antes,
los cantaores no sabían explicar lo que estaban cantando. Lo cantaban y ya está.
Pero lo que hacían lo habían aprendido en noches encantadas, a la luz de la
candela, o en las tabernas, haciendo compás con los nudillos en la barra. Hoy,
ya no se canta en los bares. La última vez que lo intenté, me miraban los clientes
como si les molestara, y el dueño me pidió que dejara de hacerlo. Hay que
buscar los sitios. No obstante, hubo flamencos que, apenas sabiendo leer y escribir
y las cuatro reglas, tenían altas nociones musicales y gustaban de otros
estilos e incluso de música clásica. Tomás escuchaba a Chopin, y era un gran
admirador de su obra.
Paco
Cepero cuenta que afinaba la guitarra con la voz de Camarón. Se trata de un don
que algunas personas poseen y suelen nacer con él. Es una especie de memoria psico-melódica
que almacena sonidos en perfecta afinación. Una especie de diapasón interno que
proporciona a la voz la nota justa que el intérprete necesita, sin necesidad de escuchar antes la referencia de ningún instrumento musical. Pero José era
un genio, y no creo que actualmente haya ningún genio en activo en lo que se
refiere al cante flamenco.
Camarón,
además, tocaba la guitarra e incluso lo
he podido ver acompañándose él mismo. Y no es que dominara el toque, pero distinguir
mínimamente, proporciona además al
cantaor una ayuda que acompaña a sus facultades, naturales -o adquiridas
mediante la técnica- y facilita la ejecución del cante. El cantaor que conoce
el mástil, tiene mucho andado. Sabe el significado del toque “por arriba” o “por
medio”, sabe en qué traste hay que poner la cejilla para cada palo cuando él
canta. Si no conoce al guitarrista, puede decirle: “Maestro, ¿tiene usted la sonanta
al cuatro cuarenta? vale, vamos a hacer un poquito de soleá al cuatro por medio”.
También puede no encontrarse bien ese día y decirle al guitarrista: “Maestro, baje
usted un semitono”, supongo que todas esas cosas son las que se aprenden en las
academias de cante, porque yo nunca he estado en ninguna ni de visita.
Y yo no doy lecciones; si fuera capaz de darlas quizá viviría de eso, espero que, como cantaor aficionado, pueda aportar algo con estas opiniones, que no dejan de serlo, al desarrollo técnico e interpretativo de quien quiera escucharlas, ya que no puedo llevarle a las antiguas tabernas de Triana o a los corrales al atardecer para que, empapado en los calores de las candelas de patio, presumiera luego del duende del flamenco.
Y yo no doy lecciones; si fuera capaz de darlas quizá viviría de eso, espero que, como cantaor aficionado, pueda aportar algo con estas opiniones, que no dejan de serlo, al desarrollo técnico e interpretativo de quien quiera escucharlas, ya que no puedo llevarle a las antiguas tabernas de Triana o a los corrales al atardecer para que, empapado en los calores de las candelas de patio, presumiera luego del duende del flamenco.
que bien describes lo que es el cante, y como lo intpretan los cataore, entre ellos tú, el compas es importantisimo, en todo tipo de musica pero yo creo que en el flamenco es la vida.
ResponderEliminarY el angel es el duende, si esas dos cosas el cante no tiene el tiron que debe tenr por muy buena garganta que exista