El cante ha dado algunos genios, pocos, pero los ha dado. Esa particularidad que tienen, capacidad mental, según el diccionario, para crear o inventar cosas nuevas y admirables les delata cuando salen cantando, a veces sin templar y tal como les coge el cuerpo. Uno de esos genios, indiscutible, fue Manuel Ortega Juárez, Caracol.
La biografía de Caracol es harto conocida, y hay escritas y muy documentadas unas cuantas. No vengo aquí a desvelar ningún rasgo desconocido del cantaor. Ni van por ahí los tiros, pero me resulta deleznable la vida de Caracol que aparece en Wiki pedía, si esa es la realidad, que venga Dios y lo vea. En lo de Manzanita y el Generalísimo Franco se han pasado. ¿Solamente por eso recuerdan ellos a Caracol? El que se meta a consultar datos flamencos en esa página va apañao… Debemos alejarnos de la imagen del Manuel de zambra, teatro y orquesta, que eran las cosas que en su época daban de comer dignamente, y a la que cualquiera con sus facultades se hubiera arrimado, y tenerle como lo que en realidad representó para el flamenco, y que es precisamente lo que hoy le falta: un creador, un aportador y un gran intérprete.
El duende: ¿quién se atreve?
Quien cataloga a Caracol como cantaor excepcional aunque irregular, no se ha enterado de nada. Si tomamos el concepto de Manuel Torre como referente del duende, tendremos conciencia de la dimensión extraordinaria de este tema, tan discutido y controvertido, y de lo difícil de su manejo para usarlo en teorías sobre manifestaciones artísticas.
¿Puede ser que el duende aparezca cuando el cantaor deja de pensar y dedica su atención a cantar por completo? ¿Puede aparecer de manera espontánea cuando menos se le espera? ¿Cuando el cantaor está a gusto? Los cantaores de impecable técnica siempre cantan de la misma forma, no alteran nada, no cambian nada. Todo muy correcto, todo muy ortodoxo. Los copistas y los grandes copistas que copan hoy parcelas importantes del cante tienen asegurado el porvenir mientras el gran público no empiece a distinguir. Además cuentan con letristas de gran calidad, lo que ayuda a mantener el sistema. Lo malo vendrá cuando aparezcan los copistas de los copistas, creo que entonces lo auténtico prevalecerá.
Si yo fuera capaz de definir el duende en el flamenco con absoluta certeza de no equivocarme, estaría considerado el mejor flamencólogo del mundo, y no lo soy (flamencólogo), ni lo quiero. Recuerdo palabras de Camarón indicándole a su entrevistador que cada vez que hacía un cante jamás conseguía que le saliera igual, por más veces que lo intentara. ¿Estaría José definiendo definitivamente el duende? Cuando el método trasciende, el duende brilla por su ausencia. Por estas cuestiones es fácil confundirlo con la irregularidad, y muchos han tildado a Manolo Caracol de irregular. Pero no cambio a Caracol, con todas sus faltas, por muchos cantaores que nunca fallan. Cuando falta el alma, todo falta en el arte.
Flamenco se dice pronto… el flamenco es como una canasta llena de cerezas, tiras de una, e inmediatamente, se te vienen enganchadas detrás de la primera muchas otras que no tienen desperdicio ninguno y que hay que aprovechar para seguir enhebrando temas. Admiro a los investigadores del flamenco porque su labor se me antoja ardua, dado que como en una entrada anterior de este blog se proponía que todos los cantaores han mamado en el cante de otro cantaor, o bien lo han aprendido en discos, radios de madera vieja o, ahora, en academias y cursos de verano, pero siempre, siempre, escuchando. Así que si te metes dentro del mundo de un cantaor, este te lleva a otro, y a otro, y a otro estilo, y a otra manera, y a otra fuente, y jamás se agota, por eso también envidio a los investigadores de flamenco. Tienen amplios los horizontes. Y los hay muy serios. Yo me limito a emitir mis opiniones, que espero encuentren eco de respeto.
El término “cante acaracolao” es muy utilizado en flamenco. Cuando escuchamos a un cantaor adoptar determinadas maneras en el devenir acompasado o melódico de un cante, decimos que lo está “acaracolando”. Manuel usaba muchos giros y maneras para hacer sus cantes con un sello personalísimo, y que son muy difíciles de definir desde el punto de vista de la música, incluso del flamenco. No sólo el carácter de sus fandangos personales, de mucha altura e inconfundibles, sino de cualquier cante fundamental de los que hacía verdaderas “caracoladas”, y volvemos al principio de la página: “crear o inventar cosas nuevas y admirables”.
El Pele, en su último concierto en el Teatro Central, en Sevilla, hacía un repaso a esas maneras prodigiosas, incluyendo letras dedicadas a Manuel, creo que fue la parte del recital que más enardeció al público. Hoy, nadie mejor que El Pele para recrearlo.
Buenas noches, José Luis.Me ha gustado mucho tu punto de vista, pero acerca de tu comentario: 'Quien cataloga a Caracol como cantaor excepcional aunque irregular, no se ha enterado de nada'. Creo que es demasiado duro. Hay otras personas que opinan diametralmente en contra de tu afirmación y no por ello son ignorantes; mantienen su tesis, la justifican desarrollandola y llegan a conclusiones diferentes a las tuyas. Nada más.
ResponderEliminarJosé Luis, repito, me ha encantado tu posición con respecto al tema, pero creo que debía también referirte este '...pero'. Ramón.
Viniendo de quien viene, querido Ramón, sin problemas, pero como yo tmapoco he querido ofender, y manos blancas...
ResponderEliminarEl sentido de la frase es que el duende no aparece cuando el cantaor quiere, sino cuando aparece...
Por tanto, estimo que se confunde este término con la irregularidad. Yo, modestamente y con mis pobres dotes, aunque ya se intenta, ya, me considero más de duende que de técnica, porque hay veces que estoy pa´matarme y otras me han dicho que porqué no me dedico a esto. ¿irregularidad? Cuestión de interpretaciones. No he intentado ofender a nadie. Tú me conoces. Gracias como siempre, por tus visitas. José Luis.