El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

domingo, 6 de julio de 2014

EL COMPONENTE PROTECTOR


                Llegó caminando suavemente, ofreciendo su mercancía. Se confundía con la noche; hasta la mochila, que traía colgada, era negra. Este no era, como dicen los eufemistas, los que llaman excusados a los retretes, un hombre de color. No. Este era negro, pero negro… como mi suerte. Ahora me acuerdo de Deborah, la mujer de mi amigo Pepe, tumbada en la arena de Chipiona, cuando se le preguntaba: -Niña, y tú, ¿para qué tomas el sol? -Porque me pongo más negra. Y sonreía. A ella, claro, a ella nunca le gustó que le dijeran que era de color. -Pero, ¿de qué color? Negra, soy negra. Pues eso, que éste era negro.
                Frente a donde yo estaba sentado, cenando, en un velador múltiple, de esos que se forman juntando tres o cuatro y acoplando varias o muchas sillas a su alrededor, siete jóvenes, varones todos, bebían, brindaban y reían; y mariscaban, pero no metidos en agua hasta la cintura, ni sorteando el oleaje en los acantilados, éstos no le hacían fiesta a las cabezas, precisamente, por muy bonito que sea ese pueblo. Se delectaban con los troncos y llamaban al camarero para que retirara los platos llenos de cáscara. Otro acudía presuroso con una cubitera de repuesto, fresca y sudorosa, que contenía ora vino blanco del condado ora espumoso, con los que hacían pasar el bocado, en un sublimado esfuerzo. Llegadas cuatro bandejas de carabineros, yo calculo su tamaño por la longitud de mi brazo y el grosor del mango de una piocha, sacaban sus teléfonos de última generación y tomaban poses con los bichos en la mano, mientras sus compañeros disparaban. El negro les ofrecía amablemente unos cedés piratas que traía en una mano y alguna baratija que sostenía con la otra. Ninguno de los jóvenes le prestó atención. –Quillo, y tú, ¿qué edad tienes? –Yo treinta y uno, ¿porqué? –No, que yo te hacía más mayó… -También llevo polos, polos baratos…
                Creo que desapareció cuando alguno de los camareros le invitó amablemente a hacerlo. Se me vino una frase que Pablo Iglesias, el de “Podemos”, le expuso a Ricardo Fernández Deus en un debate: “Los liberales entienden que puede haber libertad y que puede haber justicia, si dos personas,  uno que duerme en un cajero automático y otro que tiene dieciocho cuartos de baño en su casa, tienen derecho al voto…”. Lógico. Y al día; unos jóvenes que gastan cientos de euros en cenar, ¿cómo será el almuerzo? y un negro que se ha jugado la vida en un cayuco y que esta noche va a dormir en la playa, soñando que mañana va a comer lo mismo que ha visto comer a esos jóvenes. Los mismos derechos, sí.
            No tengo ningún vínculo, hoy, ideológico o emocional con este Pablo, pero entiendo que se las estamos poniendo como se las ponían a Felipe II. Tiempo.
                Todas las opiniones se adquieren por momentos vividos, bien de lectura, debate, audición o contemplación, y nos puede servir el termino anglosajón “flashes”, traducible en una de sus acepciones como “Sorpresa o impresión fuerte”. El flash de ver a una primera figura del cante en un programa de “prime time” en la televisión privada en cierta actitudes, hace daño a la imagen de los flamencos cuando decimos que lo somos, o igual cuando nos declaramos cristianos, tanto monta, para que la gente nos mire de soslayo y sonría socarronamente, mierda.
                Que las hermandades se resistan a dar las cuentas a la autoridad eclesiástica con la única intención –huele- de no aportar nada de nada, o la transparencia de las cuentas del consejo que, según la prensa, retrasa la entrega de los números para que ningún hermano mayor llegue preparado para poner alguna objeción, ese mismo consejo que no ha negado aún -que yo sepa- las contrataciones a dedo a familiares y allegados, a salvo de escándalos porque ningún hermano mayor tiene los huevos necesarios para levantarse en una asamblea y… buenooooo, sooooo, bastaaaaa. Ya está bien por hoy, niño.
                Y encima anoche, voy y sueño, lo más raro del mundo, que me condenan a seis meses de cárcel y que entro en la trena. Alguien me acompaña, me guía, me lleva a recoger los avíos, me enseña el interior. Esto parece una prisión turca, la del expreso de medianoche. La cárcel del pópulo, que no llegué a conocer sino por fotos antiguas, y unas galerías que me retrotraen a los patios del cuartel del Carmen, donde me entregaron el petate; un tinerfeño oscuro y enano con un bigotito y los ojos de cucaracha, que se ponía la mano en los huevos y pregonaba: “Los que van a Canarias, pasen por aquí, que tengo que darles algo”. La cárcel. Bueno va. Y yo, contando  los días, ciento ochenta, cuando no ha pasado ni una hora desde que entré. Raro. A veces, viene bien, genial, picar este humilde teclado y hacer estas cosas, dejarse llevar por ese… ¿qué?, ese algo que nos defiende de la vida y su avatares, ésa válvula que permite soportar el ritmo de la existencia tal y como nos la han planteado, que nos protege de la depresión y la demencia, que nos hace (huir), seguir adelante, ese componente protector que aparece de vez en cuando y nos hace volcar sobre el blanco el negro de nuestras inseguridades. Y certezas.


José Luis Tirado Fernández

5 comentarios:

  1. Miles de pensamientos afloran cuando vemos injusticias que no podemos remediar. De las hermandades entiendo poco o nada. De la justicia social me gustaría más que entender, remediar. Pero me rindo, intento no sufrir por situaciones como la descrita. Pero tampoco quiero caer en la indiferencia.
    Un abrazo Jose Luis.

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    Respuestas
    1. In-pre-si-o-nan-te..

      Siempre he creido que los escritos mejores se producen desde el sufrimiento y la sed de Justicia. Miles de cosas actuales se me agolpan.
      De lo mejor que te he leído porque contiene una mágnifica y desgarradora moraleja.

      Un abrazo.

      Mari Carmen.


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  2. Desgraciadamente, no tengo la varita mágica para resolver los problemas con los que nos topamos constantemente. Aquello que está en mi mano resolver, muy modesta y limitadamente, lo atiendo. Mi aportación -solo un granito de arena-, me gustaría pudiera ser más amplia.
    Con respecto a cuanto comentas en el resto de tu artículo supongo que tendré la oportunidad de comentarlo personalmente pues su amplitud supera el espacio del que aquí se dispone.

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  3. Juan Luis Franco7 de julio de 2014, 9:17

    En fin....¿que decir ante este cúmulo de grandes verdades tan bien descritas? Es lo que suele pasar cuando el sentimiento camina cogido de la mano del talento. Un abrazo amigo.

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  4. ¡¡¡Fantástica entrada José Luis!!! Hago mias todas y cada una de tus palabras. ¡¡Ojalá yo tuviera tu capacidad para poder plasmar mis pensamientos con tu maestria!! Permiteme que te diga que es una de las mejores entradas que te he leído. Te felicioto. Un saludo

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