Clientes del Morapio. Gitanos, payos, amigos... trianeros. |
I
¡Qué fue de aquel empedrado,
qué fue de aquellos cristales,
y qué de aquella techumbre
con sus arbóreos puntales!
Si fue morada de dioses,
en los antiguos anales,
se asentaba aquí, en Triana,
la casa de los cabales,
en Pelay Correa, primito,
con los puntos cardinales
nítidos en las memorias
de sus incondicionales.
Esta morada trianera
Olimpo de los mortales,
fue socorro y quitapenas,
cuna de las soleares,
patrimonio del olvido
de las cosas terrenales,
y compromiso perdido
del tiempo y sus arenales.
El Dios Baco de Caravaggio |
II
Si Baco hubiera sabido
lo que tú, Triana vales,
en la miel de tus esquinas,
la sombra de tus portales,
las letrillas de tus fraguas,
el carácter de tus calles,
tus rincones de esperanza
y el sabor de tus corrales
otra cosa hubieran sido
sus fiestas y bacanales.
Si ese dios no te habitó,
tampoco curó sus males,
pues quiso darle al Olimpo
sus pecados capitales;
si te hubiera conocido,
paradigma de arrabales,
En Grecia desamparara
lujos y solemnidades
y a tí, Morapio te diera
y a tí, Morapio te diera
sus laureles patriarcales.
Flamenco en el Morapio |
III
Cuánto dieran por volver
a sentarse en los lugares
donde cantaba Mairena,
Juan Talega y Chocolate,
a la cava de Triana
otro amor y otros desplantes,
y tú, Melchor repicando
tu siguiriya gigante,
en el mimo de tus dedos
cuando no miraba nadie
a la sombra de sus tejas
con resonancias astrales
el eco de aquel vibrato
que de tu bordón dejaste
sonando a rayo de luna
y a susurros doctorales.
¡Y dónde las voces gitanas
que clavaban sus puñales
en las tapas del sentío
de quien quisiera escucharles!
Mi familia en un bautizo. Eso es lo que había entonces. |
IV
Dónde los sueños de niños
que en tus entrañas forjaste
al más puro amor de barrio
en días angelicales,
que crecieron al compás
del jazmín de tu arriate,
al son de la siguiriya
y del pan con chocolate.
¡Cuánta gloria, cuánto garbo
cuántas cosas, cuántas tardes,
cuántos laureles marchitos,
cuánto encanto, cuánto empaque!
Se va la palma del barrio
cuando pasa por delante
con su jato sobre el hombro
Mercedes con sus retales,
camino a la Rinconada,
a Tocina, o Los Rosales,
combatiendo por los suyos,
para que nada les falte.
Costaleros de la Esperanza |
V
Cuantas madrugás de luna
con la Esperanza en la calle,
con la saeta gitana
prendida en los azahares,
la mecen sus costaleros,
¡qué belleza, qué donaire!
Cuántas latillas de vino
al sudor de los jornales
y a la humildad del oficio
de herreros y calafates,
areneros, pescadores,
artistas de los tejares
y marineros de espuma
perdidos por esos mares,
cuántas almas le rezaban:
Esperanza, ¡Dios te salve!
La barra del Morapio. Las cajas de cerveza eran de madera, todavía no se fabricaban de plástico. |
VI
Ya, solo pena y olvido,
ya, tristeza y soledades
que se rebelan al sueño
de ver por sus ventanales
otra vez sirviendo vino
y reviviendo rituales
a la gente que nos daba
la gloria por seis reales.
Aún recuerdo sus aromas,
me acuerdo de sus postales,
de sus cuadros, de sus tizas,
sus estampas, su almanaque,
y cuando Manuel ponía,
luchando con sus andares,
la copa de su cariño
a su amigo Pepe Ibáñez:
¡Llena otra vez, tabernero,
que tú pintas todo el arte!
Oír como tantas veces
le aconsejaba a mi padre:
“No hay que entrar en la botica
si no es preciso, compare,
véngase usted pa´l Morapio
que es sitio de hombre cabales,
y mejor que un “asperina”
pruebe usted de su mollate.
En la barra del Morapio. Otro tiempo, otro aire, otra manera de vivir. |
Los tangos del Titi. Fueron grabados en el Morapio. Canta el Titi, bailan Amparo y su hermana Pepa la "Calzona", (a la que por un equivoco, rotulan como la "Cartona". Además la que baila primero es Amparo y la "Calzona" después). Están también Manolo Brenes a la guitarra, Carmen de Diagueles, Carmen Montoya y "El Morito". Que lo disfruten.
Si quiere saber los pasos que doy,
venga tras de mi, que a Triana voy,
que a Triana voy.
Mis felicitaciones que bonito y entrañables recuerdos mucho bueno para ti y toda tu familia gracias por ser mi amigo abrazos
ResponderEliminarPedro Arques
Los catetos de los pueblos de Huelva entrábamos y salíamos de Sevilla por la calle Castilla. siempre con la sensación de que, hasta no cruzar el Puente, no habíamos llegado a la ciudad.
ResponderEliminarTriana, por occidental y marinera era y es algo huelvana. Y los huelvanos, algo trianeros.
Yamayor
Qué me gustan los Pedros, y cuando son amigos, mejor. Me alegro de que mis sentimientos se conviertan en vuestros también. Esto es lo que yo tengo, y esto lo que comparto, recuerdos, versos, vivencias. En una entrada anterior hice una prolongación de Triana hacia el Aljarafe, ahora me gustaría hacerlo hacia Huelva y Ceuta yllevarla hacia vosotros especialmente en estos días de velá, la fiesta más antigua que se recuerda. Mi cariño.
ResponderEliminarLos recuerdos son grandes maestros, sobre todo, permiten disfrutar de nuevos al evocarlos.
ResponderEliminarTu blog será unas de mis joyas en mi joyero.
Derrochas sevillanía, sensibilidad y creatividad:
¡Viva la mare que te parió!
Con admiración y afecto.
Mari Carmen.