Se trata del mismo azulejo en dos fechas
distintas. Primero fuimos en 1980 y tomamos la de la derecha. La calidad delata
que la de la izquierda es una foto digital de alta resolución y que está tomada
en enero de 2012. Ni éramos los mismos que fuimos la primera vez ni somos igual
que cuando fuimos. También Moguer ha cambiado un poco desde entonces. Allí todo
trasmina a Juan Ramón, pero… buscamos cosas que ya no existen, gente que
posiblemente ya no viva, aromas de otros días, las mismas piedras, vinos que ya
deben andar añejos… aunque el aire siga siendo el mismo y Moguer siga siendo
como el pan.
Aquella visita en 1980
Éramos
dos buenos amigos, lástima que sea cierto el refrán de que la distancia es el
olvido. Habíamos estado juntos en el ejército, y mantuvimos una estrecha
relación hasta que junto a su mujer, Deborah, se marchó a Estados Unidos donde
tenían familia, trabajo, su vida. Su padre, fallecido, había sido maestro y durante
la infancia de Pepe y sus hermanos ocupó plaza en Moguer, de ahí ese amor que
siempre profesó no sólo por ser patria de Juan Ramón, sino por los lazos de
apego a su propia historia y a su sangre.
Pepe
es entrante y simpático; conecta enseguida y en aquellas fechas, rápidamente hizo
amistades que nos guiaron por los entresijos de la ciudad y nos hicieron probar
vinos y alimentos artesanos. Es un pueblo donde casi todo el mundo tiene sus propias
cepas, sus propias botas, y claro, el mejor vino del pueblo.
Nos llevaron incluso a domicilios
particulares para ofrecernos catar esas maravillas. Yo nunca había bebido tanto
vino, a pesar de ello, tenía el hígado más joven y lo toleraba. El inconveniente
es que quiero recordar más cosas de aquella visita y no puedo; los vapores del
vino no me hundieron pero me aturdieron un poco. Hoy, hubiera rodado por los
suelos.
Pero
como toda visita tiene un comienzo y un final, evocaré la entrada al pueblo,
que, como la hicimos en coche, y yo iba fresco como una rosa, recuerdo con claridad.
Veo una hilera de palmeras y cipreses ambos incipientes, algunas tinajas
enormes de arcilla, que lindaban unas hileras de ladrillo visto, a cuyo borde transcurría
la carretera. La siguiente foto fue tomada en 1980 por Pepe. Yo estoy demasiado joven, me metería en esa foto ahora mismo, y lo pasado, pasado.
Hoy, creo que ese azulejo ha desaparecido, pues
lo busqué con interés pero llegaron rápidamente las calles, los números, las aceras, y no
lo distinguí. En su lugar, hay una muy funcional indicación de Moguer en
metacrilato. La imagen es del Google maps. Los cipreses y las palmeras, si acaso fueran
los mismos, han crecido mucho.
Moguer y Juan Ramón dan para mucho. Volveremos,
no sé si en dos o tres entregas a buscar al poeta y a su pueblo.
José Luis Tirado Fernández
Fotos: Mari Reyes (2012) José Luis Guisado (1980)
Fotos: Mari Reyes (2012) José Luis Guisado (1980)
Hermosa y emotiva "Entrada". Estaremos pendientes de nuevas "Entregas Juanramonianas". Poesía, amistad y buen vino, ¿hay quien de más?.Cuando los recuerdos están tan llenos de ilusiones y sanas vivencias, ¡que bonito es recordar!Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido hermano, eres un baúl de sorpresa cada día algo nuevo, poeta , cantao, restaurador, historiado, ay quien de mas sigue hermano sigue ,que los que te seguimos disfrutamos con tigo ,saludo ala familia abrazos y besos campeón
ResponderEliminarPedro Arques
Excelente, José Luis. Me traen muchos recuerdos tu evocación moguereña y creo que hemos pisado los mismos sitios por donde nos lleva en Moguer la huella de Juan Ramón.
ResponderEliminarAllí, por otra parte, vivió mi madre de soltera muchos años, hasta que los "nacionales" asesinaron a sangre fría a mi abuelo, su querido padre.
como veo que mi anterior entrada no ha pasado, vuelvo a escribir, a decirte lo de siempre, y darle la razon a nuestro amigo Arques, que dice que eres un todo terreno, que haces de todo y todo bien.
ResponderEliminarMuy bonita historia
ResponderEliminar¡ Ay, cuantas amistades se nos van quedando por el camino !
¡ Que Sr. más interesante el de la foto !, jejejeje
Saludos a todos
Gracias
Mariquilla