Foto de José Luis Galván |
Presiento
porqué ahora los balcones
dibujan bambalinas de verano,
aprisionan
la luna en su rellano
y adornan el adobe con dragones.
También
porqué la sangre del hermano
persevera
en sus sombras, sus rincones
y
en las hojas del laurel; los gorriones
lloran en el perfil del pasamano.
Prefiero
embelesarme con su vuelo
y
en el ligero acorde de su pico,
que
así escriben sus versos en el cielo.
Y
yo, que en el soneto siempre abdico,
a
consentir su muerte me rebelo
y
erijo este romance a Federico:
Foto de José Luis Galván |
Fusilaron
tu nobleza
con
andanadas de trueno,
se
lo dieron a la tierra
entre
juramentos negros,
y
entregaron la poesía
a
la nación de los muertos.
Va
galopando la parca
con
su botín suculento:
la
nácar de tu sonrisa
lleva
prendida en los huesos
y
al vuelo de su sudario
se fugan pájaros ciegos.
Federico
García Lorca,
nombre
de música y cielo,
quién
dio a las luces del alba
la
voz de tu testamento;
tierra
de Alonsos y muerte,
puente
de los arrieros,
territorio
de sonrisas
que
emigraron de su huerto,
oratorio
de los pobres,
cueva
de sombras y espectros,
otra
vez pone la aurora
su
sol de disparos huecos
y
al fuego de su rencores
se
derrumba un hombre bueno.
No
te vuelvas, Federico,
camina…
siempre derecho,
no
mires atrás ni dejes
escabullirse
un lamento,
ni
una súplica, ni un llanto,
ni
un suspiro, ni un mal gesto,
no
los dejes que presuman
de
oscurecer tu talento,
ni
de haber tenido el gozo
de
levantar tu reniego.
No
te vuelvas, Federico,
camina…
siempre derecho,
no
des gusto al asesino,
no
demuestres ningún miedo.
Observa
los campos… mira
las
flores y sus cimientos,
no
a los verdugos devotos
de
sus bolsas y sus dueños,
no
a los malvados sayones
que
azotan al nazareno,
sonríe,
enseña los dientes
a
los confines del tiempo
y a la luz del horizonte
cántale
tus versos nuevos.
Respira
hondo, presume
de
la vida de tu cuerpo,
en
los hilos y las briznas
saca
brillos y destellos
a
las teclas del piano
que
acariciaron tus dedos;
revolea
por el aire
siguiriyas
y sombreros,
entrega
al cielo tu encanto,
tu
elegancia, tu gracejo,
deja
que las alimañas
saboreen
su alimento
y
que arrastren los gusanos
sus
miserias por los suelos.
Y
crece, poeta, crece,
en
la delicia del viento,
cuando
tú batas las alas…
regálanos
tu recuerdo
en
la herencia de tus rimas,
en
la dicha de lo eterno,
que
en Agosto resucitas
y
siempre que te leemos
se
planta en nuestros sentidos
la
raíz de tu modelo,
que
tú no caes, te levantas
hasta
la cima del sueño.
No te vuelvas, Federico,
camina…
siempre derecho.
Excelente, José Luis.
ResponderEliminar¡Realmente conmovedor! Un abrazo desde la vieja, sabia y hermosa Lisboa. Chao.
ResponderEliminarOle, ole y ole... Magnífico romance, donde se deja ver esos aires lorquianos que tanto nos influencia a los que amamos la poesía andaluza. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé Luis, tu blog es un cofre en cuyo interior encontramos al abrirlo un valiosísimo tesoro...
ResponderEliminar¡¡¡¡MAGNIFICO!!!!!