Amanece el Jueves Santo,
alba de nubes inciertas;
el lienzo del cielo, triste,
las alturas cenicientas,
y sus sutiles encajes
son cortinas pasajeras
que deposita el destino
donde el viento se las
lleva.
Amanece el Jueves Santo
y cuando el niño
despierta,
se asoma por la ventana
y se lo come la pena…
todo el año está
esperando
deseando que amanezca
un jueves de sol radiante
y… mira lo que se
encuentra.
Está llorando San Pedro
y por más que el niño reza
sigue el apóstol
regando
los campos y las
cosechas,
que bien merecido tiene
el labrador su riqueza,
y que remedien las
nubes
la sequía de la tierra,
y que se vistan de
verde
las anchuras de su
hacienda,
y que bendigan los
cielos
las plantaciones aquellas,
que subsistan todo el
año
con este favor que llega…
pero el llanto de este
niño,
¿con qué pañuelo se
seca?
Con las aguas de tu llanto
las campiñas reverdean,
satisfacen los arroyos
y remozan las riberas.
Se agradecen y se
aplauden,
son lágrimas que
consuelan:
las lágrimas de este
niño
son lágrimas verdaderas.
Están sedientos los
campos,
que llueva, madre, que llueva,
pero que llueva el
domingo,
cuando pasen estas fechas,
que se llenen los
pantanos,
y que caigan cien
tormentas,
son como el oro molio,
son agradecidas
cuentas,
pero explícale a este
niño
para qué sirvió la
espera
si no saldrá su
misterio
con su medida cadencia,
ni acompasara su metro
con tambores y
cornetas,
ni la Virgen bajo palio
perfumará la alameda,
porque no llevará
incienso
ni flores que la
embellezcan,
ni trasminará el aroma
de la bruma de su cera,
ni desgastará adoquines
la alpargata costalera,
ni habrá gente en los balcones,
ni se escucharán saetas.
No volverán las
insignias
tradicionales y añejas,
ni vendrá la cruz de guía
abriendo la callejuela,
ni ofrecerá el
estandarte
sus hilvanes y sus
hebras,
ni encenderán los faroles
los dogmas de la pureza,
ni retorcerán su lienzo
el guion ni la bandera,
ni engalanarán sus
filas
varas ni libro de
reglas…
y la tradición de
siempre,
pondrá en la calle la
ausencia
y se come el aguacero
los ciclos y las
secuencias
de muchos siglos de culto
con Sevilla por enseña.
El niño espera el deleite
que tú, San Pedro, le
niegas;
el niño suplica a Dios
que llegue la ansiada
fecha…
y mira tras los
visillos
la humedad en las
aceras
y cómo se lleva el
tiempo
su ilusión y sus quimeras;
se lleva su confianza,
se lleva la luna llena
y prendida en sus
entrañas
lleva luceros y
estrellas,
y se lleva su alegría,
y otras cosas también lleva:
se lleva su sueño en flor,
y sus primera promesas,
el asiento de su fe,
y el timón de su
creencia,
y al hilo de estos
sucesos,
y otros que no debieran,
está esperando en su
palio
la luminaria más bella,
amparada entre varales,
sitiada de flores
frescas
que ambicionan su fragancia
y el olor de su pureza.
El fue contando los
días
para que Marzo volviera
y vestir de nazareno
como su padre lo
hiciera,
con el júbilo en el
alma,
su túnica blanca y
negra,
que está lavada y planchada
y colgada de su percha
con la ilusión de su
madre
y de la familia entera.
Bellos antifaz y
escudo,
fino cíngulo de seda,
seguirá esperando el
niño
salir de la calle Feria,
ver el palio
deslumbrante
que a la señora pasea,
y cómo sobre la plata
los rosarios tintinean,
y se acercan sus gladiolos
a la ventanita aquella
donde se apaga la vida
de una niña que está
enferma.
Ya no pasas, madre mía,
que la lluvia no te
deja,
no vas a posar tus ojos
sobre ese hogar de tristeza,
donde ésta pálida rosa
el sol de tu cara
espera;
esa flor que se
complace
con el don de tu
presencia,
la merced de tu ternura
y de tu amor sin reservas,
y solo siente alegría
ese jueves que tú
llegas.
¡Cuánto esplendor de
este día
los sevillanos
recuerdan,
qué dolor de aquellos
cielos,
qué pena que no
volvieran!
y qué lástima del niño
que estrena ilusiones
nuevas
y que sufrió en un mal
sueño
del fracaso y su
crudeza;
aprenderá, bien seguro,
que Dios es quien da la
seña
y que no hay nada en el
mundo
que impida lo que El
resuelva…
Y como Dios está arriba
y Dios es cofrade y
poeta,
este jueves sus
renglones
trazó con líneas
derechas,
y amaneció el
firmamento
limpio como la patena…
el sol, en todo lo
alto,
la brisa se tornó
queda,
volaron los gorriones,
se pararon las veletas,
se disiparon las nubes
y brillaron por su
ausencia,
ganó la luz la batalla,
el vendaval dio la
vuelta
y el Señor le dio a
Sevilla
sus bendiciones
inmensas….
Amanece el Jueves
Santo…
despierta, niño,
despierta,
la gloria de la pasión
esta llamando a tu
puerta
para ofrecerte el
regalo
de este gozo que se acerca;
no te dará la amargura
del dolor de la
experiencia,
ya te lo dará la vida
cuando tú vengas de vuelta…
viene a poner en tu savia
fundamentos de certeza,
cuando sostengas tu
cirio
con la fe de tu firmeza
y des a los cuatro
vientos
el clamor de tus creencias…
cuando te ajustes la
capa
y sobre tus carnes
sientas
el orgullo sevillano
por las tradiciones viejas
que dejaron nuestros
padres
como principal herencia:
¡¡¡ser nazareno en
Sevilla,
la mejor de las riquezas!!!
El niño sigue soñando
las emociones
auténticas,
las que su pueblo le
otorga
cuando llegan esta
fechas,
y a sus entrañas acuden
recuerdos que dejan
huella,
momentos de la memoria
que hieren cuando
regresan,
que entran en lo más
adentro
y dejan su marca impresa.
Pero ha terminado el sueño…
despierta, niño,
despierta,
que donde el sueño
termina,
tu felicidad comienza…
amanece el jueves
santo,
despierta, niño,
despierta,
que el sol llama a tu ventana
¡¡¡y luce la primavera!!!
Mi querido amigo,precioso,sentido,con tu mirada y tu corazón puestos en el cielo,ese cielo que según los pronósticos van a traernos las lágrimas de San Pedro.. Es una pea que los cofrades y el pueblo que espera vivir intensamente esos dias,se vean trucados .
ResponderEliminar! Ojalá dichas previsiones se equivoquen!
!Por Dios que no llueva el Jueves,
ResponderEliminarQue el Juves Santo no llueva
Que está éste niño esperando,
Que ya un año entero lleva...!
Felicidadrs, José Luis, precioso.