Mujer con unicornio, de Rafael |
No te esperaba a ti, mujer-promesa,
constructora del desdén y su obediencia.
Dime, infeliz,
¿Qué vienes a buscar en mi carrera?
¿Es que acaso fui yo quien te abatiera?
¿Te deje yo tirada en la trinchera?
Yo te pinté de luz para que fueras
blanco ideal y que las perdigueras,
apasionadas,
sacien su avariciosa sed de estrellas
en el lívido satén de tus ojeras.
Olvídame en tus noches lisonjeras,
inscríbeme en tu olvido y aligera
el peso inoportuno en tu cartera.
No vengas a por mí, tan tempranera,
que más que a pretenderme pareciera
que acudes a endosarme tus tristezas.
Tu tacto son témpanos que hielan,
y más que transparente cristalera
enardecida,
son antítesis de la primavera.
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