Con una guitarra de palosanto
vela pone al mástil el marinero
por la escalerilla que al clavijero
corona furias que entrega al espanto.
No atiende a este mundo, ni a su quebranto,
puente de los sueños como asidero;
amarga falseta, negro sendero
refleja el espejo que llora tanto.
Ni son las reliquias de tus bordones
ni los escenarios, ni tu desvarío,
que los olvidos de tus ilusiones
fueron tirando tu luces al rio.
Si al tomate abrazas y nombre pones
Miguel es el nombre de tu señorío.
En una entrada anterior de este blog sobre Esperanza Fernández, José María hacía el siguiente comentario:
“Aunque en mi caso, lo tengo muy claro y creo que lo he dicho alguna que otra vez, en el flamenco me gusta casi to, pero me toca lo fibra unos mas que otros, ademas de gente de renombre, gente que canta pa sacarse unos durillos entre veladores, osea que fijate.”
Viene al pelo en el caso de este tocaor al que la vida ha llevado a buscarse la vida entre los veladores. Ay!, si supieran aquellos que le escuchan sentados en las mesas de quién se trata…
Excelente tu homenaje a este genio de la guitarra al que la vida ha tratado tan mal. Gracias por acordarte de él y ¡Felicidades!
ResponderEliminarGracias a vosotros siempre, por seguir mi blog y por vuestro ánimo. Creo que el Niño Miguel es el ejemplo de la pérdida del Norte de algunos artistas. Sé que los flamencos de Huelva están haciendo algo por él, se lo merece, como persona y como artista. Saludos.
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