Díceme Rafael Mendiola,
guitarrista sin igual,
que cree certero el origen
de la debla y la toná.
Parece que los herreros
de Triana ¡casi ná!
se consultaban la historia
buscando la novedad,
mire usted que tonaílla,
mira tú por dónde va,
y entre fraguas y martillos,
llegaban a averiguar,
cada uno a su manera,
pero ajustando el compás,
dónde los sones antiguos
llegaron a penetrar
con las pavesas del cante
fijando su identidad.
Así, toná le pusieron
a la forma de entonar
de los que escuchan atentos
a los que sabían cantar
y a la debla, de Triana,
porque la cantaba Blas.
Una tarde del otoño
tomaba café en mi bar,
y en un amable coloquio
sobre la vida y la edad
en una pregunta mutua
de la cosa como está,
-y la cosa está tan mala
porque no se vende ná-
decidimos dar al arte
su digna oportunidad.
Acerquéle la sonanta,
¡Jesús qué barbaridad,
niño, que capa de polvo,
por Dios, cuanta suciedad!
Si yo, Rafael la uso
tan sólo por alternar,
por si ocurre un desconsuelo
tener su complicidad,
tiene treinta y siete ferias,
qué voy a pedirle más.
Mire, compadre, no sé
poner ni siquiera un fá,
sólo toco sevillanas
y fandangos… la verdad,
mi trabajito me cuestan
y menos acompañar,
que esa labor es de sabios
y gente de más calidad;
tengo sin embargo el gusto
y cierta capacidad
para hacer el cante jondo
-no pretendo alardear-,
a mi gusto y marcaíto,
y no es que sepa cantar,
pero tengo en el oído
el gusto y la facultad
y complazco los sentidos
de quien me quiera escuchar.
Toque usted por donde quiera,
que yo me sabré arrancar.
Afinó con tal soltura,
se puso a gesticular
con la vena del oficio,
y finura en el pulgar
que daba gloria escucharlo,
tocaba pa´reventá.
Hízome tal filigrana,
cuando me tocaba entrar
que descargué en el espacio
con gran agresividad
tó lo que llevaba dentro,
con esfuerzo y voluntad.
La fe se me vino arriba
y así pude soportar
una media granaína
con cierta facilidad,
de las que salen del alma
cuando las quieres buscar,
pero se presentan solas,
solas llegan y se van
cuando les viene la gana…
es difícil de explicar.
Mírame fijo el gitano
y me dice sin dudar:
precioso, compadre, pero
te ha fallado el respirar.
Ni yo entiendo de flamenco,
ni yo entiendo ná de ná,
yo sé que me tiene aprecio
y me dice la verdad,
pero me saca de quicio
esa insólita frialdad.
Mírole yo con recelo
y gran incredulidad:
¿Cómo quiere que respire,
Mendiola, por caridad
y por los clavos de Cristo?,
Respeto su autoridad,
pero lo que usted me dice
tiene una dificultad,
ya no puedo aunque quisiera
sostener sin resollar,
pues son muchas primaveras
las que han desfilado ya…
podría, seguramente,
si se pudiera lograr
¡que me cambiaran la fecha
del carné de identidad!
Rafael Mendiola tiene un sitio en internet. Podéis visitarlo aquí
http://www.myspace.com/rafaelmendiola/music
Con todo mi afecto.
Muchas gracias José Luís, ahora sé el porqué del flamenco y la poesía como lo sientes. Te ha salido bordao, estás hecho un poeta.
ResponderEliminarAdmiro a las personas que retienen todo cuanto se habla a su alrededor , para luego plasmarla en un simple papel.
Lo dicho, muchas gracias por esta forma tan determinante que le has dado a aquel encuentro.