De los jardines en
flor,
Virgen de la
Candelaria,
legítima intermediaria
de la gracia del Señor,
que a legarnos su favor
entrega todo su empeño.
En el vergel abrileño
que ella alumbra cuando
pasa
en ese regreso a casa
que confundo con un
sueño
que tallara en mi retina
el lujo de ese momento;
debe estar el
firmamento
como uno lo imagina,
viendo su cara divina
eternamente a mi lado
y sentirme afortunado
por gozar de su ternura,
su cariño y su dulzura
sin un final señalado.
Los jardines de Murillo
son catedral esta noche,
porque custodian el
broche
de la alhaja con más
brillo;
purifica el peinecillo
de los tallos del
romero
el vano de tu pollero
y embriaga tu camino,
pues no hay perfume más
fino
que el que encierra ese
joyero.
Ahora, porque es Martes
Santo
sale la luna y se asoma
a disfrutar de este
aroma,
don del espíritu santo
que alivia el sumiso
llanto
de esta hermosísima
rosa
que entre varales,
airosa,
viene entre la multitud
y al Señor de la salud
siguiendo va,
presurosa.
Al verte, sonrojo
sienten
las estrellas y luceros
y lloran los minuteros
cuando tu marcha
presienten;
por mucho que se
lamenten
han de sufrir tu
partida
cuando te ven detenida
y en silencio los
tambores,
delante de tantas
flores
y en tu pena sumergida,
hasta el tiempo se
convierte
en tu devoto
entusiasta,
pues solo un momento
basta
para empezar a
quererte;
tus hijos gozan la
suerte
de tu presencia diaria,
y al rezo de su
plegaria
sus fieles ofrecimientos
le dan a los cuatro
vientos
¡¡¡que eres tú su Candelaria.!!!
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