Si los olores de ajonjolí y canela, antes de
que se inventara el mantecado de chocolate, y el incienso y el azahar o los
puestos de melones y sandias, o los humos de las castañas asás marcaban
nuestras primeros fundamentos sobre los ciclos estacionales, también la
duración de los días, las lluvias y sus épocas, nos enseñaron a distinguir
fechas, el calor y el frio, diferentes sentimientos y distintas sensaciones de temporada.
La radio nos ofreció las primeras nociones
sobre el paso del tiempo. Sabíamos que los lunes a la hora de almorzar, el tío
pepe y su sobrino se batirían el cobre en Radio Sevilla comentando los resultados que el día antes sus
respectivos equipos habían obtenido sobre el césped. Claro que con el arte, la
guasa y la sabiduría con la que los
siglos nos dotaron a los sevillanos.
Sabíamos también que luego, llegarían las
novelas que expropiaban la siesta a nuestras madres, Ama Rosa, obra de Guillermo
Sautier Casaseca, el mismo autor de la posterior y más recordada por las
generaciones vivas “Simplemente Maria”, folletines melodramáticos precursores
de los culebrones de la televisión.
Que de noche, Alberto Oliveras nos conmovía
el alma con su programa “Ustedes son formidables”, programa solidario basado en
otro francés y que en la riada de 1961 en Sevilla recaudó tres millones de
pesetas, una cantidad más que considerables para la época, y que también fue
vivida por los sevillanos a través del micrófono de Bobby Deglané, artífice de
la “Operación Clavel”, que remedió tanta desgracia en nuestra ciudad
Intuíamos la hora de comienzo de “Matilde,
Perico y Periquín”, serie inolvidable en la que el argumento central giraba en
torno a las travesuras de un niño, Periquín al que prestaba su voz Matilde
Vilariño, cuyos padres estaban encarnados en la voz por Matilde Conesa y Pedro
Pablo Ayuso, a cuya muerte -1971- dejó de emitirse.
Y en tiempo cuaresmal, “Cruz de guía” de
Radio Sevilla, o “Saeta” de Radio Vida, de Carlos Schlatter, y en el que colaboraba
el fallecido José Manuel del Castillo -a quien tuve el gusto de conocer e
incluso de hacerle una presentación en uno de sus pregones-, programas cíclicos
que nos sumergían en un mundo amable, que hoy se ha masificado, cuyas riendas
han tomado costaleros y músicos y donde todo se vende, que ha perdido el
encanto, la discreción y la elegancia y se ha cargado de estridencias y
excesos.
Aquella vieja radio de madera, confidente de
tantas cosas, amiga en tantas incertidumbres, que vencía a la soledad -telefunken barnizada que enmudecía cuando se iba la luz-, que tenía su trono en
el mueble principal y alrededor de la cual se sentaba la familia, sucumbió a la
basura que vomita la caja tonta, al descrédito de lo humano, a la sátira
despiadada y al todo vale que se empeñan en que consumamos, y que tristemente
han impuesto como tobera de escape donde verter nuestras ansiedades.
No, José luis, aquella radio pervive en nuestros recuerdos, y tú, una vez más rescatas de la memoria aquella radio tan entrañable y nombras la diversidad de programas que tanto nos divertimos, emociomamos, aprendimos...soñamos.
ResponderEliminarSí que la añoro, no voy a negarlo, y me daría una alegría que repusieran aquellos programas de: Matilde, Perico y Periquín, Los Porretas, La Zarzuela, Teatro de los Quinteros, El teatro en el aire...
Gracias mil, por este valiosísimo escrito, que me has trasladado a mi más tierna infancia y a la juventud...de eso hace ya "taítantos" años, por lo menos...
¡Me has emocionado!
¡¡¡GRACIAS!!!
¡Ah! no podía quedarme en el "tintero" aquellos programas:
ResponderEliminar"conozca usted a sus vecinos"
"El no de Lirola"
"El Mago tralarán"...
¡Qué de recuerdos divertidos!