En
la última entrada sobre flamenco proponíamos una visión de un cante propuesto y
admitido como palo por todos o casi todos los cabales, aunque discutible según
nuestra visión, desde el punto de vista del siguiriyero. Habría que
meterse más en harina sobre la relación del flamenco y la religión, sobre todo
con la católica ya que su historia y desarrollo se producen dentro de un
entorno –segundo y tercer tercio del XIX , primero y segundo del XX-, donde la circunstancia y caldo de cultivo de nuestro arte era un ambiente sometido a los
famosos poderes fácticos y mucho más acentuado socialmente en los pueblos donde la trilogía de esos poderes fácticos
–alcalde, cura y cabo de la Guardia Civil- eran el cedazo por el que pasaba cualquier
actividad, tanto de tipo cultural como deportiva, social o de cualquier otro tipo. En las misas dominicales
y cuanto más pequeña era la localidad, en más medida, aunque en las urbes se
daba también por barrios, se “pasaba
lista”. Una retranca muy utilizada era: “este domingo no te vi en la iglesia…”
cuando uno faltaba, entendida dentro de aquella moral y formas de vida en la
que estaban sumidos. También la iglesia ayudaba económicamente a los
necesitados en tiempos de escasez –era la única ONG en aquellos tiempos- y como la relación entre los
gitanos, núcleo principal del germen flamenco y la abundancia nunca se han
llevado bien, pues eso, que había que hacer acto de presencia para que al cura
de turno se le reblandeciera el alma y aflojara algún real con el que hervir la
olla al menos una vez en semana.
Una
vez señalada la asistencia a los eventos religiosos por parte de los flamencos,
obvio sería indicar que los cantos, como salmodias, himnos, motetes, antífonas,
etc., que suelen interpretarse en los ejercicios litúrgicos bien podrían dejar
sedimentos que a la corta, pueden haber pasado a formar parte de la estructura
melódica de algunos cantes. Además estos cantos, fueron adoptados por la
iglesia católica de la costumbre hebrea de cantar salmos completos, con lo que
la teoría del origen judaico de algún palo como la petenera, no es tan
descabellada, en tanto en cuanto algunos otros podrían irremediablemente tener
su origen en el mismo ambiente. Me parece interesante, creo que asiste a esta
hipótesis, el siguiente enlace:
El
villancico flamenco, es un indiscutible cante de iglesia, enriquecido por los
melismas gitanos. Tiene mucho que ver, casi todo, con el cante por campanilleros,
aunque esa historia es un poco más enrevesada, ya que Manuel Torre, que fue
quien nos lo trajo, afirmaba que lo había escuchado en una fiesta de Andrés
Martínez de León al médico de Huelva Don Jesús Centeno. El cantaor se quedó con
la copla y una noche en El Fontanal (Sevilla), junto al Niño Ricardo, el torero
Niño de Palma, el Gloria y Rebollo pidió a Manuel que pusiera la cejilla al
tres y, recordando lo que había escuchado en la fiesta, interpretó la versión
que hoy conocemos, y que grabó en 1929, junto a Miguel Borrull, y que tiene una
curiosa incorrección musical. Mientras Miguel da la entrada por arriba en mayores,
posiblemente con la cejilla al cinco en MI Mayor, (correspondiente al LA
natural) Manuel canta en tonos menores, aunque, sorprendentemente, no rechina
demasiado, hay que escucharla con mucha atención para distinguir este detalle.
Podemos comprobarlo en el siguiente video:
Continuará.
José Luis Tirado Fernández
Estupenda primera parte acerca de los cantes flamencos de iglesia. El tema da para mucho más y ya nos anuncias con un 'continuará...' que volverás sobre el mismo. Particularmente, creo que con motivo del ecumenismo del Concilio Vaticano II, hubo una apertura hacia otros modos de expresión más genuinos, más étnicos y, por tanto, se incorporó el flamenco con más ímpetu en la liturgia católica.
ResponderEliminarEsa fue la época de repunte de las misas flamencas. Seguiré, querido Ramón, en una segunda parte donde aparecen las misas en castellano, porque todo esto que he publicado se supone que eran "tomas musicales" y no de letras, claro está. Un saludo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el comentario de Ramón. Por otra parte decir que: Me sorprendes cada vez más con la profundidad de tu visión sobre el Flamenco. En cuanto a la figura de Manuel Torres (Don Manuel), para mi unos de los más completos y más largos cantaores jerezanos. Saludos.
ResponderEliminarQuerido José Luis: Muy interesante este estudio que acabas de iniciar. Creo que promete bastante. Es un largo tema que está poco estudiado. Te recomiendo, por si no lo tienes, el libro de Alfredo Arrebola "La espiritualidad en los cantes flamencos".
ResponderEliminarUn abrazo.