I
Levante con sus tacones un vendaval delirante,
adorne su pelo negro un
rojo de flor sangrante,
robe la luna del cielo
y me la tire delante,
que aún sintiendo su
grandeza, yo me quedo con el cante.
II
Fabrique con las
maderas del arca del almirante
su sonanta, y me
dedique su falseta deslumbrante,
le ponga cuerdas de
plata y clavijas de brillante,
que aunque divino me
suene, yo me quedo con el cante.
III
Parezcan conchas
marinas en agitación vibrante,
repicando la cadencia
de su estribillo galante;
sea, pues, dulce alboroto
que mis ánimos levante,
que aunque traiga
primaveras, yo me quedo con el cante.
IV
Suenen sus teclas a
gloria y a paraíso distante,
cargue en sus notas
talento, de su mente y su talante
frescura le dé al
martillo y a sus espectros espante,
que aunque mi espíritu
avive, yo me quedo con el cante.
V
Venció el tiempo a la
costumbre, y hoy se las da de importante,
pero es ajeno al
flamenco, innecesario, chocante,
caja de remotas
tierras, de origen hispanohablante;
no tengo lugar a dudas:
yo me quedo con el cante.
José Luis Tirado Fernández
Jose Luis,no se si mi entrada anterior ha sido correcta parece ser que no. Como siempre te felicitaba,,pero te sugeria ¿cuando un libro?. Tienes tantas cosas,y tan buenas,que merecen la pena sean conocidas.
ResponderEliminarMuy bueno, José Luis. Yo, la verdad es que ante tantas maravillas del Flamenco... no sabría con qué quedarme, si con el cante que hiere, con la hermosura del baile, con la palabra ceñida, la falseta delirante que baja de los seis ríos hasta el gran brocal del cante, el taconeo que repite el ser de nuestro talante, el bordón que hace que brote una lágrima elegante en el caudal de los ojos. Todo es amor, gloria y Arte. La Soleá me conmueve, la Toná puede matarme, la Seguiriya me lleva a unos caminos de sangre y el Tango me resucita con su alegría y donaire. Pero quedarme tan sólo con el cante, es olvidar el misterio de las "puellae gaditanae", suprimir de mis oídos toques que suenan al aire en las manos de Ramón, del de Huelva y su linaje, del diapasón de Ricardo, de Sabicas..., y otros aires que nos dejaron Lucía, Sanlúcar, Amigo..., aires de solemnidad hermosa, aires pulmonares, aires...
ResponderEliminarY un giro de mi Manuela ¿cuánto vale?, ¿y cuánto cuando despliega Matilde el mantón al aire? Cuando cualquier bailaora con la guitarra y el cante forman la gran trilogía a la que llamamos Arte. Arte puro del Flamenco. La Guitarra, el Baile, el Cante. Me duele el cante, lo siento, lo masco, y entero arde por los ríos de mis adentros. Pero también ese baile que nos marca ese terreno telúrico de la tierra con una danza de fuego, y la guitarra que es llama por la yema de los dedos sacando a un pozo sin agua los caudales más eternos.
Un fuerte abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVerdaderamente, al flamenco se le han incorporado elementos extraños -yo diría que innecesarios y demasiados-. Es mi opinión que adulteran su idiosincracia, aunque lo haga más llamativo y accesible a los no entendidos. Solo por poner unos ejemplos: el diseño de los trajes, la tramolla teatral, la 'fusión', la caja peruana... Como tú bien dices: Me quedo con el cante.
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