Entra
en la taberna, y no da los buenos días, aunque esté llena de gente. Su entrada
más habitual la hace mirando a las paredes, cubiertas con las imágenes de mi
devoción. ¡Luisillo, qué te gusta un santo! Llama así a los crucificados,
nazarenos y dolorosas, sé que, más por fastidiarme que por otra cosa. Yo le sonrío siempre, gajes del oficio,
aunque por dentro me esté acordando de sus muertos.
Contemplo
siempre el perdón cristiano cuando me ataca, aunque a veces mi “venganza”
consiste en cantarle una saeta por lo bajini o dar volumen a la marcha que
suele estar sonando en estas fechas en mis altavoces.
El
“target” que por tradición hemos
heredado del corruco se difumina en algunos o casi todos los casos porque hoy
ya nadie es así. ¿Nadie? Este del que hablo lo identifican perfectamente los
que han pegado el oído al paso del Señor de la Vera Cruz y han escuchado el
blando susurro de los rezos de sus costaleros, o aquellos otros que desde las
aceras de Sor Ángela han vibrado con los fascinantes cánticos de las hermanitas
de la Cruz, o han entendido el triunfo de la cruz sobre la muerte viendo
atravesar la luz por el teclado sin son de los costillares de la canina y luego
escuchan a este (estos, que abundan) personaje hablar de los “santos”.
El
corruco con marchamo puede haber nacido en Triana, de hecho conozco allí un buen
número, aunque la norma revela, con sus lógicas excepciones, que no es nacido
en Serva o aunque lo fuera, su familia no, pero también hay muchos y muy buenos
cofrades foráneos, que se han aclimatado a nuestras tradiciones. Esos suelen
serlo más que nosotros mismos. Y su discurso, bueno, pero no como el de
Rodríguez Buzón:
Si alguien te alza la mano
o te ofende, Gran Poder,
te juro Dios Soberano
que ése no pudo nacer
bajo el cielo sevillano
o te ofende, Gran Poder,
te juro Dios Soberano
que ése no pudo nacer
bajo el cielo sevillano
Siguiendo
con el mío -mi particular calvario-, a veces tengo en cuenta su licenciatura,
aunque entiendo que el corruco es de fábrica, y que no sólo hay corrucos analfabetos,
también hay corrucos directores de sucursal, empresarios, grandes poetas y
gente de ciencia que no ha mamado esto.
Mi
frustración consiste en no entender no por qué no comparte mis devociones, sino por qué las desprecia.
Llevas mucha razón compañero.Catetos los hay en todos sitios.Uno,que definiría al cateto como alguien falto de sensibilidad para con los demás,no puede menos que desearte -desearnos- que no nos crucemos con muchos en esta vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
V-K.