Hijo de Dios hecho hombre,
Jesús de Nazaret, el cautivo,
prisionero de los hombres
como un malhechor convicto,
como un ladrón, amarrado,
burlado y escarnecido
como un feroz criminal,
como un bárbaro asesino,
siendo, por ser quien era,
tan dócil y tan benigno.
Tan manso como la brisa,
tan clemente
y compasivo
que perdona a quien le mata
y ama a sus enemigos.
Ejemplo de nuestras almas,
¡pero qué poco le oímos!
cautivo por nuestras manos,
preso de nosotros mismos,
que padeció por nosotros,
¡y qué mal pago le dimos!
Todos pusimos la soga,
todos el nudo le hicimos,
tú, yo, nosotros, vosotros,
¡todos! atamos a Cristo
al cordón de nuestras faltas,
ambiciones y egoísmos,
de nuestras muchas miserias,
falsedades, fanatismos,
todos tensamos la cuerda
y a sus manos la ceñimos,
sosteniendo la injusticia
y consumando lo indigno.
Aunque hay que entender, cristiano,
que es así porque Él lo quiso,
quiso sembrar nuestras almas
de bondad y
de cariño,
revelarnos a su Padre
y enseñarnos el camino,
para cumplir la escritura
y consumar lo predicho,
para ser Dios en la Tierra
y en Pino Montano, Cautivo.
José LuisTirado Fernández
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