No nació este blog para
la crítica del flamenco ni ninguna de sus actividades, tanto artísticas, como
de opinión, prensa o e enseñanza. He narrado alguno de los espectáculos a los
que he acudido explicando –a mi manera- lo que he visto. No sé si estoy
capacitado para ello. Después de diez o doce horas tras la barra de mi bar, me
sirve de desahogo. Como los poemas que escribo.
Estas líneas son
producto de mi asombro, en principio, y de mi incredulidad, en segundo lugar,
tras haber leído en ocho días tres columnas de Manuel Bohórquez –critico de
flamenco del Correo de Andalucía- en los que ataca duramente el libro de Ángel
Vela “Triana, la otra orilla del flamenco”, cuya presentación fue anunciada en
este blog hace un par de semanas. El corto espacio de tiempo y la reiteración sobre
el tema me llevó a sospechar un posible plan para aumentar la venta del libro -de
hecho yo ya tengo dos amigos que quieren que se lo mande-, pero cuando deseché
la idea, porque creo que ambos personajes son absolutamente honrados, aprecié
un ensañamiento por parte de Manuel que todavía no me explico. Vamos al turrón.
La crítica.
Toda actividad humana
es susceptible de ser criticada debido a que los seres humanos no somos
perfectos, y por lo tanto, nuestra obra tampoco. Esa crítica puede ayudar a
aquel a quien se hace, siempre que esté fundamentada y se haga dentro de unas
formas correctas y cordiales. Cuando se apartan de la razón o pierden esas
maneras, dejan de ser críticas y se convierten en agravios personales.
La crítica es, también, una forma de comunicación entre
personas, y por lo tanto, en ella debe prevalecer la educación y el respeto por
el criticado. Cuando Bohórquez utiliza palabras como “no hay por donde cogerlo”,
está faltando a esas normas y convirtiendo su escrito en un libelo cruel.
La investigación y el flamenco.
En el comienzo del libro de Stephen Hawking “Historia del
tiempo”, en los agradecimientos, dice el autor: <<Alguien me dijo que
cada ecuación que incluyera en el libro reduciría las ventas a la mitad. Por consiguiente,
decidí no poner ninguna en absoluto>>
Ignoro si es posible
acometer la escritura de un libro sobre flamenco sin aportar ninguna fecha o lugares
de referencia, me parece imposible; pero aburren. A mí me aburren. Los soslayo
y paso a otra cosa. En libros de Bohórquez he leído auténtica literatura sobre
la vida de Tomás, El Canario, Gerena, etc.… y muy buena por cierto, salida de
su pluma. En qué año nació tal o cual cantaor, me da lo mismo. Si me habla de
su estilo, atiendo más. Si me explica si era un buen ligaor, o largo, o cita su
escuela, me ilustro. Si incluye un Cd explicativo, aprendo.
El
modelo matemático que propone Manuel en estos últimos artículos no me complace.
En uno de ellos llega a decir: “Con Frasco el Colorao, que era el primer
misterio que había que resolver…” Esto es lo más grande del mundo. Le está
diciendo a un tío lo que tiene que escribir en su libro…
El dogma del rigor histórico de los datos
Conozco poco a
Bohórquez y no he convivido con él lo bastante –prácticamente cero-, como para
hacer un análisis exhaustivo de su personalidad. Le leo, sí, desde mi juventud,
en el correo, como critico de flamenco y hasta ahora, nunca me había dado
muestras de esa intolerancia cuyo penacho ha ostentado estos últimos días.
Le he jaleado en su blog
y me he identificado con él a menudo a través
de su pasión por Tomás Pavón y su escasa –ya quisiéramos los flamencos disponer
de más cositas del genio- obra, pero eso no significa que tenga, como han hecho
algunos de sus seguidores, decir que no voy a comprar el libro sólo porque él
ha dicho que es malo; todo un pontífice. Supongo que de ahora en adelante el
que escriba un libro de flamenco deberá contar con el “nihil obstat” de Bohórquez, o enunciar en el prefacio el juramento
de “derramar hasta la última gota de sangre si ello fuera necesario en el afán
por hacer resplandecer la veracidad de los datos que en la obra se aportan”. Demasiado
para el cuerpo.
La luz del entendimiento
Sigo
sin entender el porqué de estos artículos, pero creo que, si de verdad han sido
alguna vez amigos, como yo tenía entendido, Manuel y Ángel deberían hablar.
Nada más; de ahí puede salir alguna luz. Y digo que no lo entiendo porque,
además, y de golpe, Bohórquez se ha enemistado con mucha gente que antes
admiraba su obra y opiniones y me temo que, a partir de ahora, en cualquier dato que aporte,
va a tener que cerciorarse muy mucho de la veracidad, autenticidad y carta de
naturaleza del mismo, ya que va a tener muchas escopetas cargadas esperando el
patinazo. Yo no tengo escopeta; como digo, los datos los leo pero no los considero.
En mi opinión, vale más una patá del Carpeta que cien artículos de investigación
flamenca.
Si
damos por bueno lo que dice Manuel sobre que Ángel ha aportado poco o nada a la
historia del flamenco, él, con destruir, ha aportado menos. Saludos para todos.