Cantaba la Niña de los peines:
“En venta yo,
mi ropita en venta, mare,
¿quién la quiere comprar?
que te la vendo por poquito dinerito,
mare, la endiño fiá.”
Nunca presumo yo de eso:
mi camisa es de Villela,
con los botones de hueso.
***
Se lo imploraba a mi musa
y me inspiraba mirando
los ojales de tu blusa.
***
Se te pegó en el corpiño
la paja de aquel granero
donde me diste cariño.
***
O tiene pecas el cielo
o son lunares celestes
los que tiene tu pañuelo.
***
Al resguardo de mi abrigo
permanecen las candelas
de sol que se fue contigo.
***
No tires por los jardines
que se emborronan los folios
blancos de los calcetines.
***
La fuerza del aguacero
me dejó como un pestiño
las alas de mi sombrero.
***
Mariquilla, estate quieta,
déjate de travesuras
que me arrugas la chaqueta.
***
No sé quién me creerá,
pero el Domingo de Ramos,
me visto por soleá.
José
Luis Tirado Fernández