No es de extrañar. No. Una ciudad
asolada por Cayo Julio César, que extermina la población –en aquel tiempo los
sevillanos ni éramos del Betis ni del Sevilla,
éramos de Pompeyo-, que la coloniza de nuevo y que la fortifica, una
ciudad que se alza luego y hasta nuestro presente sobre el trazado árabe y que hasta mediados
del XIX no recibe los primeros –tímidos- ensanches, cuyo precio fue tal y tan terrible como la pérdida de sus
puertas, de las que sólo subsiste la de la Macarena y un postigo -del aceite-
que se libró de la piqueta porque un vecino que habitaba sus altos hizo valer
sus derechos, que recibe durante la segunda república, en un pleno, una
propuesta del grupo socialista para derribar las murallas porque afeaban la
ciudad -de esa época datan los derribos de la zona de San Julián-Capuchinos-, una
ciudad enferma de sí misma, que padece el martirio y la crucifixión incluso de
quienes más deberían amarla, y que hasta los setenta de nuestra juventud recibe
tales hachazos como la desaparición del palacio del Marqués de Palomares o el
de los Cavalieri, ambos en la plaza del Duque.
Desaparecido Palacio de los Cavalieri
Una ciudad cuya plaza principal tenia, en 1920, este tamaño:
Foto del blog "El pasado de Sevilla"
La Campana
No es de extrañar
que en una ciudad como esta, lo más grande, lo más hermoso, sea oculto e
incierto. Una ciudad llena de callejones. En ellos, habitaron la flor y la nata
del arte flamenco, estos son unos ejemplos.
Este es el callejón de Juan de Oviedo. No tiene salida. En él, habitaron a finales del XIX y principios del XX la mayoria de los artistas que acudían a trabajar en los café-cantante, desde toda España, principalmente de Jerez, Cádiz y Málaga.
La calle Amapola, donde habitó y murió Manuel Torre.
En Agosto de 1933, la Revista "Crónica"publicó un reportaje sobre la vida, muerte y la triste herencia que dejó el cantaor.
Hace esquina con Infantes, donde al parecer nació Amalia Molina y residia en 1886, con dos años.
Al volver la esquina, en Laurel, habitaba el matrimonio Diaz-Loreto, ascendientes de Maleni Loreto, gran bailaora.
Los callejones de Pasión y el que podemos ver en la imagen, Azofaifo, tenian puertas de entrada al Burrero de Sierpes.
Pastora Pavón vivía en esta calle sin salida, Canarios, en 1895
El último tramo de la calle Confiterías, fue morada de Rosario "La Mejorana", en casa de Victor Rojas, posiblemente la misma de la foto.
En este callejón sin salida, situado en Escoberos, vivian en 1887 La Malena, su hermano Juan Gaspar, su tía María La Chorrúa y su madre, Josefa, junto a un agregado llamado Luis Villar Haro.
Don Antonio Chacón estaba empadronado en el callejón de Morgado,en 1895.
También numerosos los flamencos nacidos o residentes en Pedro Miguel, como Manuel Escacena. Albergó también, en el número seis, llamado el Corral del Cristo, la Academia de baile de Frasquillo, que tantas figuras dio a nuestro arte.
No se puede obviar en una entrada de este tipo, que Manuel Vallejo nació en el callejón de Padilla, en san Luis.
Rematar con la contemplación de la estrechez de la calle Rosario, donde estuvo el Salón Silverio, hasta su cierre por defunción.
José Luis Tirado Fernández