MEUNIER Y LA SEVILLA DE EL BURRERO
Todas las obras que se reproducen a continuación pertenecen a los fondos de los Reales Museos de Bellas Artes de Bélgica.
Constantin Meunier fue un pintor y escultor del XIX nacido en Bélgica. De él decía Van Gogh en una carta a su hermano Theo, que era el único pintor belga capaz de emocionarle. Parece ser que vino a Sevilla entre 1882-1883 para realizar una copia del descendimiento de Pedro Campaña. Aprovechó bien ese tiempo, pues a través de la obra que pintó en esta tierra nos dejó una visión (idealizada a veces) de cómo éramos y cómo vivíamos los sevillanos.
En la escena del mercado sobre el puerto, podemos ver un borrico con sus angarillas (el transporte del verdulero), la disposición de canastas y cajones donde se expone el género, una farola de gas de las que alumbraban las principales vías, los mástiles de los veleros, una arcaica grúa, y de fondo, Triana y una extraña torre de Santa Ana, ambas a vuelapluma. Añadir que se trata del paseo Colón, a la altura de la plaza de Toros.
La venta ambulante era numerosa, y un recurso para quien no tenía empleo. Incluso se instalaban puestos de buñuelos o churros, de los cuales aún sobreviven el de la Macarena o el del Barranco. Este que testimonió Meunier parece estar situado en Alemanes, por los soportales; el pintor podría estar de pie sobre las gradas.
También pudo apuntar la pobreza y la mendicidad de nuestras calles, y algunos tipos, como algunos paisanos, un preste o los peinados de las gitanas.
Bosquejó también las actuaciones callejeras. Flamenco por nuestras calles, incluso una extraña fiesta sobre un carro titulado “Regreso de Triana”
EL BURRERO, SANTO Y SEÑA
Este es el Burrero de la calle Tarifa tal y como era. (1) Tiene miga. El escenario en un rincón, los palcos elevados donde un hombre adinerado -¿un torero?- muy bien acompañado estira las piernas, anillo y peluco de cadena, la cañera sobre la mesa, una señora de negro adopta una actitud suspirante y romántica, contemplando el cuadro, mientras una niña, a la derecha, ofrece flores a un gañán que fuma con indiferencia.
En el siguiente plano, a la izquierda, el público, sentado y con los sombreros de ala ancha puestos, fijan la vista en el escenario. Encima, una bailaora vestida de blanco –una idealización del pintor-, de larguísima trenza ¿Concha la Carbonera? Cinco mujeres sentadas, tres baten palmas mientras que dos fijan su mirada en el pintor. El cantaor y el guitarrista parecen estar vahídos.
El segundo ámbito era una estancia donde había una barra y se preparaba la comida y el servicio. Una lámpara de gas en la pared y junto a ella, la puerta de entrada. Desde ahí se bajaba por una escalerilla hasta los urinarios y la puerta de la calle.
A través de sus bocetos podemos apreciar sus gestos, sus portes…
Y hasta cómo se movían
(1) Adivinamos, o mejor, damos por cierto, que la famosa foto de Beauchy, aún no datada, fue hecha en el local que Manuel Ojeda abrió en la calle Sierpes. ¿Porqué? Porque en Tarifa 1, el escenario estaba en un rincón, como podemos observar en este cuadro. En el Burrero de Sierpes, el escenario se ubicaba entre los arcos del antiguo convento de Pasión.
José Luis Tirado Fernández
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