Así te dije, Rafael. El enunciado sería “El arte se come al arte”. El mundo cofrade gira dentro del universo del arte, y en él alarga sus tentáculos. Se desarrolla, no ya como un planeta autárquico y alejado de las disciplinas simultáneas, sino como una enfermedad invasiva que impone su ley. Y lo hace libremente, sin medida y sin freno, porque no lleva caminando detrás suyo ninguna otra actividad que pudiera sustituirlo o recortarlo.
FLAMENCOS CONTRA VIENTO Y MAREA
El arte flamenco se nutre de múltiples y diversas actividades, las consabidas y fundamentales cante, guitarra, piano, baile, sobre todo baile, donde se tienen en cuenta otras tales como poesía, pregones, percusión, teatro, pintura, etc. El ámbito de los núcleos familiares de siempre, trasladados a otros barrios, a otros pueblos, en el caso de Triana y Sevilla, es el que sigue aportando la calidad en todas esas disciplinas. Llámense Granaíno, Fernández, Moraos, Vizárraga, Reyes, perdón por las omisiones, y poco más.
Se han dado débiles intentos por ampliarlo hasta el rap, fomentados por académicos y gente de cátedra (dibújese aquí un icono de admiración), que llegan a comparar a ¿artistas? que desafinan descaradamente con Pastora. *(Aquí los alegatos contra la pureza, pero mejor en Navidad, para que os feliciten). Sólo han conseguido el asombro de la afición y la desazón y el desaliento entre los que luchan por lo nuestro.
El flamenco sí tiene feroces competidores. Desde la ópera –Sevilla es una ciudad que llena teatros cuando hay funciones, y hay muchas- al rock, el funk, el pop, tantas y tantas… Viene Bob Dylan a Sevilla y me agrada, pero me meto a ver las entradas ¡y sale por 130 pavos la más barata! Y se llena.
Compite también con otras, que se suponen pertenecen a nuestro mundo. Como es el caso de los grupos que son llamados “nuevo flamenco” y los que más grima me dan los “flamenkitos” y esa puede ser una competidora más feroz aún porque trabaja desde dentro.
COFRADES VS. TODO
El primer cofrade, admirador de todas sus facetas, entusiasta y militante, sería yo. A mi me gusta hasta el olor de la cera en el suelo cuando ha pasado una cofradía. Pero los capillas somos legión, y hemos vendido tanto y tan bien nuestro espacio, ritos y costumbres que hemos creado una fiera, una soguilla que se enreda al cuerpo sin saberlo.
Es muchísimo más antiguo que el flamenco, pero aunque ambos están vivos y coleando, su cuerpo luce joven y ágil y se encuentra en un momento de reproducción activa. Ha sobrevivido al tiempo y las modas y crece en aspectos conocidos y tradicionales como orfebrería, bordado, talla y dorado, costura, carpintería artística, lencería, pintura religiosa, floristería, música.
Además se está colando en otros aspectos tales como la moda, el merchandising, la asistencia social y sanitaria, construcción y mantenimiento de hospitales y escuelas en el tercer mundo, bolsas de trabajo propias. Y en política incluso, ya que los políticos no se olvidan visitar hermandades en épocas electorales, y cada cual pertenece a una, incluido los de izquierda, Kichi del nazareno de Cádiz, Susana Diaz de la O, en fin una hornada diversa y fiel hasta los huesos.
Si la historia del flamenco fuera una naranja, la historia de las cofradías se aproximaría a un edificio de muchísimas plantas. Sus raíces se hunden en el XIII, ya que San Fernando entró en Sevilla y existían unas hermandades de santones que a pesar de no tener demostración científica, se supone que virando en sus creencias, sustentaron algunas, existentes hoy en día o no, pues esa sería la ápoca hermética y menos conocida de su protohistoria. Diversas, porque ya en el XIV se fundaron hermandades de negros y otras de mulatos, existentes. Democráticas, porque en todas las épocas las decisiones se tomaron en cabildos con los hermanos levantando el dedito.
Y poseen los cofrades un cante, inscrito en el árbol del flamenco, que les pertenece por derecho. ¿Qué sería si no de las saetas sin cuaresma y sin Semana Santa? Y lo mejor, o lo peor, según quien lea, es que no tiene quien empuje, como indicamos al principio. Las otras religiones, son mucho más estrictas en esos sentidos. Austeras, adustas y como Dios manda. Así que ni flores. ¡Ah! además tienen detrás a la Iglesia, ¿me has entendido, Sancho?
José Luis Tirado Fernández
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